Como monte preñado de primavera: el perdón
“Quien es capaz de sacar un discurso ético de su sufrimiento, comprometido con el dolor ajeno, ése es capaz de conectar el corazón de los seres humano.” Fue la respuesta del actor y director Premio Nacional de teatro Juan Diego Boto a un periodista cuando le preguntó (sorprendido por el éxito de su obra?: “¿Por qué llega al público el discurso humanista de alguien que ha sufrido mucho?” Y siguió diciendo el premio nacional de teatro: “Son seres humanos perdonando porque preservan la memoria, evitan la impunidad y alejan de ellos la venganza. Se perdonan a sí mismos en su dolor, lo comunican; no se encierran ni les atrapa, buscan el vehículo a través del cual (teatro) expresarse y convierten el dolor en esperanza porque ves a alguien que está diciendo!: Esto no está bien y podemos ser mejores!” Casi debería acabar mi texto con esto, tiene tal densidad y está tan lleno de luz que alumbra y testimonia ,con más valor si cabe, viniendo de alguien, que su familia y él fueron represaliados por la dictadura Argentina.
No tuvo por menos de recordarme a Jesús en la Cruz pidiendo el perdón para sus agresores, testimoniando así y publicando la injusticia y la violencia humana de estar clavado en la cruz. La cruz no niega la memoria, ni la injusticia.
¡La sabiduría de la cruz! El amor y el perdón no son privativos de los católicos; no tenemos la propiedad intelectual, ni sobre la experiencia ni sobre las esperanzas, ni tiene el perdón por qué expresarse por los cauces y lenguajes creados por la Iglesia. Tiene un valor universal y un misterio, que asombra. La cruz se sale del lenguaje y la sintaxis de la Iglesia, atraviesa todos los “muros” y caminos humanos; es universal. La Cruz de Cristo nos desafía a un modo de vivir, donde el perdón será y hará vida.
El evangelio de la mujer adúltera Jn8,1-11 no habla del perdón, ni lo pide la mujer, ni Jesús lo otorga. Quizás la intención del evangelista era centrarnos en la imagen que arrojaba el momento en que la mujer era liberada por Jesús sin condena, no para contemplarla, y recrearnos en la imagen, no como un espejo, sino para cuestionarnos, para desestabilizarnos, para despertar en nosotros preguntas….. ¿Qué vemos de nosotros dentro de esta imagen de Jesús ,incorporándose para hablar con la mujer, frente a frente, sin condenarla ; qué sentimientos nos provoca lo que ocurre?
Sin duda Jesús sin querer condenar a la mujer adultera es una imagen que nos puede violentar porque amenaza todas nuestras ideas preconcebidas, creencias, nuestra moral, nuestra forma de ver a Dios y a los seres humanos. Está claro que Juan quiere que salgamos afectados por lo que está aconteciendo aquí. Nos invita, al igual que el bellísimo texto de Juan Diego Boto a meternos dentro y dejarnos transformar.
Siempre hay un destello de luz que nos hace entender que dentro del caos (Iban a matar a la mujer los fariseos y notables religiosos, y también intentaban pillar a Jesús para hacer lo mismo) hay una salida que nos impulsa a dejar atrás nuestro propio caos y la violencia que ejercemos y soportamos; y no se me ocurre otra experiencia para ello que el perdón, que se parece mucho a lo que relata el actor. Y es que el perdón es una forma de mirar, una forma de ver, una forma de ser: es una experiencia, no un acto. El perdón, como testimonia el actor, es lo opuesto a la violencia y en este evangelio había mucha, iban a matar y con escarnio público. Un perdón que si se produce será “Como monte preñado de primavera“
La cruz muestra por un lado lo que los seres humanos somos capaces de provocarnos unos a otros cuando nos dejamos llevar por cualquier tipo de maldad, crueldad; pero al mismo tiempo, los brazos abiertos de Cristo hombre y Dios, son una puerta para poder recibir lo que allí nace: Un nuevo modo de vivir y existir. “Al atravesar ese umbral la parte oscura cobra todo su sentido, esto es lo que sucede cuando un ser humano perdona” dice el Jesuita Meloni
El perdón es romper el vector del mal, interrumpir su flujo y reaccionar fuera de la dinámica de la violencia engendrada, tal como nos enseña este pasaje, y el premiado director de teatro. El perdón no es lo que conocemos como “olvido de lo que te han hecho”. Es mucho más profundo y más complejo. Es romper el eje de la violencia y su dinámica (de rencor y amargura) El perdón es salir de sí mismo, tiene que ver con la trascendencia. Creo que es un don de Dios.
Pero ¿Cómo ponemos la primera piedra? “Donde no hay amor pon amor y sacarás amor” dice San Juan de la Cruz. Ya tenemos un camino. Pero el camino es muy complejo porque el perdón no solo afecta al orden moral, afecta a toda la existencia, implica lo sicológico incluso lo sociológico porque implica situarse en la vida de nuevo, con algo inesperado “Quien es capaz de sacar un discurso ético de su sufrimiento comprometido con el dolor ajeno, ése es capaz de conectar el corazón de los seres humanos.” “pon amor y sacarás amor” .
Perdonar es situarte ante el futuro sin odio ni rencor… El perdón no como concepto moral sino como experiencia de liberación. Porque el rencor te aprisiona; surge de perpetuar en ti los actos ofensivos, amarga el espíritu, es sufrimiento, es raíz de toda pena, se enfoca negativamente en el mundo.
Ante los problemas es necesario abrir horizontes, no quedarte atragantado en ello “Cuando los daños que te infligen y ya no hay nada que restaurar. Quien dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón”. Canta el roquero Fito Páez. Una versión libre de “”Dónde no hay amor pon amor y sacarás amor”
No hay camino de sanación sin recorrer la experiencia del perdón. Perdonar es reconstruirte por dentro dejando atrás lo que fue: dolor, daño, desamor, vacío…. El perdón como bien queda reflejado en este pasaje es cuestión de vida o muerte. Vivir la experiencia del perdón es decidir vivir y no quedarte atrapado en la vida mortecina de dolor.
Acercarse al perdón requiere apertura a la verdad, requiere honestidad con uno mismo, el esfuerzo de dejarse interrogar y rectificar. “Cada vez que te conectas con tu verdad desaparece un poco el mal del mundo” decía S. Weil
El perdón es también una forma de ver, una forma de mirar, una forma de creer: “Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho” leemos en el evangelio de la samaritana. Lo que dice la mujer Samaritana es: Venid a ver un hombre que me ha mirado, que me ha visto, que me ha reconocido; que es, lo que ha ocurrido con la mujer adúltera, porque Jesús, dice el evangelio: se incorporó para mirarla. “Quedaron los dos frente a frente” Todo en este pasaje está preñado de significado, nada carece de sentido; perdonar es amar.
No se puede y no se debe perdonar sin una comprensión total del daño: Dios da tiempo para ello. La vida viene toda entreverada. Se necesita una buena profundización en la herida, que no es fácil porque “El dolor verdadero no hace ruido, deja un susurro como las hojas del álamo mecidas por el viento. Al menor ruido puede hacer soledad o discordia, injusticia o despecho “escribía Claudio Rodríguez, y es difícil controlar.
El perdón no se puede separar de la justicia ¿Borra el perdón la injusticia?
Muy lejos está el perdón del “Aquí no ha pasado nada.” De lo que se trata es de apoyados en la herida, darle un nuevo destino. “Son seres humanos perdonando porque preservan la memoria, evitan la impunidad y alejan de ellos la venganza.” Hay que Saber Qué perdono, cuál es el recorrido de la herida y del perdón. Cada problema identificado ofrece la apertura a mil horizontes de verdad y vida. Lo expresa mejor el poeta Huidobro: “Siento algo que sube de mis negras regiones y pretende devolverme al cielo”. El perdón abre un espacio amplio de luz, no olvidemos que la luz formó de la nada, seres humanos.
Jesús no la juzga a la mujer, no la inmoviliza en una imagen, en un estereotipo, en un diagnóstico; le habla de su futuro: “Ve y en adelante”…
El perdón es un presente nuevo, capaz de conectar el corazón de los seres humanos que convierten el dolor en esperanza.
Una de las cosas que están en juego en este pasaje es el nacimiento de un mundo que permita a los seres humanos vivir juntos para el bien de todos. Nada de segregaciones de ningún tipo, ni de género. Jesús no es una palabra cualquiera sino la que libera al individuo devolviéndole a sí mismo para que haga un camino nuevo “Ve y en adelante”. Sin libertad no hay perdón. Un pasaje que une el perdón a la libertad. “Yo tampoco te condeno, Ve y en adelante no peques mas”. La libertad hace menos viable que el odio anide en ti porque dejas de necesitar a las personas, dejas de necesitar vengarte porque les quitas el poder de hacerte daño. Una sociedad sin libertad, una iglesia sin libertad es un semillero de odio.
De nuevo recuerdo a Jesús diciendo a la Samaritana. ”Si conocieras el don de Dios……” Ella también tenía que hacer un proceso de perdón, nada menos que el de sufrir a cinco maridos y que ninguno fue bueno. El perdón es la realización de ese lenguaje de Juan en el primer capítulo: “La luz brilla en las tinieblas” o lo que dice el poeta Huidobro: ”Cuando un hombre está tocando sus raíces, La tierra canta con los astros hermanos” el perdón es capaz de conectar el corazón de los seres humano. Con el perdón se abre un acceso a lo desconocido.
El perdón que no tiene necesariamente una connotación religiosa es una “virtud” universal, como hemos visto en la reflexión del actor Juan Diego Boto, tiene un entramado síquico y afectivo y ético, de gran calado.
El perdón no borra el daño, hace florecer la vida de la parte perdonada. “Es un encuentro que te cambia desde dentro, te hace persona, la antigua desaparece”. Papa Francisco. Es “como monte preñado de primavera” versos que robo a Agustín García Calvo para recrearlo. No puedes sacar el daño del tejido de la vida. Pero sí se pueden convertir en sustrato sobre el que florezca una vida nueva. ¡El perdón no es olvido ¡ni pasar página!, sino escribir en ella una nueva historia! El Espíritu lleva a la persona a vivir las cosas de una forma diferente.
El gran milagro, que hizo Jesús, que se produjo en esta escena fue que la mujer se liberó de la violencia de la mirada, de la condena que hacían de ella. Se liberó de sus propios ojos punitivos. “Dios se comunica sólo plena y suavemente con un corazón despojado de todo” SJC
El perdón tiene que ser decidido y encontrado el momento de empezar a vivirlo; no puede ser presionado, obligado, de cumplimiento, porque socaba la seguridad de la víctima, cosa que sucede cuando el perdón se convierte en una presión injusta, sobre todo a personas que acarrean mucho daño. El perdón es un proceso personal y único y debe ser una elección auténtica libre de cualquier influencia externas.
Cuando son visibles los actos violentos sobre tantas víctimas y sobre todo en la iglesia, se insiste en perdonar, pero no en no hacer daño. Esto es grave porque se carga la responsabilidad de los actos malvados sobre las víctimas, no sobre el que hace daño. Debería insistirse en qué no se puede hacer daño a nadie. Perdonar no es cerrar los ojos ni la boca y sufrir en silencio. Hacer como si no hubiera pasado nada es injusto. A veces es una coartada para no enfrenarse a la realidad. Enfrentarte al mal que te hacen es una responsabilidad personal y social. El mal aunque sea personal, si se silencia, su impunidad cae sobre toda la sociedad porque se teje de maldad el ambiente que te rodea. Exigir una respuesta al mal que te infligen es una responsabilidad inexcusable en el proceso de maduración. “Si he hecho mal, dime en qué ha sido, y si no, ¿por qué me pegas?” dijo Jesús, que no aguantó silente y dócil y manso como la imagen que se nos ha vertido de él.
El perdón es una reentrada de Dios que reconduce a otro ritmo nuevo, a otra situación nueva. Es como un despertar, como la primavera despierta sin rastro de los rigores del invierno. Realmente es un camino de sabiduría y fecundidad.
La Cruz de Cristo nos desafía a un modo de vivir, donde el perdón será y hará vida.
“…….convierten el dolor en esperanza porque ves a alguien que está diciendo: Esto no está bien y podemos ser mejores”
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