Pedagogía del pan
La hospitalidad del conocimiento
Del evangelio “Dio de comer a 5000”Juan 6,1-15
“Las palabras del evangelio hay que ir a escucharlas al borde mismo de dónde salen, en su simplicidad abrupta, desprovisto de todo comentario, de toda traducción, de toda equivalencia. El evangelio no es un libro entre los libros, en él hay una virtud iluminadora y transformante, un don de Dios permanente y poderoso. No está para ser leído, sino para hacerlo vida en nosotros” decía la francesa Madeleine Delbrêl. Con esa frescura y libertad que reclamaba ella para leer el evangelio me dispongo yo ahora, leyéndolo desde mi vida y la hondura de mi experiencia vital. El evangelio siempre nos enseña y nos hace.
Por razones que no alcanzo a comprender ha caído en mis manos un libro sobre esta mujer, de la que yo no conocía nada mientras transitaba y vivía en este evangelio de los panes y los peces. Encuentro una sinergia en su pasión por el evangelio y la mía. ¿No dejo de preguntarme por qué cuando estoy viviendo, aprendiendo, rezando con este pasaje del evangelio sale a mi encuentro esta mujer tan apasionada por la vida, por el evangelio, por Jesús? ¿Qué es lo que me trae, con qué me conecta?
“Todo es revelación decía María Zambrano, todo lo sería de ser acogido en estado naciente” A un estado naciente invita Jesús en este evangelio para estar con Él, para conocer a Dios. ¿Cómo si no, podríamos ver, recibir lo que ocurrió más allá, más adentro, de los 5 panes y los 2 peces? ¿Cómo si no, podríamos contemplar cómo Dios se hacía en todos aquellos hombres y mujeres? “En todo hay más de lo que se entiende, aunque sea una hormiguita” expresaba Santa Teresa de Jesús en Moradas 4ª 2.2, y cogiendo el pensamiento que me lanza la Santa y la mística filósofa, me pregunto:
¿Va de la necesidad de conocer, va de enseñanza, va de aprender también, el milagro de este evangelio? Veo el pan en las manos de Jesús tomado de las manos del niño y recuerdo a P. Freire que decía “Todos tenemos algo que puede ser enseñado y también algo que puede ser aprendido” algo único, algo novedoso, algo imprescindible para otros, como el niño que tenía “5 panes de cebada y 2 peces” y fueron necesarios para dar de comer a 5000 hombres, y todos tenemos también algo que aprender. Por lo que conocer, es una disponibilidad total a lo que no conocemos.
Me adentré en el pan y su sabiduría, me adentré en el milagro, que no sólo simboliza la esencialidad de Dios y su cuidado que sostiene nuestras vidas y que satisfizo la necesidad de alimentarse y de comer de los hombres y mujeres que seguían a Jesús; sino que también, el pan simboliza en manos de Jesús todo el conocimiento de si mismo, todo conocimiento humano, toda la Sabiduría de Dios ante hombres que tienen la necesidad de saber, de conocer… de aprender, que ha de repartirse a todos. Si el pan sacia el hambre, el conocimiento es el pan que alimenta nuestro vivir, nuestro ser. Freire, pedagogo brasileño pensaba en construir un conocimiento con la sabiduría de todos, que era cristiano, consagraba en la educación la dinámica del Dar y Recibir como ocurrió en este evangelio, donde mirando con ojos nuevos, creo que se instaura también una hospitalidad del conocimiento, en él se establecen un flujo de relaciones y ternuras entre grandes y pequeños, buenos y no tan buenos, letrados y no letrados, discípulos y seguidores y, surgió el milagro, se sentaron juntos y se alimentaron todos. El conocimiento es sobre todo encuentro y por ello este milagro tiene una gran fuerza educativa. En ese encuentro se transformó profundamente la mirada y el corazón de todos ellos; supieron apreciar el sabor de lo pequeño y reconocer en ello algo que estaba por encima de ellos y les superaba.
“Había un niño con 5 panes de cebada y dos peces en medio de tantísima gente” Y entre tantos, Andrés fue capaz de verle. Todos pintamos algo en esta vida, todos somos portadores de algo necesario para otros. Nosotros «gente de la calle» que decía Madeleine, también tenemos algo que decir y es importante para otros. Siempre en general en la vida y también en la iglesia. El papa Francisco recordaba a los Obispos este Septiembre que “El sensus fidei capacita a todos en la dignidad de la función profética (Lumen Gentium 34-35) para que puedan discernir cuáles son los caminos del evangelio en el presente”.
Jesús proclama una pedagogía de la fragilidad de enorme fertilidad. La pedagogía de Jesús nos enseña a desarrollar el arte de la hospitalidad. Dejarnos espacio unos a otros, esto crea un espacio más grande, un espacio más habitable. Conocer es sentir juntos el latido de la vida. Jesús pasó parte de su vida enseñando no sólo con su palabra, también con sus gestos, como ocurre en este milagro que tiene una inusitada fuerza pedagógica, siempre en dirección de los más pequeños, los más insignificantes Este evangelio está lleno de enseñanzas, por lo que tiene que ver con el conocimiento, de hecho este milagro se desarrolla en un contexto de seguimiento multitudinario a Jesús para aprender con él por lo que es un estimulo a que nos dejemos enseñar y dejarnos inspirar por él, con una disposición a aprender de nuevo y algo nuevo. Uno se seca cuando no tiene nada que aprender. Necesitamos el desapego, el abandono de todo lo familiar tal como lo ha ido fabricando la costumbre, necesitamos el esfuerzo por ir más allá del yo. El evangelio habla de un movimiento de gente que no les preocupó su hambre de pan, antepusieron a ello el hambre de aprender de este Maestro, el hambre de Dios.
Dice el evangelio que “Le seguía un gran gentío que conocían las curaciones de enfermos que había hecho Jesús” No dice que le siguieran enfermos, era gente que quería conocerle, y Jesús satisface su deseo por todo lo grande. Querían aprender con él y Jesús les enseñó a aprender juntos escuchándose unos a otros, con una pedagogía singular: la de la hospitalidad.
Igual que la naturaleza la educación es un proceso, de forma que se crea un tejido de relaciones en movimiento, de tal manera que juntos componen una sinfonía. Igual la pedagogía de Jesús en este evangelio, que consigue que ninguna experiencia se pierda o que nada ni nadie tenga menos interés. Desde la pregunta de Jesús “Dónde compraremos pan?” hasta el milagro, el pasaje se llena de voces, de ideas, de naturaleza, que cristalizan en el milagro conocido.
El saber trasforma y nos compromete como queda patente en la noción de empatía que desarrolla Edith Stein, nos hemos referido a ello en una entrada anterior que titulaba “Es tiempo de bondad”. Si bien es cierto que ella no la aplicó para entender la educación. Su idea de la educación era bien diferente. Este evangelio nos invita a componer una mirada sobre el mundo en alianza con todos los actores, aprender unos de otros, unos con otros; también trasgrediendo límites y espacios y posiciones como Jesús hizo en este evangelio. Abrió el pan, partió el pan, y de él salió toda su sabiduría. Este evangelio nos lleva a hacer del límite, de la frontera, un lugar de encuentro, de conocimiento, de sabiduría, un lugar dónde habitar. Decía María Zambrano que “el ser humano es heterodoxo y cósmico”. La ortodoxia no la frecuentaba Jesús. Tampoco el dejar las cosas como estaban. No tenía miedo a los cambios, a cambiar, quería que la vida cambiará a mejor para todos los seres humanos. Jesús provocaba para despertar conciencias.
Jesús para enseñarnos quién era, nos dijo “Yo soy el pan de Vida”. Se hace comida para nosotros. ¿No es sorprendente? ¿No es asombroso? Sin asombro, el misterio no nos toca, sin asombro tampoco hay educación y menos, sabiduría. Sin creatividad, sin espíritu, sin capacidad de asombrarnos, no aprendemos nada, no avanzamos. Tampoco el evangelio nos puede enseñar nada. Jesús quiere infundir una nueva vida a lo que miramos, a lo que anhelamos: A Andrés le enseñó a mirar de nuevo, a vislumbrar una realidad más grande que los 5 panes de cebada y los dos peces y, a vivir esa realidad que terminó sagrada.
Conocer no es construir una mirada que domine el mundo, sino desarrollar una relación de hospitalidad hacia lo extraño, a lo que no conocemos, no controlamos y no sabemos. Conocer, será una forma de hospitalidad. Jesús, en lo que se narra en este evangelio instauró el bien común con su partición y reparto del pan, y éste es un valor que se deriva de una percepción compartida de la vida y de una experiencia de comunión que se desarrolla con la virtud de la hospitalidad. Igual el conocimiento “No tenemos nada que no hayamos recibido” se afirma en Corintios 4.7
En el desafío de aprender de nuevo sería importante componer una alianza de los que aprenden y buscan juntos. Siempre quien más sabe, abriéndose al que no sabe, pero también abriéndose a lo que sabe el que resulta extraño, el que resulta pequeño, desarrollando la hospitalidad del conocimiento. Haciendo posible el conocimiento en el encuentro y en la interrelación, ocurrió en el milagro que nos narra este pasaje, los apóstoles lo cultivaron después “Que cada uno no busque sólo su propio bien sino el de los demás” Se afirma en filip 2,3-4
Una pedagogía la de Jesús que pone en juego y en valor lo que aporta cada quien. El conocimiento y la madurez serán el fruto de este encuentro, de esta experiencia…. También la sacralidad del ser humano ¿Sería esto posible en la iglesia? Hasta ahora no. Sólo podemos aprender lo que enseñan los varones, que ellos son los pastores; lo que enseña el clero, que ellos tienen las llaves del cielo. Lo que enseña la tradición; pero parece que hay una tradición selectiva. Hoy es la fiesta de Santa Teresa de Jesús y es oportuna traerla hoy y en este relato a la memoria. Ante las maniobras clericales de excluir a las mujeres por parte de la iglesia y los clérigos agarrándose a la misoginia de San Pablo para justificarlo, decía la doctora de la Iglesia que :“tuve una visión y díjome el Señor: Diles que no se sigan por una parte de la escritura que miren otras y, que, si podrán por ventura atarme las manos” y en Moradas 6º 3-4 cuando el alma ya está prácticamente liberada simbolizada en la mariposa, sigue quejándose y dice ”Pobre mariposilla que no te dejan volar lo que quieres” Pero se abre una esperanza en este camino sinodal que comienza, aunque hay voces cavernosas, se alzan también la de aquellos que con honestidad y sinceridad y respeto nos invitan a participar a todos.
El conocimiento en la Iglesia, su doctrina se ha construido sin la mirada y la sabiduría de la mitad del género humano, es decir sin las mujeres, y sin los laicos, y se ha perdido la experiencia de Dios de las mujeres, conocemos la de Santa Teresa, que a pesar de la intensa censura que tenía y pendía sobre ella, se atrevió a reivindicar su experiencia: ”Entendí grandísimas verdades sobre esta Verdad, más que si muchos letrados me lo hubieran enseñado” LV 40,3,¿ Por qué no se ha escuchado a la Doctora de la Iglesia? ¿por qué cerrarnos el paso a decir libremente y sin prejuicio cuál es nuestra experiencia de Dios y de la Iglesia que queremos?. Jesús no nos dejó fuera del milagro, estamos representados en la sabiduría del niño y en los 5 panes de cebada que coció una madre para su hijo, y con ello, ya sabemos lo que Jesús hizo. Es el momento en la iglesia de auscultar aquello que está sucediendo, que significa escuchar poniendo los cinco sentidos en ello y los ojos de todos y todas. Digo que auscultar, porque auscultar no es oír simplemente. Auscultar es escucha que participa de forma atenta de aquello que está sucediendo; oír, acoger, y sentir. Es tiempo de auscultar en la iglesia con el fonendo de la libertad y el respeto. Decía Francisco el 19 de Septiembre de este año a los obispos que “La sinodalidad nos ofrece el marco interpretativo adecuado para comprender el mismo ministerio jerárquico” y añadía, “a Dios le gusta cambiar posiciones, recordad lo que dijo María en Lucas 1,52: Derribó a los potentados de los tronos y encumbró a los humildes” A ver si toman nota los obispos, cardenales y el clero, y nosotras.
El compromiso pedagógico de este milagro, la experiencia que se desarrolla y el simbólico que emerge de este pasaje nos lanzan también una pregunta a todos si queremos seguir el itinerario de Jesús ¿Qué nos enseña este milagro, no a cada uno, no a los pastores de la iglesia sino a unos con otros? Y la pregunta tiene que ser vivida y contestada por todos y el camino diseñado con todos, esto lo aprendieron los apóstoles, de Jesús “instrúyanse y aconsejen unos a otros con toda sabiduría, canten salmos con gratitud de corazón” dicen en Col3,16”
Atender, prestar atención, son valores educativos, también espirituales en el sentido más genuino del término, donde el bien sería lo contrario de la ignorancia y el bien común el conocimiento y la sabiduría compartida en amistad y libertad, confiando unos en otros y teniendo in mente que todos merecemos saber, que todos tenemos algo que puede ser enseñado, y ser aprendido y que tenemos que construir y cuidar la sabiduría del bien común que permita vivir a todos, en definitiva una pedagogía, un estilo educativo que sea capaz de facilitar el camino a la plenitud de todos los seres humanos.
¿Se puede vivir sin una aspiración al bien? ¿Se puede educar “catequizar”, “predicar” sin una aspiración y una búsqueda del bien común? ¿Se puede aprender sin libertad? ¿Puede haber educación y progreso espiritual donde está todo atado y bien atado? Sin anhelo no hay recorrido en la vida, no hay aprendizaje dice M. Zambrano. Sin asombro no hay educación, no hay estado naciente…nos perdemos la vida, nos perdemos a Dios. ”El evangelio es esencialmente una comunicación de vida” Decía Madeleine. Dios entra con la vida y no hay vida donde unos sólo son los que hablan y enseñan y los demás unos doctrinos. Con las enseñanzas, si no discernimos, elaboramos nuestros propios prejuicios, por eso “Cuatro ojos ven mejor que dos” Verá mucho mejor la iglesia cuando vea también con los ojos de las mujeres que han aprendido a ver con sus propios ojos “El “sensus fidei” capacita a todos en la dignidad de la fuerza profética (Lumen Gentium 34-35) para que puedan discernir cuáles son los caminos del evangelio en el presente” Dijo a los obispos este Septiembre el Papa Francisco
El hombre como la mujer desde su nacimiento están invitados a participar de la comida de la humanidad, igualmente de los conocimientos, la sabiduría, y el conocimiento de Dios. La relación es lo que asegura la vida, y lo que asegura el aprendizaje; no puede haber supervivencia sin relación como la propia naturaleza expresa, como tampoco puede haber educación sin relación, sin comunicación libre. Tampoco la religiosa, tampoco la espiritual. No hay espiritualidad sin libertad. Jesús enseña con sus palabras pero también lo hace con sus actos, con sus decisiones. ”Mandó que se sentaran juntos” El ser humano crea sentido en función de las decisiones que toma, el adoctrinamiento no crea sentido. Jesús nunca adoctrinó a los suyos. Sólo es posible el encuentro con Dios bajo la libertad e independencia interiores.
Jesús en este milagro desafía la cosmovisión de los apóstoles, está interesado en desafiar su universo mental y religioso. Quiere enseñar a sus discípulos que hay otras maneras de percibir el mundo, de ver la realidad, de encontrarse con Dios, con el Misterio. Nos desafía a nosotros a “aprender a mirar con la luz de Dios” que a esto lo llama Monseñor Agrelo Sabiduría y añadía “si digo sabiduría ya no hablo de cosa que se pueda poseer sino de algo que sólo puedo recibir”
La vista del pan y los peces puso a todos en relación y conexión, y en espera, para que se produjera el milagro. Lo que nos impide olvidar que la educación y el conocimiento como el pan, tienen que llegar hasta los últimos confines del mundo, porque los pobres, no sólo tienen necesidad de alimentarse, también tienen necesidad de saber. Educar es ejercer una influencia estimulante y alentadora.. Jesús invita a no ser receptáculos mudos de lo que acontece, de lo que te enseñan. Con los panes del muchacho propone construir entre todos una nueva melodía. Una partitura nueva de la que aprendamos y con la que cantemos todos ¡todos!.
Ojalá en el Sínodo se aliente una hospitalidad del conocimiento, una pedagogía del encuentro con toda su complejidad donde no se elimina ni una sola arista, donde crezca la libertad cómo en la naturaleza, dónde se despliegue la sabiduría; que sea un encuentro de realidades humanas, de verdades humanas, de experiencia de Dios y de la historia humana que cada uno y cada una es. Ojalá no dejemos escapar esa oportunidad de vivir la experiencia de Dios, con la pedagogía y sabiduría del pan de cebada, el más humilde pan, en este evangelio bendecido y repartido, que proclama el valor de cada vida, la vida entera, el valor de cada experiencia sin poner ninguna encima de las otras, sólo así escucharemos el espíritu. En ello se juega el futuro la Iglesia.
“Pues, no hemos de quedar las mujeres tan fuera de gozar las riquezas del Señor, tengo por cierto que no le pesa que nos deleitemos en sus palabras. Bendito sea aquel que nos invita a beber del evangelio” Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia
COMPARTO CONTIGO,MARIBEL, ESTA HERMOSA REFLEXION QUE HACES EN TORNO AL PAN DE CEBADA Y DOS PECES DEL MUCHACHO DEL EVANGELIO.ES TODO UN SIGNO DE SABIDURIA QUE ES CAPAZ DE QUE AQUELLAS GENTES QUE ESCUCHABAN A JESÚS CON ASOMBRO SE COMUNICASEN ENTRE SI Y ESPERRAN EL MILAGRO QUE SUCEDIÓ DE LA MULTIPLICACION DE LOS PANES Y LOS PECES, QUE YO INTERPRETO QUE FUE LA MULTIPLICACION MAS BIEN DE LA GENEROSIDAD DE LOS QUE FUERON CAPACES DE COMPARTIR Y QUE FUERON MUCHOS PORQUE SOBRÓ.YO TENGO LA EXPERIENCIA DE QUE CUANDO NOS SENTAMOS A UNA MESA Y COMPARTIMOS LO QUE CADA UNO LLEVA SIEMPRE SOBRA. POR QUÉ?GRACIAS MARIBEL POR MANIFESTAR TUS DESEOS DEL SINODO QUE YO COMPARTO CONTIGO Y CON MUCHOS. OJALÁ ESTE IMPULSO DE FRANCISCO LO SEPAMOS ACOGER Y PRACTICAR….ES UN PROCESO LARGO Y COSTOSO…Y SEGURO QUE NOSOTROS NO VEREMOS LA LUZ DEL TUNEL PERO LLEGARÁ.TENGO FE..UN ABRAZO MARTIN