Los peores trastornos, los trastornos de la conciencia, tal vez invisibles; pero poco a poco, se pudre el alma y el destino de un pueblo” BRUCKBERGER.
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Desde hace unos meses vengo dando vueltas a este cambio tan grande que se ha producido en nuestra manera de ejercer la medicina; me pregunto qué consecuencias tiene para la vida y la salud de la gente. Y además, me hago otras preguntas que también tienen interés. ¿Qué consecuencias tiene para la sociedad en su conjunto? ¿Qué imagen social se pretende dar del quehacer del médico? Y en lo más profundo ¿qué tipo de sociedad se está fabricando?
Hablo desde la Atención Primaria que es mi campo. El hecho de que en los últimos meses, se nos esté cambiando continuamente de nuestro puesto de trabajo; y, recorramos diferentes consultorios para prestar servicios; hoy aquí y mañana en otro lugar; a otros les mandan a tu consulta… Me pregunto ¿por qué? ¿Son tan malos gestionando? Dándole vueltas a este problema, escucho unas declaraciones del Sr Lasquety, consejero de Sanidad, de la Comunidad de Madrid, que me abrumaron e indignaron; pero que me dieron luz para saber qué estaba pasando y, discernir mejor lo que se está construyendo. Dijo: “En Madrid la Sra Esperanza Aguirre, privatizó hace 10 o 12 años la recogida de basuras, y no pasó nada ¿por qué no se va a poder privatizar la sanidad?”. Después de salir de la perplejidad empezó a cobrar sentido este trasiego de pueblos, consultas, personas; y, que sea el ordenador el que te marque el ritmo del trabajo. Se trata de romper las raíces para fabricar otra cosa. Se trata de la dilución de lo íntimo, lo nuclear de la persona; se trata, de la despersonalización de la relación médico – paciente, de romper vínculos o impedir hacerlos; disolver la conciencia; se trata de la destrucción del sujeto.
Con este ritmo se nos está abocando a trabajar en un: “se ve, pero no se mira; se oye, pero no se escucha”, algo que se agrava con los inadecuados programas informáticos (que no con la tecnología).
Las significaciones sociales sobre la práctica de la medicina, cambian constantemente, como así debe ser, cambian con los avances científicos, culturales, tecnológicos y sanitarios; y, con la riquísima incorporación y protagonismo de los otros agentes sanitarios: enfermeros y enfermeras, trabajadores sociales, psicólogos, administrativos. Pero, la equiparación de la gestión del Sistema Sanitario con el sistema de recogida de basuras, es altamente alarmante, e injusta socialmente; y muy ilustrativa de lo que se está construyendo. Llevamos años que se nos está nutriendo con un vocabulario económico y financiero: rentabilidad, eficacia, productividad, recortes, endeudamiento, austeridad… Privatización; y, el resultado de esta digestión es: La salud es un producto más que debe ser comercializado, y entra en la dinámica de los mercados, sacándola de su ser natural que es la vida de las personas ¿Nos reconocemos los médicos y médicas en estas palabras y estos conceptos?
Este lenguaje, pretendidamente moderno, está creando una realidad: un nuevo ethos medico, que incide también, sobremanera, sobre el tipo de sociedad que estamos creando. La medicina es una institución que por su misma naturaleza está íntimamente ligada con la vida de los sujetos que la constituyen; de ahí, la importancia de su praxis. En el modelo médico que se está “apagando” se miraba a los pacientes como sujetos, con procesos de vida propia, diferentes unos de otros. Este modelo de ser médico (y dentro de este modo de ser, todo el personal, sanitario y no sanitario) que por estar expuesta la práctica a la mayoría de la población, convoca un modo de ser determinado: un modo de estar en una sociedad donde prevalece el sujeto: Donde la dignidad, la intimidad, el sufrimiento, la enfermedad, el respeto a la debilidad, y a lo no productivo, la excelencia en el trabajo y la investigación, es una ética social que está evocando y convocando continuamente un modelo de sociedad determinada; donde las personas y sus necesidades sean lo que dinamice la vida. La institución médica es un modelo social (no digo que modélica) pero es una escuela de valores que la están cerrando, porque se está construyendo una nueva profesión cuyos valores los marca el mercado y el sistema financiero.
Tenemos que esforzarnos por analizar, comprender y, denunciar, lo que está pasando. Tenemos también que discernir nuestra propia responsabilidad en este desatino, que la tenemos, y mucha. Hay una vinculación clara entre el ser médico y el hacer del médico. La práctica médica ya no la construimos nosotros; nos la están edificando otros. Nos estamos convirtiendo en administradores. Se está “desalmando” el ejercicio propio de la medicina, que creaba y sostenía valores para la sociedad en una continua autopoiesis, donde prevalecía el sujeto, la autonomía, y el vinculo profundo de la relación. Se está perdiendo de vista el eje vector de la misma: la respuesta a una petición de ayuda.
Al destruir esta escuela de ética y convivencia, que ha sido en general la práctica médica, se destruye una forma de Sociedad. Hay una vinculación clara entre el ser médico y el hacer medicina, y unos valores sociales. Caminamos a una medicina sin sujetos; y una sociedad sin sujetos, es una sociedad en sumisión, sin libertad, en definitiva, una sociedad de esclavos. Por este camino que vamos, en mi opinión, seremos simplemente figuras administrativas o recaudatorias, dejando al lado el “arte de curar”, Y cómplices de esta sociedad sin sujetos. Cuando se mata al medico, nuestra sociedad muere. Lo dice mejor María Zambrano: “Si hubiera que definir la democracia, podría hacerse diciendo, que es la sociedad en la que no sólo está permitido, sino exigido, ser persona”.
María Isabel Serrano González
Directora de A tu Salud
He abierto tu bloc, menuda tela hay aquí para leer. Gracias !
Hoy, lo tuyo i el Le Monde Diplomatique en español de abril que acabamos de recibir nos da alegria de leer i preocupación de ver por donde andamos…!
Solo me ha faltado escuchar la Merquel ( de derechas!!) y hay que ver que sabiduria…Te lo reenvio por Whats app.
Gracias. Es una alegría