Sentir el roce de lo maravilloso de la existencia.
“El agua que le daré se convertirá dentro de él en manantial que brota dando vida eterna” Jn 4, 14
Del evangelio de Jesús y la Samaritana Jn 4, 1-45
Llevad a cada encuentro una brizna de amabilidad, bondad, respeto, verdad, honestidad, libertad, celebradlo dando vida eterna: el culmen de la plenitud humana, ofrecida, esperada y buscada, dar lugar a la subsistencia eterna en lo absoluto, en el misterio: “no tendrá más sed” dijo Jesús, de quien recibiera el agua que Él le diere. De esa experiencia brotará un dinamismo creador en el que se actualiza la experiencia de la creación del mundo que hizo a Dios gozarse en su obra: “y vio Dios que era bueno”. En nosotros ha puesto Jesús la posibilidad de vida eterna. Sentir el roce de lo maravilloso de la existencia. Yo nunca había reflexionado sobre el gozo de Dios en las obras creadas. Este gozo lo he visto en este manantial brotando en nuestra vida, bebiendo la vida de Jesús, su vida entera. ¿Cómo gozarnos nosotros en el gozo de Dios? Esto me lo pregunto cuando algún cura nos amenaza con las penas del infierno. ¿Cómo vas a gozarte en un Dios que te llena de miedo? El miedo ocupa siempre el lugar de la esperanza. No me gusta esa teología. Los miedos igual que los prejuicios bloquean la comprensión de la realidad, enturbian la experiencia y nos paralizan la vida. Los prejuicios son engendradores de forma de vida que nos obligan a perder la memoria, también la de Dios, y sustituirla por concepciones de la vida que se convierten en Ley. Cuando se apela al miedo al referirse a Dios, se está sustituyendo a Dios por los propios prejuicios educativos. Este evangelio tan profundo, tan diverso, tan hermoso con tanta experiencia de Dios y de la vida, nos invita también a una experiencia moral de discernimiento de nuestra vida espiritual y religiosa y no tomar el nombre de Dios en vano (Sobre los prejuicios se puede ir al texto del amor vulnerado) En este evangelio de la Samaritana, con toda la realidad que representa nos permite dar un buen sorbo del gozo de Dios. Justo libera de la imagen de un Dios que produce miedo. Jesús es el camino para llegar a la fuente de las fuentes, que está en cada uno de nosotros. Y ¿Qué es vida eterna? Yo no sabría decirlo pero me evoca el aliento de la creación: sacar bien, belleza, presencia de Dios donde no la había; sacar luz y vida donde no la hay; sacar convivencia justicia y respeto donde es imposible; sacar frutos y alimentos para todos “de la nada”, donde parece imposible.
“Vio Dios que era bueno”: Una forma de vivir sin negar lo que somos, comunicando el profundo misterio de la creación que es universal, perdurable, permanente, en comunión con toda la creación. Eso creo que ofrece Jesús a quien se acerque a él a beber, a quien intime con Él (agua viva)
Jesús elige el pozo del hombre bendecido por Dios para decirnos que Dios es el Dios de las bendiciones, no de los prejuicios, no del miedo, no de la venganza. Junto al pozo del hombre que soñó que el cielo se juntaba con la tierra, “ángeles subiendo y bajando del cielo a la tierra” El hombre que luchó con Dios. El hombre que cuidó de sus hijos y su ganado. El Dios que bendice y cuida su creación. El tiempo de Jacob y los suyos ya expiró. Lo viejo ya ha servido, yo traigo algo nuevo. Para todos los que tienen que apagar la sed de todos y que tienen que acabar con el hambre de todos: ¡¡agua vida!! Que tiene que permitir vivir a todos y todas ¡Agua Viva! El dinamismo creador al que nos invita Jesús si bebemos de Él (su vida entera) es separar la luz de las sombras y crear vida donde no la hay. ”No tendrá sed jamás pues el agua que le daré se convertirá dentro de él en manantial que brota dando vida eterna” ([i]) Hermosa promesa la de Jesús, Dios manando en nosotros, en nuestra misericordia, en nuestra justicia, en nuestra generosidad, en nuestra libertad. De su mano la eternidad brota de nosotros. La vida eterna es el amor de Dios que se desborda en nosotros. El amor que nosotros llevamos. Sólo es necesario disponer el corazón para recibirlo. En ello viene el dinamismo propio del desbordamiento. Amarnos nosotros, y amarnos entre nosotros. El dinamismo de la encarnación: capacidad de amar abundantemente la vida. Por lo que la vida eterna está llena de comienzo y de novedad. Ya no es el pozo de Jacob que nos evoca la perdurabilidad y la intemporalidad de Dios; Jesús pone en nosotros, en nuestro corazón la capacidad de perdurabilidad e intemporalidad en el tiempo que vivimos, pero de una forma determinada: Dar vida eterna. La pandemia me ha hecho reflexionar especialmente en esto, desde el grito unánime que hemos escuchado todos desde muchísimos ámbitos en la primera ola de la pandemia, y es, que «tenemos que salir mejores de ella», que» nos va hacer mejores»; creo que es un grito de culpabilidad, más que un firme deseo sobre algo que no hemos hecho bien, de que algo está yendo mal, también es un llanto. Pronto hemos sustituido el grito de salir mejores por la disyuntiva de la salud o la economía que es el grito de la segunda ola, siendo la economía el criterio del progreso, por el que se va optando. El grito de salir mejores surge de lo insoportable del sufrimiento, del miedo que nos acucia y también de la sabiduría interior de que algo no se ha estado haciendo bien; de forma implícita en la sonoridad y la sororidad del grito se estaba cuestionando nuestro modo de vida: el progreso, el progreso ilimitado, el progreso nuestro que está fundado y cimentado sobre el sufrimiento de los otros. Pero la vida eterna que plantea Jesús no es la otra vida, no es el futuro, es todo lo contrario del progreso ilimitado y de la ilusión de futuros mejores; dice que nosotros podemos dar vida eterna aquí y ahora por tanto en esta vida, en este presente, se convertirá dentro de él en manantial que brota dando vida eterna. Una experiencia de ser tocada por Dios, sentir el roce de lo maravilloso de la existencia. Él nos señaló el camino, que es la vida que nos trajo, la vida que nos da: la salud y la lucha por la enfermedad ocupa un lugar preferente y amplio en el evangelio. La lucha contra la pobreza, y la necesidad de alimentos para todos, cuyo relato y mandato está contenido de forma impresionante en la multiplicación de los panes y los peces. La lucha contra la injusticia, que es lo que recorre toda su vida y está en todas sus enseñanzas y decisiones, abordó todas las desigualdades e inequidades que generaba la religión y por tanto la sociedad de su tiempo, Un ejemplo de ello es este evangelio de la samaritana. Todo ello son las causas actuales del sufrimiento de hoy. En esta incertidumbre que vivimos sobre el presente y el futuro de todos ¿estamos como Nicodemo en la espera de la continuidad del pasado y por eso no vemos la luz de Jesús? o ¿nos situamos en el ámbito del reino de Dios que quiere que se levanten las desgracias de todos los hombres y mujeres? ¡Nacer de nuevo! Un nuevo comienzo, ¿estamos dispuestos a apoyarlo con todas las consecuencias? Dar vida eterna es trabajar por ello, en el aquí y en el ahora, ello aliviará el sufrimiento humano. Creo que para un cristiano no hay disyuntiva. La compasión de Jesús no tuvo frenos ni límites de ningún tipo: Dar vida eterna. Hacer fértiles las lágrimas de Raquel. Separar la luz de la oscuridad
.Jesús se va separando de las enseñanzas que son normas, costumbres y concepciones del AT y va desgranando su sabiduría a la mujer. El pozo del que has bebido ya no te sirve, Samaritana. Hay otra agua que se convierte en manantial en ti. La promesa de Jesús a Samaritana es convertir su corazón lleno de heridas y cicatrices en un corazón luminoso que dé vida continuamente. El amor de Dios nos hace gustadores de la vida, el dinamismo creador de Dios es donde nos mete Jesús, donde nos invita a entrar a sus seguidores y a ”separar la luz de las sombras, ver que todo es bueno” El dinamismo creador es el que crea vida donde no la hay. Lo que ofrece Jesús a Samaritana, es entrar en el dinamismo de la creación, lo que hace brotar el agua no responde a la necesidad, es el don de Dios, lo que me mete de lleno en la lógica de la encarnación que se extiende no sólo a María sino a todos los hombres y mujeres. Entramos a la intimidad de Dios no para quedarnos en ella, sino para llevarla al mundo. La oración que es una forma de intimidad con Dios se entreteje con el día y vuelve al corazón de Dios, con su vida. A través de Jesús nos convertimos si nos dejamos y consentimos como Samaritana, en manantial de Dios. Si bebemos de su vida, de nuestro corazón saldrá vida eterna. Jesús le abre a Samaritana a un horizonte de esperanza abriéndonos a interpretar el misterio de la vida. Nos invita a beber de su gozo, aún en medio de las desgracias. A crear una sociedad del buen vivir y del buen convivir. Una nueva sociedad es fruto de unas nuevas relaciones y una nueva organización dónde las necesidades humanas y la responsabilidad por satisfacerlas sean el centro de la vida. Este pasaje del evangelio, todo él, no es un texto de reposo, aunque Jesús lo protagoniza sentado, es un texto de acción con gran movimiento como es el espíritu de Dios, con grandes cambios de espacios, tiempos y personas e interconexiones plurales y diversas entre ellos. ¡Muy rico! Es un evangelio para la fecundidad, para el crecimiento personal, para el cambio de personas e Instituciones.
El agua de la vida eterna para apagar la sed de justicia, el cansancio y la fatiga del mundo. Esto es convertirse en manantial que brota. Jesús no plantea adaptarse al medio, sino transformarlo. Ser capaces de transformar este desierto en un mundo humano
“Tienes cinco maridos y éste tampoco lo es, le dijo Jesús”. Jesús no le dice a Samaritana de dónde saca el agua, le enseña a sacarla: le pone mirando a la realidad de su vida. Lo más interior de nosotros está fuera, reflexionar y entender la vida desde la propia experiencia, desentrañarla en la realidad vivida. Ve y busca a tu marido. No le amenazó con las penas del infierno. Hizo visible la realidad que ella vivía, sin condenarla ni rechazarla. Una invitación a hacer pasar las teorías por la experiencia vivida, a no empequeñecerse en la subordinación de la mirada masculina. Hacer frente a la realidad y buscar la mujer que eres, no la mujer que quieren ellos. Le invita Jesús a mirarse con sus propios ojos y no con los ojos estereotipados que han impuesto los varones. Aceptando la mujer la realidad, tomando conciencia, sobre todo, descubrir que ella, sin ellos, puede ser alguien, como así fue. Al tener contacto con Jesús ha empezado a vivir la verdad de su ser, una mujer que puede relacionarse con los demás por sí misma, y que tiene necesidad de los demás para vivir. Le da la posibilidad de vivir su deseo de no fatigarse “buscando agua” y asumir su nueva identidad, una nueva manera de ser con respecto a los otros, desde ella misma, vivir desde sus entrañas, donde mana el agua viva .Pasó la mujer de una realidad a otra radicalmente distinta. Esta mujer fue la primera persona que se convirtió en manantial de vida eterna y vivió en la intimidad de Dios. Le aceptó Jesús como interlocutora válida. A ella le dio su máxima amistad y confianza, le comunicó su identidad; y la mujer anunció a su pueblo la sobreabundancia de Dios que había conocido con Jesús. Vivió Samaritana con Jesús en aquellos instantes un tiempo privilegiado, el que atraviesa la eternidad. Dios bendice y fecunda nuestra historia, cualquier historia que sea nuestra verdad, cualquier verdad que sea. Sólo te tienes que fiar de Jesús y creerle; Créeme mujer, le dice Jesús a Samaritana; traigo un tiempo nuevo en el que se rompe el tiempo de la disparidad, y el dominio, de la subordinación y el sometimiento, cualquiera que sea, porque Dios no está arriba, está al lado, y así nos quiere. Pero tú también, Samaritana, tienes que desengancharte de los vínculos que te atan a tu desgracia, destejerte de ella
La iglesia hoy se parece poco a lo que se dirime en este evangelio que pide una desnudez y un cambio radical. Si no cambia la institución en la que se vive la fe, si es inamovible, nuestra fe se seca, se muere en la piedad cuando no en la superstición, devorada por el miedo, y la superficialidad y las irrealidades con las que se ha construido la espiritualidad ,desde los varones y desde los célibes, con valores propios de ellos. Las personas, mal llamadas laicas, (se nos define por exclusión y de forma negativa “laicos son los que no pertenecen al conjunto de los que han recibido órdenes religiosas”, es decir, los que no somos. ¡Somos lo que no somos!) Estamos sin modelos de espiritualidad propios, trazados desde nuestra vida. Caminamos con los zapatos de otro, y el camino de otros. La espiritualidad desarrollada por el mundo simbólico del célibe. Todas emanan de la vida “consagrada”, como si la nuestra no lo fuera, se inspiran en ella. Sólo el nombre “laico” agrava la enorme desigualdad que tenemos en la iglesia y agrava la disparidad no sólo de género, sino también de función y espacio de ser y realización en la iglesia. Desnudar las mentiras con las que hemos fabricado lo divino, a la medida de lo humano, y exclusivamente masculino va a ser una tarea, esto es lo que hace Jesús en este evangelio. Este evangelio leído en su totalidad invita a combatir los símbolos religiosos y culturales que conforman dicotomías excluyentes, y miradas que nos enseñan a excluir. Necesitamos un cambio profundo que no se producirá sino cambia la actual estructura.
Hemos pasado en este evangelio del pozo en el terreno, al manantial que puede crecer dentro de cada persona. De mirar fuera a los prejuicios, a mirar dentro, los bienes de la paz, la justicia, la libertad, el amor que están por llegar, que están llegando, si vivimos como Jesús vivió. Ya no es el Dios de Israel el que habla a un pueblo, es dios Padre que habla al corazón de sus hijos e hijas. Se rompen las identidades nacionales excluyentes, ni judíos ni samaritanos, ni sacerdotes y fieles, hay personas, hijos e hijas de Dios y eso exige relaciones fraternas; no sólo tenemos obligaciones para con Dios sino también para con los hermanos y hermanas. A todos se abre Dios, a todos los alcanza. A todos les ofrece un camino Jesús se abre en este evangelio, desde las particularidades a la universalidad, desde el prejuicio a la comunión y el espacio compartido. En Jesús florece la persona con su libertad, que se hace en relación con otros hombres y mujeres. Tú puedes ser un manantial, Samaritana; menudo regalo, menudo reto, menuda responsabilidad, menudo don; en ti “puede brotar y dar vida eterna”. No tendrás más sed… de los otros; no necesitarás beber del agua de su aprobación para vivir; de su reconocimiento, de su protección, de su autorización. Dios está deseoso de crecer en tu historia, Samaritana, parece que le dice Jesús. La que cuentan y sobre todo la que no cuentan. Se abre un nuevo tiempo inscrito en la dinámica del don, no la del poder, el don que es gratuidad. Creo que el simbolismo del pozo de Jacob es una imagen muy potente que junto con la imagen de ser mujer de cinco maridos nos invita a radicarnos en la historia, en la vida que somos y vivir dinamizando su fecundidad. Siempre se construye sobre algo significativo, no se levanta ningún proyecto si no es significativo para nosotros. Vuelvo a conectar con el misterio de la encarnación “nació de una virgen” dice el evangelio de Jesús. Nace también de la impotencia de nuestra vida. Jesús nos ofrece una fecundidad florida. El misterio de la Encarnación está en el dinamismo mismo de la vida, por ello de la vida misma surge la esperanza, saber gozarse con lo que tienes en el milagro de la vida, ponerlo en valor y dar futo con lo que eres; somos don, nacemos unos de otros; debemos convertir este don en tarea porque nos hace sujetos morales responsables de lo que les pasa a otros; de ello habla el papa Francisco en su encíclica “Fratelli Tutti”, darnos vida mutuamente. Una fecundidad florida que da fruto cada día. La temporalidad humana en la perennidad de Dios. Una invitación a ser espigas, granando los granos del granado.
Creo que los evangelios no se han leído e interpretado y acogido como experiencia viva de fe que han querido hacernos llegar los que la escribieron: experiencia viva. La esencia de la vida es el cambio, no puede ser siempre lo mismo. Hasta lo inesperado acaba en costumbre cuando se ha aprendido a soportar! Es muy triste! Creo que la mayoría de las veces nos explican el evangelio con la única función de completar y justificar una doctrina en vez de dejar surgir la vida de ellos; pierden su fuerza y su sabiduría. Ahora que estamos en Adviento prestar atención al evangelio en una espera desinteresada y gratuita de Dios, y el desvelará esa realidad divina que atesora la Palabra de Dios. Tal vez el grito unánime de “tenemos que cambiar”, de que “tenemos que ser mejores” haya crecido y venga también del viento del Espíritu, que nos avisa de que no hay tiempo y no debemos dejarlo pasar por alto. Tal vez así podamos vivir la eternidad, y gozarnos de nuevo en la creación y escuchemos decirnos “Y vio Dios que todo era bueno”
Continuará
[i] Le dice la mujer: – Señor, no tienes cubo y el pozo es profundo, ¿de dónde sacas agua viva?…
Le contestó Jesús: -El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; quien beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, pues el agua que le daré se convertirá dentro de él en manantial que brota dando vida eterna.
Le dice la mujer: – Señor, dame de esa agua, para que no tenga sed y no tenga que venir acá a sacarla. Le dice : -Ve llama a tu marido y vuelve acá.
Le contestó la mujer: -No tengo marido.
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