La libertad de Dios y la libertad de las mujeres
Levántate amada mía hermosa mía
“! Hay que matarla ! ¿Tú qué dices?” Del evangelio de Jesús y la mujer adultera Jn 8,1-11
Va condenada ya. El peso de la Ley por ser mujer. La mujer en silencio que era lo suyo, no tenía voz en el pueblo judío, ni voluntad; el casamiento lo acordaba el padre. Estaba para servir los intereses del padre y del marido, y sus suegros, por lo que el matrimonio era altamente probable que saliera mal y que el adulterio no fuera la excepción sino la regla.
Irrumpen la armonía y la paz de Jesús con sus seguidores, dice el evangelio que “Sentado los instruía” Jn 8,1. El contraste hace aún más violenta la escena. Traen a una mujer, herida y violada su intimidad, a exponerla a escarnio público.
“Los letrados y fariseos le presentaron una mujer sorprendida en flagrante adulterio, la colocaron en el centro y le dijeron. ¡La ley de Moisés ordena que dichas mujeres sean apedreadas! ¿Tú qué dices?” Jn8, 3-5
Dice el evangelio que Jesús guardó silencio y que se agachó. Aparece entonces ante nosotros una imagen poderosa; la imagen desafía la mirada retándonos a abarcarla entera, y que podamos ver más allá de lo que lleva dentro, porque tiene mucho contenido: Lo que queda a los ojos son los fariseos, los letrados, los ancianos y autoridades religiosas arrastrando a una mujer “sorprendida en adulterio” para su condena y ultraje pero en la imagen falta el varón que también cometió adulterio; al varón no le iban a condenar. Tenían los varones privilegios sobre las mujeres. Dice el evangelio que “Jesús no contestó y se agachó”. Jesús no se pierde en la maraña de prescripciones. Lo esencial para Jesús no está en los preceptos, lo esencial para Jesús siempre tiene rostro.
Se agachó y obliga a los líderes religiosos a que vean el rostro de la mujer. Nos obliga a nosotros a ver su rostro.
En este pasaje se nos da información de muchos gestos y posturas, nos descubre espacios distintos y lugares que son habitados con significado diferente. Ya en el templo, por un lado, el grupo de varones y élites religiosas, por otro, la mujer que no forma parte de la sociedad para tener derechos, pero que sí para recibir castigo. Llegaron los fariseos……….” Le preguntaron para tener de qué acusarlo” Jn8, 6. La impactante imagen que llega a nuestra retina se me antoja como si en ella quisiera representar todo el paso por la historia de Jesús, en la que llevó a cabo una redefinición de lo visible y por ende una reconfiguración del mundo sensible de lo anónimo, lo insignificante, lo desechado, lo ignorado y lo no conocido: El paralitico, el ciego, el endemoniado, la hemorroisa…. la adúltera, que ocupaban el espacio desagradable, deshumanizado que se corresponde con lo que esa sociedad entendía como lo inferior, el pecado, la mancha, lo bruto; Jesús los pone en el centro de sus preferencias, de sus enseñanzas. Dicha operación supone una alteración del régimen visible imperante hasta ese momento, con Él, también tendrán visibilidad y por tanto existencia los desechados. Un cambio revolucionario: ”Pretendo reavivar la espiritualidad revolucionaria de Jesús” dice Pagola
Jesús a su paso por la vida, introduce sujetos nuevos y vuelve visible lo que no era, hace que sean percibidos como hablantes aquellos que no lo eran, en una operación basada en la intervención en la vida por parte de los que hasta ahora no habían tenido parte: los rechazados, los ocultos, los ignorados, los condenados por la moral rampante. Sólo la vista desarrolla la compasión y la ternura. Ya en sentido inverso lo dice nuestro refrán” Ojos que no ven corazón que no siente”: la compasión se desaloja de ti.
Retrata este evangelio a su vez a una élite religiosa privilegiada en su abuso de poder y la manipulación de Dios para sus intereses.
Jesús da una vuelta total a aquella sociedad religiosa, excluyente y segregadora, y nos marcó el camino a seguir, sin ambages: Es un reparto nuevo de lo sensible que se inspira en la igualdad de todos los seres humanos ante Dios. ”Creados todos a su imagen y semejanza“ !Todas y todos tienen voz , palabra y lugar! Un cambio total del punto de mira, totalmente alejado de los modelos de exclusión, subordinación, de los modelos de dominio que eran la base cultural de la experiencia religiosa de aquellos hombres ¿Es consciente la iglesia de la envergadura que tiene esto? A tenor por los escasos resultados del Sínodo en lo que se refiere al sistema clerical que domina la iglesia, creo que no.
La incapacidad de consensuar la presencia de las mujeres en la iglesia y el espacio de los laicos, da cuenta de la cerrazón que la gobierna. La iglesia apela a la fraternidad; pero una fraternidad desigual. Unos mandan y otras obedecen. Unos son dueños de los códigos morales, y otras, al obligado cumplimiento. Nos han dejado sin tierra donde pisar porque la fe nos ha sido dictada. Sin suelo no hay raíz, y la iglesia nos ha quitado el suelo a las mujeres. No hay suelo para nosotras donde poder decirnos a nosotras mismas, y poder decir a otros. Nos han educado de forma tan subordinada y dependiente, y silenciadas, que no sabemos reconocer nuestra sed de Dios, ni contarla con palabras propias. Esto es muy grave.
Si los relatos del evangelio los leemos como episodios aislados, se nos escapa el enorme calado de lo que hizo Jesús en su paso por la historia. Todo está enhebrado con todo, y ello le da otra perspectiva a los distintos temas. Todo ello configura un gran telar, donde se tejieron y se tejen muchas mujeres y muchos descartados. En los anteriores pasajes las mujeres tuvieron una comprensión notable de la salvación que traía Jesús, y Jesús se fio de ellas, contó con ellas, haciéndolas visibles, dándoles voz y protagonismo dónde antes se lo negaron.
La compasión es patrimonio de casi todas las religiones, pero la visibilización de las víctimas, y desposeídos, el rescate de la periferia de los mismas y su centralidad en la mirada de Dios es patrimonio de Jesús de Nazaret. Una compasión que subvierte el orden establecido. La consecuencia de lo que hacía Jesús suponía un enorme cambio social y el derribo de los privilegios elitistas, y la recuperación de derechos de los excluidos; no me extraña que ante tal cambio, lo buscaran para matarlo. Jesús no calló ante las injusticias, sus acciones suponían una gran denuncia y, con sus enseñanzas reconfiguró los espacios de visibilidad, también de las mujeres, que las rescata del ámbito doméstico, de la no existencia como ser social.
La mujer acusada de adulterio, que permanecía en el centro, configurando un espacio de confluencia de voces de todos aquellos sujetos marginados que no habían tenido parte en los espacios visibles que el poder y las élites habían diseñado. Ahí estaban las mujeres y el control tan aberrante del cuerpo de la mujer a través de su intimidad. Rompe Jesús ese destino. “Yo tampoco te condeno” Jn 8,11 “Él ilumina nuestros ojos del corazón” Efe 1, 18 y pone los ojos donde tienen que mirar.
Las mujeres no existían en sí mismas, lo hacían en función del marido, las solteras y estériles estaban profundamente repudiados, algún pasaje del evangelio informa de ello. Desde el mundo patriarcal el adulterio en la mujer era un problema porque ponía en juego la honra y honorabilidad del marido. El “recato” de la mujer era su honra. Sólo la mujer, para ellos, era sujeto de castigo y escarnio. Pero el adulterio es cosas dos. Todo el aparato represor masculino había caído sobre ella, fariseos, escribas, ancianos. La mujer arrancada del lecho, en medio de ellos, responsable de una culpa óntica, ella sola, no traen al compañero de cama. Sólo ella es culpable, y Jesús contraviniendo todas las leyes levíticas, no la condena. ”Yo no te condeno”
Jesús en este evangelio deja ratificado que no se trata de un simple arreglo de lo anterior lo que él pretende, se trata de algo nuevo, que pone en peligro lo viejo: No se puede estar a favor de Dios, pretender ser piadoso, de moral intachable, y en contra de la mujer. ”Quien de vosotros esté sin pecado , tire la primera piedra” Jn8,7. La hipocresía es el otro tema presente en este pasaje además de la violencia. La hipocresía y el adulterio aparecen juntos en este evangelio, da que pensar.
Los varones se otorgan el privilegio de definir lo que es pecado y lo que no. . El pecado conceptualizado a la altura de los ojos de los varones. La propia experiencia y conocimiento del mal o sobre el mal de las mujeres, no cuenta. Quien controla tu miedo, te dirige, te somete .Esto ocurre a día de hoy en la iglesia. Sólo los varones tienen el privilegio de hacer las normas morales y definir la moralidad de las mujeres. ¿Esto es asumible hoy? ¿Una moral de hombres solteros para mujeres, y mujeres casadas? “¿Cómo puede ser la justicia de Dios distinta en su voluntad, para el hombre que para la mujer, si es justicia, y Dios es justo?
La libertad más íntima, la que más dañada lo está por constructos simbólicos patriarcales, “Sorprendida en adulterio” ¿Venía vestida la mujer? La arrancaron del lecho los vigilantes de la moral. La intimidad conforma la humanidad, nos conforma como sujetos, la intimidad como reducto imprescindible del yo humano, profundamente violentada, expuesta al público, amoratado su pudor, es una de las cosas que cuenta este evangelio ;y visibiliza una vez mas lo que anunciaba: “Todos y todas son los destinatarios del amor gratuito de Dios, no importa lo que son, si obedecen o no a las leyes, si son piadosos o no; Dios está en medio de nosotros y busca nuestra intimidad”· J Lanccelotti
Este evangelio habla de la crueldad punitiva y misógina: las mujeres víctimas del aparato moral de los varones. Obligada a cumplir una ley que sólo podía castigarla, no ampararla, es una enorme crueldad. A ella la llevan ante Jesús como escoria humana, por ser mujer y por “la mancha” del pecado; al compañero de adulterio se le exonera. La violencia de no ser nadie para la ley que vivía la protagonista y ser propiedad del hombre, como rezan los mandamientos: “No desearás la mujer de tu prójimo”. No existe un mandamiento a la inversa. La mujer convertida ya, en objeto de deseo del varón.
¡Un evangelio que apunta a la opresión entre sexos, a la subalternidad de la mujer y su anulación como sujeto de derecho! Buscadores de pecados, a fin de cuentas (espías) de la vida ajena, condenadores profesionales, de visión encogida, reprimida, de mirada parcial, de corazón corrompido. “Quien de vosotros esté sin pecado que tire la primera piedra”Jn7, 7
Los itinerarios de vida que la Iglesia ofrece a la mujer son fuertemente patriarcales y por tanto humillantes; a pesar del fracaso del gobierno masculino de la iglesia, siguen en sus trece: Ahí están los abusos sexuales, con el derrumbe de la credibilidad de la iglesia y que la iglesia española sigue sin ver; la esterilidad sacramental que no produce hombres y mujeres nuevos, y causa un enorme tedio a los que aún seguimos en ella….el clericalismo narcisista
La Iglesia es fuertemente responsable de la violencia de género. No hay campañas suficientes para borrar esta lacra. Ha enseñado a la mujer a aguantar: “Cásate y se sumisa”, lo explica “muy bien”. D. Javier el que fue obispo de Granada. Esta antropología y doctrina que está en el ADN misógino de la iglesia la tiene que abandonar , no por paridad, sino por ser necesario y conveniente. Es incompatible con el evangelio de Jesús. No deja de preocuparme que entre los temas de las mujeres en el Sínodo no haya salido la violencia que sufren las mujeres en el mundo por el mero hecho de serlo y en la iglesia, las casadas, por la moral específica para ellas.
Para entender nuestra relación con Jesús, tenemos que entender su vida y por qué lo mataron. La presencia de las mujeres en vida y en ambos acontecimientos, cruz y resurrección, señalan un continuo que no podemos separar. Y la iglesia lo ha obviado no haciendo un desarrollo teológico de ello. Las mujeres representan la vida de Jesús, la recuerdan, la hacen inmortal siendo compañeras de él hasta en su muerte, no huyeron ¿Silenciosas? ¡Silenciadas!.
La lógica de la individualidad dependiente es antievangélica. Jesús en esa visibilización de los marginados y su marginación, introduce en la historia, sujetos en plenitud y liberados de sus cargas opresivas ,que no es un tema menor.
La concepción de la vida de forma patriarcal y machista perjudica a todos, no sólo a las mujeres, porque desarrolla una normativa que consagra la desigualdad y la preeminencia de unos sobre otros, sometidos a una disciplina de la obediencia ciega, cuando la dinámica de la Encarnación es el consentimiento.
La posición de la Iglesia sobre las mujeres, las grandes orientaciones y decisiones en la Iglesia son un espejo para el mundo. Un espejo que aún hoy es una lacra para las mujeres, para la cultura, y en ello se miran todos los machismos.
Jesús reconfiguró los espacios de visibilidad y dio voz y autoridad a las mujeres. La iglesia se la ha quitado. En una Iglesia dirigida por varones no hemos sido capaces de descubrir todo el pecado que se encierra en el dominio y supremacía del hombre sobre las mujeres ejercido de muchas maneras dentro y fuera de la iglesia. No se puede tolerar ningún allanamiento de la dignidad. La Iglesia rebaja a las mujeres y con ello rebaja el evangelio.
“Yo tampoco te condeno, Ve” Jn 8,11 Proclamó Jesús la libertad de Dios, Dios no estaba atado a sus normas ni a sus formas de poder, y proclamó la libertad de la mujer: VE
La imagen de la que hablaba al principio, que desafiaba nuestra mirada, es compleja y muy profunda, para mí, llena de sentido, porque anuncia un cambio radical y de rumbo de la sociedad de aquel tiempo y siendo seguidores de Jesús nos sigue desafiando a dar una respuesta en nuestra sociedad y en la iglesia. Desafía nuestra libertad y a aceptar la libertad de Dios. Una invitación a caminar con el rostro levantado iluminando todos los rostros invisibles del mundo que están arrojados a la oscuridad y las tinieblas. Ponerlos rostro, darles voz. No hay profecía si no se rompen los límites, tradiciones y convenciones. Jesús los rompió todos en este evangelio:
“Levántate amada mía hermosa mía Ven a mí Paloma mía” Cantar de los Cantares””
Dejemos crear a Dios algo nuevo entre nosotras y nosotros.
“No separaré mis ojos de las víctimas en mi corazón, dice el señor
De la salida del sol hasta el ocaso, sea alabado el nombre del señor.
Levanta del polvo al desvalido,
Alza de la basura al pobre
Para sentarlo con los nobles,
Y pone frente a su casa a la estéril
Madre feliz de hijos. Aleluya. Salmo 113
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