braserito 4

Como si en aquel hondón interior hubiese un brasero donde se echasen olorosas
perfumes, ni se ve la lumbre ni donde está ; más el calor y humo oloroso
penetra en el alma y participa incluso del cuerpo” . Sta TeresaM4-2,6

Esta memoria que en mis labios arde,
con hilillos olorosos
me susurra
la dulzura de otras tardes
que poblaban el Cielo con mi lamparilla.
¡Dulce volar de la luz, dulce perfume!

En aquel altar de luz,
mantelito acariciado,
con carbones encendidos
estiraban la blancura
de un bordado de dulzura.
¡Manos adorando a Dios!
Silencio de altar,
reposo de atardecer,
Sagrada quietud.
Dulce calma, donde crecen y huelen yerbitas de bondad.

Entre piedras vivas,
salpicando rosas
arde serena mi lamparita
En silencio divino
se puede escuchar el canto limpio de la luz.

Arriba la cruz alzada
con la sangre descosida.
Acaba de encender el mundo.
Silencio consagrado
¡Bendita cruz de mi pueblo!

Se abre en mí aquella luz
de las tardes violeta,
con hilitos de tu alma
se quedó cosida a mí.
¡Cómo centellea mi alma
oh, Braserito del Cielo!
Como barco navega en aceite perfumado
en la voz de tus entrañas.

Cada tarde iba y venía
como carta a Dios de otra mujer.
Todos los días escribía tu ternura
¡Sagrario vivo!
más fino que la seda,
allí centelleaba el Cielo
la lámpara florecía en el agua,
y crecía luz en mis dedos
perfumando el día siguiente.
Olor a incienso pretérito y de carbón encendido.

¡Cómo centellea mi alma!
Oh! Braserito del Cielo.

Llévalo con cuidadito,
eso sólo me decía
y me entregaba un primor
envuelto en papel de estraza.
Primero pones el agua
y después pon el aceite
y luego la lamparilla
préndela
y después vuelves.
La carta de esa mujer
me la contestó a mi Dios,
no sé qué de dijo a ella.

Yo me subía al altar
en olor
de ternura y de inocencia
pisando con mis puntillas
meciendo el sueño de Dios.
La iglesia estaba vacía
las sombras cobraban vida
parecían maripositas
no dejaban de volar
y exhalaban su perfume
repicando granos de oro.

La luz estaba asombrada
resbalaba en la pared,
me envolvía en su perfume
con un canto de silencio,
un silencio que volaba en dulce calma
un silencio que preñaba la quietud,
un silencio que lucía y se llenaba de rosas
llenecito de tu voz.

Hoy me alcanza esa dulzura
y me hace titilar
como aquella lamparita
en lámpara de cristal.
Fascinada por la puerta
que aquel misterio escondía.
Me gustaba estar allí
llenando la tarde el Cielo
con olor de eternidad.
En aquella lucecita
crecen mil jacintos hoy.
¡Qué dulce sabor de luz
sube a mi boca y que perfume a mis ojos!
El misterio de verdad
Tras esa puerta vivía
Nunca me atreví a tocarla
pero me puse muy cerca.

Oh! Braserito del Cielo
¿Qué hubiera pasado entonces
si al llamar tú me respondes
silbo dulce y amoroso?

Resplandecen hoy mis días
en aquella lamparita
que fraguó luz en mi ser.

Aceite agua y lamparillas
eran la luz de los pobres
¡Daban luz al mismo Dios!

Hoy respiro aquellos días
en su memoria de luz
de límpida transparencia.

De la lamparilla humilde
vuela la mariposita hoy
que en aquellas tardes cálidas
a vida nueva nació.

La luz con sus resplandores
De yerbabuena y de rosas
trae la memoria de Dios.

En aquel tierno envoltorio
de la señora María
bordadito de palabras
que sólo Dios leería;
en él ardería yo
para seguir en la lámpara
y consumirme yo en ella
en tu dulzura, Señor .

¡Cómo me crecía yo
en aquel altar de piedra!.
Cuando se ponía el sol
en la torre las campanas
doblaban rosas de amor
La lámpara navegaba
como barquita en el mar
cual pajarillo volaba
con dos alas de hermosura
ante la puerta de seda.
La morada de la luz.
Al abrigo de tu lámpara
asombrada sigo hoy
latiendo en la luz de ayer
memoria perfumada,
ojos donde ardes Tú.

Canción de mi lamparilla,
que me trae memoria nueva
del altar de piedra vida.
Resplandece mi plegaria
en la ternura de ayer.
Oh! Braserito del Cielo
que ardiendo estás en mi alma
y chisporroteas hoy.

Cuídame aquellos ojos
los que querían quedarse
al abrigo de los tuyos
Cuídalos tú, ojos de luz perfumados.
Creciendo está el incienso que sembraste

¡Qué dulces aquellas tardes
de aceite y lamparillas
de cerillas y cajitas de cartón!
Aun siento hoy el perfume
Las sombras
Son estrellas encendidas
cobran nueva vida hoy,
Con olor a musguito y yerbabuena
azucena, y amapola,
siempreviva, centeno y trigo
con el gozo sosegado
entre encajes de bondad
en la ternura de Dios.

Oh Braserito del alma
qué dulce sabor de luz
sube a mi boca,
cuanto olor a cantueso yerbabuena y lilas
¡ Pobreza tan rica!
Agua aceite y lamparillas
dos cerillas y cajitas de cartón.

Para Maria S. y todas las mujeres invisibilizadas, que con generosa entrega y gracias a ellas aún se mantienen las iglesias abiertas

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