Hace unos días escribía sobre la preocupación por la interioridad y empezaba a escribir este blog. Hoy ya es tiempo pasado, estamos en confinamiento por una gran pandemia que está haciendo estragos a una buena parte de toda la población humana, y el dolor y el miedo atraviesa la vida. La situación personal de los que la sufren la enfermedad es insostenible para unos y profundamente inhumana, sin contar las muertes y el hambre que acecha.
Está cambiando el mundo, y no sabemos para donde irá. Es deseable que tome el rumbo de una vida más justa mejor para todos, una vida vivible. ¿Qué puedo hacer yo? ¿Cómo puedo poner mi granito de arena para que para la tierra un corazón?
He pensado que tengo una experiencia de vida, muy larga, muy variada, atravesada por la escritura y la palabra, que podía ser original y útil para aquellos que buscan que mejore su vida, emocionarse, preguntarse, ser compañía y que podría ayudar a caminar y encontrar sentido, o profundizar ese sentido. Y también para dar luz o compartir la que tengo, en estos momentos tan difíciles que estamos viviendo.
También para los que quieran simplemente curiosear o pasar el rato y expresarse. No son métodos ni recetas para vivir mejor.
Son experiencias, muchas de ellas son luchas con la vida y también con el Misterio, flores que se abren en la vida, su luz, su gozo, su dolor; lo finito con lo infinito.
Mi compromiso por una vida mejor como mujer, madre, médica para todos y todas y mi deseo de gustar la vida. La motivación de este blog es por tanto alcanzar con mis letras el corazón humano.