Con las manos atadas.

 

 

                                    “Pilatos, entonces, tomó a  Jesús. Y mandó azotarlo” Jn 19 , 1 

 

Te han puesto correas

Para que no sigas bendiciendo.

 

Te ataron las manos,

Porque asusta repartir el pan.

 

Te ataron las manos

Porque tienen miedo a las caricias.

 

Te ataron las manos

Porque bendecías a los pobres.

 

Te ataron las manos

Porque acogías con ellas.

 

Te ataron las manos,

Porque tocabas los ojos

Y llenabas de flores la mirada.

 

Te ataron las manos

Porque dabas voz a los sin voz,

Y trinaban como pájaros

Glorificando tu nombre.

 

Te ataron las manos,

No quisiste convertir en pan las piedras,

No eras un mago,

Amas tu creación

y quieres que siga.

Te ataron las manos

Porque no rompes tu palabra,

la simiente de la creación crece en la espiga.

 

Te ataron las manos,

Porque no les gustaba la alegría

Del vino en la fiesta,

Que llegó del agua por ti bendecida.

 

Te ataron las manos,

Porque no soportaban el perfume

De la puta que amó mucho,

Porque te dejaste tocar

Y no la echaste de tu lado

La llenaste de jazmines y de rosas

 

Te ataron las manos,

Porque tenían miedo

Al viento de la vida,

Y con tus manos señalas el camino

Sembrado de lirios y de esperanza.

 

Te ataron las manos,

Porque alzaste la barca

y en lo alto se llenó de peces

y había para todas las mujeres y los hombres

 

Te ataron las manos,

Porque cogiste la jarra de la mujer de los 5 maridos,

La extranjera,

Bebiste de su agua.

Te hiciste visible  a través de ella.

 

Te ataron las manos,

Que marcaron el ritmo de los tiempos,

Las notas, las cadencias, de las Bienaventuranzas.

 

Te ataron las manos,

Porque partiste el pan y se llenó de flores y golondrinas

La vida

Repartiste el vino de la fiesta de la vida,

y la fiesta duele a los corazones cerrados.

Te ataron las manos,

Que lavaron y acariciaron los pies de los apóstoles

Porque te desnudaste ante ellos,

y tenemos mucho miedo a la verdad,

y a nuestro cuerpo.

 

Te ataron las manos

que sudaban ante el miedo en los olivos,

Manos que se abrieron a todo el miedo del mundo

Que se retuerce en su dolor,

y te hace humano y hermano.

Tus manos que fueron como

Árboles  y estrellas en el camino.

Hoy te las siguen atando,

Usureros que racionan y venden tus bendiciones

Te ponen correas, las correas que atan sus almas.

 

En manto púrpura te envolvieron,

Tú a nosotros, en un manto de ternura.

 

 

Te ataron las manos,

pero en la cruz no pudieron

Con  tu amor

Ni tu dolor

¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?

Tus manos

Se abrieron como mariposas

Dentro del corazón de los hombres.

Querían sujetarlas,

Tuvieron que soltarlas

Para poderlas clavar

En la gran cruz de todas las infamias

 

Llenas de historia

Llenas de vida

Llenas de bendiciones

Escrito llevan mi nombre

Y el nombre de todas las que repiten tu historia

Y la llenan de bondad, aunque no te conozcan.

Sonoras manos de Luz

De amistad y de belleza

¡Manos inmensas,

Grandes como el cielo!

El amor respira por tus manos

 “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”

Se estremeció el mundo, el dolor y la desgracia,

Y el rostro de Dios

Floreció en aquel madero.

En ellas se rasgó el silencio,

Se fecundó el amor

En un profundo Misterio,

Alumbrando el corazón de la vida

¡Brotó Dios en ellas!

Manos grandes,

Manos liberadoras,

Manos inmensas como el Cielo

Manos luminosas de todos los hombres y mujeres

Sembradores de Bienaventuranzas,

Manos que bendicen.

Con ellas tocamos

El umbral de la aurora.

 

 

 

.

 

 

 

 

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