La mujer que preguntaba
“Si no tienes cubo ¿Cómo vas a sacar agua? ¿De dónde lo sacas?”
Del evangelio de Jesús y la Samaritana Jn 4,1-45 nota [A]
Buscar las claves de la experiencia que se vive es una actitud profundamente responsable. Lo propio del ser humano es vivir, pero no vivir simplemente, sino preguntarse por el sentido de la vida, por el sentido del mundo, y dónde nos situamos nosotros. Esta es la pregunta radical que podemos hacer de muchas maneras como hizo Samaritana porque de ellos surge la mirada al futuro. Ella no dejó pasar la inquietud que le produjo el encuentro con Jesús ¿Cómo tú siendo judío me pides a mi mujer samaritana de beber? Explorar y transitar cualquier perturbación del alma –no dejarla pasar- es importante porque es una invitación a conocer algo verdadero de quiénes somos, o qué parte de nosotros está sufriendo o está abandonado. Te pone en contacto con la realidad y esto es sanador. Las preguntas a veces son síntomas de algo que nos incomoda dentro, son gritos que están ahogados dentro, pero otras veces son faros, son luz porque nos centran en nuestras necesidades y nuestro verdadero ser. A veces son dolorosas porque señalan el mal. Preguntar libera, libera angustias y deja espacio a la luz que también libera y crea espacios de libertad y responsabilidad. Preguntar es un proceso profundamente ético porque en las preguntas observas y analizas los hechos, lo que vas viviendo, las consecuencias que tiene y las responsabilidades que tenemos. Nos ayudan a entender y percibir el horizonte que buscamos, por tanto las preguntas son morales porque nos comprometen y responsabilizan. Son un campo ético en sí mismas no sólo en el contenido, sino, por el mero hecho de poder preguntar. En este caso del evangelio la mujer hizo varias preguntas y comenzó con una inquietud, el desencuentro de pueblos y personas; un tema muy candente hoy en día tanto en la sociedad como en la iglesia. Una realidad que levanta ampollas. Las preguntas son también un deseo de luz y de avanzar; es decir hablan de nuestra esperanza .Si seguimos el hilo de este texto del evangelio, veremos cómo Samaritana hace la pregunta nuclear que bullía en su corazón porque en ella estaba todo el dolor de su pueblo, pregunta por el sentido que se tenía de Dios y cuanta verdad había en sus religiones: ¿Dónde debemos dar culto a Dios? Las formas de hacer el culto que era la causa de sus rivalidades y odios y de sus intransigencias. Setecientos años de rivalidad son setecientos años de odio y rencor incubado. Son setecientos años de ceguera moral. En el fondo preguntaba cómo podemos acabar con el odio, y la hipocresía. Hoy me pregunto yo cómo podemos dejar de utilizar a Dios como excusa para alimentar nuestros fundamentalismos y odio, para hacerle fuente de poder. Dos mil años mirando a otra parte en este tema. Seguimos utilizando a Dios para nuestros intereses, y en contra de otros
La inesperada trasgresión de la norma revela que el estado de cosas que habíamos aceptado como naturales está sometido a cambios y este evangelio nos lo muestra. Jesús propone un cambio radical y rompe en el encuentro con esta mujer todas las prescripciones judías de la pureza. ¿Cómo tú siendo judío me pides a mi mujer samaritana de beber? La pregunta de Samaritana es la pregunta ética y moral ¿qué estamos haciendo, rompiendo con nuestra tradición? ¿Quién eres, quién soy, realmente? ¿Qué consecuencias tendrá sobre nosotros y sobre otros esto que estamos iniciando?
. Las preguntas pueden ser también un alto en el camino para que entre la vida, también la vida de Dios, nunca son una infidelidad, ni por supuesto falta de fe; desnudan nuestras necesidades y hacen que afloren y las reconozcamos, traen a la luz lo que nos hiere en los más íntimo, lo que ignoramos, lo que deseamos, lo que incomoda, lo que duele, nuestros deseos e inseguridades, nuestro deseo de saber y conocer, nuestro deseo de ser, nuestra esperanza. En una palabra, nuestra verdadera vida que muchas veces somos ciegos a ella. Liberan nuestra verdad. Ella no preguntaba por preguntar. Las preguntas hablan de nosotros.
Le recuerda Jesús a Samaritana los cinco maridos que ha tenido. Ella sabe mucho de desencuentros, de descalificaciones, de humillaciones, de exclusiones, de intolerancia, de prejuicios y repudios. ¿Cómo no iba a ser sensible del daño y la erosión que ocasionaba el desencuentro y el odio entre sus pueblos, judíos y samaritanos? A ella la hería la verdad que vivía, la identidad que la otorgaba la religión de su pueblo, una identidad a la baja. ¿Cómo no iba a dudar de ese dios? Cuando nos hacemos preguntas es bueno que descubramos cuál es la pregunta real que está empujando y quiere salir, es decir ¿qué hay detrás de lo que nos inquieta? Tratar de explorar hasta el fondo y ver que nos inquieta realmente, qué pregunta no pronunciamos por indiferencia o por miedo a hacerla, o por ceguera voluntaria. Ello nos dará mucha información de quiénes somos nosotros. Se pregunta para saber. Se pregunta para vivir
No surge el conocimiento sólo en la racionalidad también surge en el corazón y tiene su propio lenguaje. ¿Qué hay detrás o qué sostiene nuestra pregunta por Dios? ¿Qué dinamismos cognitivos, síquicos y espirituales la sostienen? Es importante sacarlo a la luz, tan importante como la propia pregunta. Tuvo que ser muy grande la sorpresa de Samaritana que un judío le pidiera de beber y además sentado en su propio territorio, podríamos nombrarlo como una extrañeza, una disonancia cognitiva que ella no dejó pasar sin explorarlo, y por ello pregunta. Al preguntar se abre un espacio de relación (en el evangelio entre Jesús y ella), y se abre un espacio también para la justicia: un encuentro entre distintos donde se produce un consentimiento que no es tolerancia, un consentimiento donde no se niegan ni se excluyen el uno al otro. Vemos juntas dos personas profundamente contrarias e incompatibles desde el punto de vista social cultural y religioso, y hablan y confían el uno en el otro.
La pregunta permite ver el horizonte de la relación como hemos visto en este pasaje, e instaura un dinamismo de apertura, de acogida, de interés, de hospitalidad mutua: el mayor disolvente de la cerrazón, la ceguera, y la intransigencia. La pregunta te descubre y por tanto te ayuda a reconocer y vivir en el ser que eres radicarte en la historia que eres, vivir y dinamizar su fecundidad como samaritana .Tu verdad, te saca de la ignorancia. Sólo así podremos tender puentes verdaderos de concordia y verdad. Jesús es Dios que atraviesa la experiencia humana, pero experiencia, no ideas.
Ante las pregunta siempre hay sentimientos detrás, búsquedas, interés, asombro, dolor, curiosidad, necesidades. A veces son las mismas preguntas que nos hacemos, pero las realidades son nuevas. Por ejemplo en la pandemia y sus conflictos, nos podemos preguntar igual por el sentido de la vida y la dirección que tomamos, no se trata tanto de darles las respuestas, y mucho menos las que ya sabemos y que son automáticas, por ejemplo el tan manido perdón, compasión…. Sino que se trata de desentrañar la experiencia que hay en ella y ver que caminos y horizontes te abre. Así empezó la amistad de Samaritana con Jesús, preguntando, como él mismo hacía siempre, y le abrió el horizonte de una fecundidad florida.
No tienes cubo, no tienes pozo, no tienes agua le dice a Jesús Samaritana. El realismo de la mujer, pero con un corazón tocado por Jesús. Algo me dices que no entiendo y que quiero comprender es lo que expresa la pregunta de la mujer ¿De dónde te viene el agua viva? Ahí está el agua viva buceando en el alma de Samaritana, demostrando una vez más las posibilidades de las heridas y las fisuras de la vida como posibilidad de nacer a algo fecundo. Sólo aflora con la pregunta. La vida nos brinda continuamente situaciones que nos pueden llevar a una experiencia profunda como a Samaritana en el común trabajo de las mujeres de acarrear agua. Ya lo decía Santa Teresa que se encontraba con El, trajinando con los pucheros tanto como con su pluma. Santa Teresa preguntaba mucho, sobre la vida de la iglesia y sobre todo a Dios
El tiempo que inaugura la libertad comienza con preguntas pero no podemos decir que la libertad sea de origen intelectual, la pregunta libera el ser en busca de verdad y verdades, en busca de vida. Es muy sugerente este evangelio que protagoniza una mujer y que esté trenzado de lugares, espacios, tiempos y personajes; está lleno de referencia a todo ello: La casa de Dios y la casa de los hombres y mujeres se comunican. El mensaje de Jesús es: Venid vamos a ser amigos y amigas y así la vida será más fácil para todos. La pregunta facilita un camino de amistad. Los prejuicios y las fronteras y las mentiras y la ignorancia impiden la vida y se oponen a ella, y parece que no tiene solución; los prejuicios y la ignorancia son propios de mujeres y hombres sin preguntas dónde no puede crecer la libertad, sólo el odio. Jesús ofrece otra idea de lo posible: el mundo de la palabra, el diálogo, el encuentro la experiencia de la libertad, la concordia que empieza haciendo preguntas y “adorando a Dios en Espírito y en verdad” La propuesta de Jesús se inscribe en engendrar un futuro común, liberado de todo dogmatismo intolerante, de toda mentira. Jesús con la mujer se separa del discurso patriarcal, tiende una mirada liberadora de la visión monolítica de su tiempo incluso de los espacios culturales y religiosos. Anular a otros o a otras es una violencia simbólica y estructural que no la vemos porque nos hemos acostumbrado, normalizando la disparidad. Se están legitimando espacios autoritarios de odio al diferente, dónde no cabe el dialogo ni la pregunta. Se asumen y legitiman discursos de odio, lejos muy lejos del proyecto de Jesús para el mundo. Todos los espacios autoritarios niegan la pregunta, la posibilidad de preguntar y sin preguntas se crece en la mentira.
Samaritana había empezado a deshilvanar la luz una vez atravesada la frontera del desencuentro y la desigualdad, para llegar a un sendero seguro en el que abrirse a otras verdades, a la Verdad, como leemos en este evangelio, si lo leemos entero, para abrirse a una percepción más profunda del misterio de Dios: Lo hace rompiendo las restricciones históricas que se habían impuesto a las mujeres de “poco saber, y aprender, y mucho callar”, circunscritas a un espacio, el ámbito doméstico y si concretamos en el ámbito religiosos –mujeres sin voz- simbolizado todo en el cántaro que dejará al lado de Jesús cuando se vaya a su pueblo con una identidad nueva, una mujer con voz propia, libre, hija de Dios. Liberada de la mentira de mala mujer que habían echado sobre ella
“La mujer dejó el cántaro, se fue a la aldea y dijo a los vecinos: Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será el Mesías?” Jesús junto con Samaritana abre el espacio sagrado y público para la mujer. Un espacio de libertad
El dinamismo del reino es la apertura. Me llama la atención sobre las preguntas del catecismo que ni una sola haya sido formulado las mujeres. Todas las preguntas de las mujeres se quedan fuera de la iglesia. Nos aprendemos preguntas y respuestas que sólo se han hecho clérigos varones. Pero lo grave es que se nos pone en una tesitura que no solo no nos podemos hacer preguntas sino que tenemos que asumir las respuestas de otros como propias que era precisamente lo que planteaba a Jesús, Samaritana “Nuestros padres decían… y vosotros decís…” ¿Qué preguntas nos hacemos nosotras? ¿Nos atreveríamos a decirlas en voz alta? La respuesta que demos a esto nos dará el dintel de nuestra libertad.
“Manantial que brota dando vida eterna”. Somos don, nacemos unos de otros, nacemos de Dios y tenemos que convertir ese don en tarea. Me llama la atención las llamadas que se hacen durante esta pandemia a que cesen las hostilidades y al entendimiento, pero siempre es el otro el que tiene que cesar, el que tiene que traer la concordia y el respeto. Nos situamos ante este problema de hostilidades y la iglesia de España en concreto como si no tuviéramos que poner, o cambiar nada, para poder traer la concordia. Siempre son los otros los que tienen el problema, los que tienen que esforzarse, los que tienen que cambiar, como si ella tuviera la patente de la moral y estuviera llamando la atención en el patio de un colegio. ¿La iglesia no se tiene que hacer ninguna pregunta sobre si misma, sobre su presencia en la vida pública y es esta pandemia? ¿No se plantea si tiene que cambiar algo para dentro y para fuera?
Nos damos vida mutuamente y la concordia también. Y quienes hemos recibido la vida de Jesús tenemos la obligación moral de poner un plus de concordia y de verdad que nada tiene que ver con la mal llamada cortesía cristiana: todo lo contrario. ¿La iglesia se pregunta alguna vez en cuanta responsabilidad tiene su jerarquía en la desafección al evangelio y a la propia religión católica? ¿Se ha preguntado que la causa puede que no tenga tanto que ver con el llamado relativismo moral con el que se justifican? Asistimos perplejos a los abusos de poder de obispos y sacerdotes, religiosos, prepotencia y poder de intimidación y mentira en el caso de las vacunas, colándose, por la puerta de la hipertrofia mitral , sustrayéndosela a ancianos y a quien luchan en primera línea contra el Covid19 al lado de los enfermos y sus familias: los médicos quienes si enferman o mueren son insustituibles porque no hay médicos, ni enfermeras y son insustituibles para mantener el Sistema Sanitario, esa es la razón de estar los primeros y no otra. 800 médicos se han quedado sin vacunar en Catilla y León, sin vacunar, por el dispendio con el que se han administrado las vacunas. 2000 sanitarios en el hospital Clínico de Madrid y no ha quedado ni un cura sin vacunar según la prensa ¿No tenemos que decir nada los cristianos, no tenemos ninguna pregunta? ¿No tendría que hacer una nota la conferencia episcopal por estas indecentes conductas? ¿Acaso cuando aceptaron ser obispos en su liturgia de consagración no aceptaron ser los últimos cómo Jesús pidió a sus apóstoles? ¿O esto es una puesta en escena? No quiero ofender con la pregunta; pero Jesús fue claro: para seguirle “Los primeros tienen que ser los últimos”. A los políticos y militares se les cesa y ¿a ellos? ¿No tenemos que preguntarnos por qué un obispo es intocable en nuestra sociedad y en la propia iglesia y no rinde cuentas como todos en esta sociedad? Acaso un obispo la forma de serlo, no vive en una autarquía? En una autarquía y en una miseria moral. Uno de los obispos ha dicho que no tiene conciencia de haber hecho nada malo. ¿No sabe que haya hecho nada malo? .Cristo en la cruz el único pecado que subrayó como grave, fue el de la ignorancia, fue por el que pidió perdón a Dios “Padre mío perdónalos porque no saben lo que hacen” El pecado de la ignorancia moral, la ignorancia de los que no se hacen preguntas sobre qué consecuencias tiene en otros la propia conducta personal, la ignorancia del individualismo de los que se llenan la boca hablando de fraternidad. ¿De dónde saca el agua realmente la iglesia, o de dónde lo sacamos, es del caudal de Jesús y del evangelio? Siendo la pregunta un campo ético y de responsabilidad asombra que en la iglesia no se puede preguntar porque nadie te responde, ni acoge la pregunta. Ni nadie se haga preguntas por qué ocurre esto entre miembros destacados de la iglesia y no destacados. Han dejado sin vacunas a muchos que están en primera línea de trabajo imprescindibles para sostener el Sistema de Salud. ¿Tampoco conocen el octavo mandamiento, que han mentido haciéndose pasar por capellanes según dice la prensa? Las preguntas abren un espacio también para la justicia. Tal vez si la iglesia hubiera seguido las enseñanzas de este evangelio no estaríamos como estamos los cristianos y la iglesia: con una absoluta falta de credibilidad.
Nuestra actualidad necesita de muchas preguntas. Samaritana empezó preguntando y terminó viviendo íntimamente la amistad de Jesús y se lo anunció a su pueblo La pregunta nos abre a la amistad
Las preguntas nos obligan a ir más allá de nosotros mismos, atravesar las fronteras de la seguridad y las certezas, pero sobre todo de los miedos en búsqueda de luz para tanta oscuridad y mediocridad, también en busca de Dios cuyo rostro no podemos capturar en una foto fija. Las preguntas son nuestro cubo para sacar el agua y la luz No puede haber fe madura sin preguntas libres. Abren a Dios y a los demás nuestro espacio interior que también está presente en este pasaje señalado por Jesús donde brota el agua viva Todo lo que necesita el ser humano para vivir en plenitud lo lleva dentro. Este pasaje nos abre a una mayor conciencia de una moradora presencia viva y sagrada en la que vivimos y tenemos en nuestro ser y las posibilidades que se abre con ello además de una profunda responsabilidad y honestidad “Quien beba el agua que yo le daré no tendrá sed jamás pues el agua que le daré se convertirá dentro de él en manantial que brota dando vida eterna”. El evangelio es un camino espiritual que nos lleva al corazón de Dios y al corazón del mundo, y está lleno de preguntas, por tanto de esperanza: ¡¡es la palabra de Dios vivo!!
“Dios mío que grande eres, te viste de belleza y majestad la luz, te envuelve como un manto…se llenan de sabia los árboles del Señor los cedros del Líbano y el plantío” Salmo 104
[A] – Tú, que eres judío, ¿Cómo pides de beber a una samaritana? – los judíos no se tratan con los samaritanos.
Jesús le contestó:
- Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva.
- Le dice (la mujer):
Señor, no tiene cubo y el pozo es profundo ¿de dónde sacas agua viva? ¿Eres acaso, más poderoso que nuestro padre Jacob, que nos legó este pozo, del que bebían él y sus hijos y sus rebaños?
….
Nuestros padres daban culto en este monte; vosotros en cambio decís que es en Jerusalén donde hay que dar culto
…..
- Venid a ver a un hombre que me ha contado todo lo que he hecho; ¿no será el Mesías?
Margarita ,si se puede. El clericalismo es el pecado mayor de la iglesia