“La poesía es  revelación,  es el universo que se pone en pie”.

¿Acaso no  puede ser esto la oración?

 

Decía el poeta chileno Huidobro que “la poesía es la síntesis de todas las potencias creadoras del ser humano.”  ¿Qué pasaría si rezáramos en esa experiencia? “La poesía es  revelación, esencia, es el universo que se pone en pie”. ¿Por qué somos ajenos a esto cuando rezamos?” “la poesía tiene hambre de infinito” ¿Podemos decir lo mismo de la oración? ¿Por qué no, si Dios es un Poema infinito?

 

¿Cómo hacer la oración, tiene sentido hoy para la gente,? No sé si se lo preguntan muchas personas. Yo sí; y me parece vital en toda mi vida. Para ello, me he servido de poetas,   de piedras y de musgos, de flores. Sobre todo  de vida: deseos, miedos,  búsquedas,  descansos, alegrías,  heridas, de luchas fratricidas, de las  tormentas del mundo, de  rosas y  espinas, de lo que entiendo y no entiendo. Es el evangelio el que me ha levantado en oración,  en la esperanza de que Jesús nos lleve en ella, más allá del espacio y del tiempo. Allí, Jesús ha plantado el árbol de nuestros ojos y allí nos lleva, si de verdad nos dejamos. Invitados a entrar donde se engendra la Palabra.

 “La poesía alumbra de repente rincones desconocidos” dice el referido autor. La oración como el evangelio y la poesía explora todas nuestras oscuridades. Se mueve toda nuestra vida interior y sabrá señalar el sitio del alma que duele, que hiere, que ama.  Soy caminante fiel de oraciones y versos. No olvido mi corazón de peregrina cuando rezo e interpreto la vida, soy  como escribe León Felipe:

” Romero, 

que cruza siempre por caminos nuevos

Sensible a todos los vientos y

 Bajo todos los cielos”.

  El que ora tiene que encontrar su propio lenguaje. La oración no puede llevar a Dios palabras carentes de la propia historia.

 “De cada gota de sudor de mi frente hice nacer astros” dice el poeta Huidobro. Jesús lo hace en este pasaje de la adúltera La eternidad se perfila como un encuentro sereno con Dios con la capacidad de ver  y hacer cosas nuevas. «Ve y en adelante no peques más” Jn 8,11. Invitada la mujer a construir un mundo enraizado en la propia palabra de Dios. Este pasaje prefigura, como en la oración, que  el encuentro con Jesús y  nuestro  sufrimiento nos devuelve el candor perdido, la ternura de otros tiempos que está viva y por ello llena de consuelo, nos devuelve el alma que habían arrebatado, o que no habíamos sabido o dejado vivir, nos devuelve la vida; la oración es encuentro Pascual, y nos dice que el dolor puede ser maravillosa llave del encuentro con Dios. ”Aprender amar el amor divino en  el sufrimiento” dice S. Weil. A veces sólo le podemos entregar a Dios  el sufrimiento, y Dios, llega. Leer el evangelio es el lecho del rio por dónde transcurre mi oración, y cada página del evangelio tiene un interés creciente porque va respondiendo a inquietudes y la búsqueda que llevamos dentro. El alma ha de cuidar su tesoro, el evangelio te enseña a cuidarlo, te marca el camino, te mete dentro  de él. “El entendimiento y la voluntad se hacen más nobles  tratando de si con Dios”,  dice Santa Teresa de Jesús.

 La oración es un proceso de verdad, como una verificación de tu alma. Un contacto con lo más intimo tuyo que Dios en su amistad va facilitando. Las palabras que no tocan el corazón, no mueven nada. ”El cantar tiene sentido cuando palpita en las venas” cantaba Víctor Jara; ¿podemos decir lo mismo de nuestra  oración?  

A veces  la oración  puede parecer que son palabras en busca de un rio delirante, o es un atolladero afectivo del que no logras salir, pero ahí está Dios recogiendo ese grito. Dice el pasaje que “Jesús Sentado les instruía”. Jn 8,3 Ofreciendo tiempo y presencia, compañía, sin prisa, se hace con ellos palabra sabia.  En compañía humana revelaba al Dios de la amistad.

Estaba la mujer adúltera arrojada en el templo por las élites religiosas en la oscuridad del desamparo, a merced de unos hombres que la odiaban. Y Jesús estaba vivificando tanto tiempo de dolor y profecía, liberándola. Así comienza el encuentro de la mujer con Jesús en este pasaje, así esta oración silente, que no muda. “Qué fuerza tiene con Vos, Señor, un suspiro nacido de las entrañas”  dice STJ. Ella, rehabilita la emoción y el sentimiento para Dios. Las entrañas como vehículo de relación con Dios.  Ella, maestra de oración recomienda  una relación con Dios más personal. “Tratar de amistad con quien sabemos nos ama”.

La oración es buscar a quien nos busca. En el Antiguo Testamento se decía que el ser humano buscaba a Dios; con Jesucristo se nos revela que es Dios quien nos busca a nosotros. Jesús entiende a Dios como aquel que sale a nuestro encuentro. Lc 15,20. La oración es encuentro. “Dios se da a conocer en la vida personal”, dice A. Paoli. 

También en este pasaje Jesús escribía en el suelo Jn 8, 7, mientras, el alma de esta mujer esperaba entre sus dedos; escribió Jesús en el suelo y salió fuera el alma de todos. La vida de la mujer, incomprensible y derribada, iza su ramo de futuro. Palabras de mujer prohibidas, prohibidas flores, crecidas, en el sol de los ojos de Jesús. Jesús removiendo estratos profundos no sólo personales, también y sobre todo, religiosos y normativos, abriendo las ventanas del mundo, ascendiendo a lo divino nuestro dolor humano  y su querer humano. “La oración purifica el corazón, lo que provoca que se aclare también la mirada y que se pueda ver la realidad con otro punto de vista”. Papa Francisco.  “Ve y en adelante no peques más” Jn 8, 11.  La vida entera de esta mujer entrando en los ojos de Dios, la mirada de Jesús que “estaba de pie junto a ella” Jn 8, 10 escuchando su erosión, y ella, escuchando el cielo. Esta impresionante oración hoy me alcanza a mí y me desborda.

Oro para pertenecer a algo que me excede.

Tomar conciencia de nuestras lágrimas nos devuelve la integridad. Nuestra imperfección es buena, no debe ser ningún tormento, es lo que nos hace evolucionar y buscar, ir más lejos; sigue las leyes biológicas. Nuestra necesidad estimula nuestro crecimiento. Nuestra fragilidad tiene toda la potencia del mundo. Empezar la oración escuchando lo que se está moviendo dentro de ti, aunque sea nuestra grisura, no hay que tenerle miedo. 

La oración, mi escritura, que así rezo, ha desarrollado un espacio habitable que me ayuda a encontrar sentido a situaciones vitales concretas; un espacio donde escucho, comprendo  e intento comprender y encontrar sentido. Una de las oraciones de Jesús en su vida fue para encontrar significado y sentido a algo que le estaba sucediendo en su soledad,  y miedo, días antes de su muerte; fue en Los Olivos, allí  Jesús sufrió la experiencia del abandono,  sintió que se le nublaba la confianza, el sentido y su fidelidad al Padre. Tal era el miedo y el dolor que sufrió, que “sudó sangre”, la máxima somatización de la angustia. Y Jesús encontró sentido y significado, y  también para nosotros:   Orando Cristo en los Olivos, entregó y entró el dolor humano en la intimidad de Dios.

El grito del ciego es oración, en el pasaje Mateo 20, 29-34. En la fragilidad  Dios se revela  fuerte, y hace posible lo imposible. El Señor elige las realidades más humildes para realizar sus planes, Jesús le ayuda al ciego a que recupere la vista. ”No olvidemos que las exigencias de Dios están escritas en las miserias de los pobres” dice S. Vicente de Paúl. Nuestra tarea humana dice Bonhoffer es «orar y hacer justicia” La oración,  abandonando en tu vida el desafío de la justicia, es un contra sentido. La Noche oscura no te saca del mundo sino que te mete en él para rescatar la huella divina. Es difícil hacer teología hablando sólo de Dios sin mencionar los dinamismos de la vida, lo mismo con la oración. s

La oración si es de verdad, nos hace más sensibles a la suerte de los otros. A veces surge la pregunta -viendo los “resultados”- ¿Qué valor tiene la oración de petición por otras personas? Para mí sí tiene valor orar por  los tuyos y por la suerte de los otros, porque es un estado de tu alma entregado a Dios. Él lo fecundará.  La solidaridad nos salva, el orar unos por otros es una forma de tejer solidaridad humana y comunión universal. La comunión nos mete en la intimidad de Dios. A través del sufrimiento nos amamos y nos unimos,  también a Jesús, ya lo dijo él: ”LO que hagáis a uno de estos mis pequeños, a mi me lo hacéis” Tiene sentido en sí misma, esta oración, porque Jesús  le ha otorgado ese valor. Orar por los que sufren es una forma de comunión con el dolor del mundo y ello engendra compasión y ternura. La oración por los demás se puede convertir en una Eucaristía.  

La liturgia también es una forma de oración, lo que pasa que mayoritariamente  se ha convertido en rutina estéril, costumbre y/o cumplimiento, y se ha quedado sin espíritu. Repetimos oraciones  con palabras exangües  y las  ensartamos en retahíla, la mayoría de las veces, ajenas a la vida. La misa por ejemplo es el lugar donde la gente se reúne para dar culto a Dios.  Pero no hay tal reunión. Cada uno va a lo suyo. En misa, la mayoría de las veces somos soledades espirituales, rezando juntos, que no en compañía. Es un problema, es una suma de individualidades lejos de la comunión y, la liturgia de la misa no ayuda a otra cosa. Tampoco ayuda su Lenguaje  que reproduce costumbres ancestrales, estereotipos y gestos patriarcales profundamente hirientes que nada tiene que ver con Jesús de los evangelios, plegarias y lecturas que vienen consagrar y sacralizar la exclusión, minusvalía y desprecio de las mujeres, no sólo de ellas. Bien que conocía Teresa esto y se revelaba contra ello “Pues bien se yo Señor que no desdeñarás oración de mujer……. Si tenemos una idea reducida de la mujer, también la tenemos de Dios. Yo, a veces en misa, me parece que estoy jugando en otra liga.

Un apostolado burocrático y desalmado, eso es la pastoral en muchos lugares. El cumplimiento  sin más te lleva a ser un analfabeto existencial del espíritu. Nos hemos hecho ciegos a los tesoros de Dios. Qué lejos está de ponernos la experiencia en pie y despertarnos como dice Huidobro refiriéndose a la poesía “En realidad la poesía nos hace ver todo como nuevo, como recién nacido porque ella es descubrimiento, iluminación del mundo” “¿A ver cuántos salimos así de misa?

¿Cómo rezar?

Rezar siempre como aprendices: “no sabiendo los oficios, los haremos con respeto” escribe León Felipe. El valor de la oración no está tanto en que te conceda Dios lo que le pides sino en que descubras tú, tu propio tesoro y su vida en ti. Es una búsqueda tejida de escucha. La oración es  deseo, es hambre, el hambre de Dios. A la oración siempre le acompañará la sombra de la propia fragilidad  y vulnerabilidad, no importa,  Dios elige lo pequeño. ”La vida es así, calienta, enfría, aprieta y afloja, sosiega y después inquieta, lo que ella quiere de nosotros es coraje”, dice el médico y poeta brasileño Guimarao. Igual la oración. Con Dios sólo la vida importa. Experimentar contradicciones es bueno porque es aprender a vivir en la temporalidad de las cosas y cuanto más me aproximo a mi verdad más me aproximo a Dios. La oración  es tejer una relación con Dios en la que nosotros tenemos el hilo y Él pone la aguja.  

La oración es también un espacio de gratitud, de profunda gratitud. la oración es un espacio  donde la vida es devuelta y se hace autentica. Jesús oraba dando gracias a Dios por  las cosas buenas que descubría en los seres humanos: “Te doy gracias, Padre, porque has escondido estas cosa a los sabios y se lo has revelado a la gente sencilla” Mateo 11,25-27     Muchas veces pienso que haciendo esta afirmación tan singular Jesús sobre la capacidad de los Pequeños y afirmando que se revela en ellos, me pregunto, cómo la Iglesia no tiene un espacio,  no da la palabra y no escucha a los pequeños, donde Dios se revela, entre ellos,  nos encontramos las mujeres, que nos otorgan una “Fe minor” “La revelación es una experiencia que se vive en el alma”  dice Torres Queiruga. Las huellas de Jesús quedan siempre en el alma

Dios viene sólo sin que yo lo traiga. Sólo tengo que estar despierta, casi ni siquiera eso, es tanto, lo que empuja…

 La oración es también una forma de despertar y abrir los ojos, también de entrar en la alegría de Dios. ”Alégrate María porque el Señor está en ti”

Oración es aquella que se convierte en hospitalidad

¿Qué lazo vincula a la poesía con la oración?  La oración que es hospitalidad, no puede ser sino poética. Ambas beben de la misma gratuidad Fontal del ser

Escribe el poeta “Por qué cantar a la rosa/hazla florecer en el poema”. Me digo yo ¿Por qué cantar a Dios en la oración? Déjale florecer en ella. Celebra tu unión con el Creador, y descubramos el fuego de la primera luz que llevamos dentro, de forma que, cuando oremos se ponga el universo en pie.

  ¿Por qué no va a ser la oración como la poesía si ambas tienen hambre de infinito? ¿Por qué no, si Dios es un Poema infinito?

 

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