«Mirad que Dios convida a todos»
¿En qué pasaje del evangelio se inspiraría Santa Teresa de Jesús para fundar sus conventos? Por extraño que parezca, sus fundaciones me recuerdan y evocan “la multiplicación de los panes y los peces”. El gran milagro de este pasaje evangélico es que los que seguían a Jesús aquel día “Compartieron” lo que tenían: cinco panes. El muchacho aceptó “desprenderse” de su sustento para dárselo a los otros, y los allí reunidos, presididos por Jesús, vivieron una realidad diferente que les alimentaba como personas, que es la “fraternidad”. En los conventos de Teresa, en ese aprender unas de otras, en ese compartir Teresa de Jesús introduce como dinámica que trasforma la vida, la fraternidad. La santa decía que para orar hay que saber quiénes somos y ante quién estamos. Para Jesús, en este evangelio, ser mujer o varón es DAR. Nos hacemos personas siendo don para los otros. Jesús confía en que el ser humano es capaz de sostener la vida de todos. TDJ introduce una dinámica de confianza de aquellas mujeres en sí mismas y en las demás No sólo se comparte el pan en este pasaje, sino también la necesidad. Esto quiere TdJ para sus monjas, compartir todo: que es crear vida entre ellas. Abrir su experiencia y sus vidas a sus hermanas, es decir, que fueran don unas para las otras. La única forma de ser personas según Jesús. Esto es hoy un desafío también para nosotros que no somos personas “ de vida consagradas”. En el acto de compartir se va a fraguar la libertad y autonomía .En el don de sí mismo el ser humano se encuentra con Dios y con los hermanos y hermanas. Eso dice nuestra fe.
Ella quiso mujeres en relación “permitid el diálogo” decía a las prioras CP 7, 8 El diálogo que abre a la libertad y profundiza y fecunda las relacione humanas. Diálogo tan escaso hoy en nuestros días en tantas instituciones. “Cuidad que haya buenos libros” sin educación, sin formación, lo tenemos difícil. Recuerdo la crisis actual de la educación y a los que no pueden comprar libros ni acceder al conocimiento y a la cultura. ¿Nos interrogan hoy estas realidades?
En los conventos compartían también las necesidades y la realidad de que tenían que comer: “Que No somos ángeles, tenemos cuerpo” no se asustaba del cuerpo y sus necesidades, y por tanto sus monjas vivían también de su trabajo, lo prefería a la limosna y donaciones. . No se le pasó por alto la importancia de ganarse la vida, y la dignidad del propio trabajo y el precio ajustado “Si no os interesa el trabajo que os piden, no lo toméis” Esta actitud ante la valoración del trabajo, penetra como un espada ardiendo en la realidad actual tan deteriorada y devaluada del trabajador y las trabajadoras y de sus condiciones de vida y sus salarios. Me pregunto ¿en qué medida somos corresponsables de esta situación tan deteriorada de la vida de los trabajadores y trabajadoras, los cristianos y los que alabamos y tomamos como modelo a la Santa? Ella estaba al tanto de las graves desigualdades y la precariedad de la vida, quería que sus monjas tuvieran esta sensibilidad “Acordaos qué de pobres habrá que no tengan a quien de quejar” insistía la Santa. También conocía el maltrato de las mujeres, se refería a ello así: ”Mujeres sujetas a un hombre que muchas veces les acaba la vida”. Lo que deja bien claro que ella percibía que en lo que a condiciones de vida se refiere se vivía mejor en los conventos. Sabía de lo importante que era el dinero para vivir, habla muchas veces del dinero, y siempre fiel al evangelio sabe comprometerse, no se calló ante los ricos y financieros de entonces, este es una exhortación de ella: “Decid a un regalado rico que es voluntad de Dios que tenga cuenta como moderar su plato para que coman otros siquiera pan, que mueren de hambre; sacarán mil razones para no entender esto, sino a su propósito. Es la voluntad de Dios querer tanto para su prójimo como para si” CP 5,7 Esto decía la doctora mística. Pues amén digo yo.
Ella sabía que el ser humano es invitado desde su nacimiento a participar en la comida de la humanidad. De esto va la multiplicación de los panes y los peces, y de la presencia continua de la providencia de Dios en la vida .De esto va también la vida de la Santa y su obra. Para aquellas mujeres toda esta dinámica que estrenó Teresa les trasformó la vida. Se sintieron convidadas por Dios como aquéllos seguidores de Jesús en la multiplicación de los panes y se lanzaron a invitar a otros. Estas mujeres trasformaron su mundo. A nosotros nos invita a saber qué lugar ocupamos en el mundo y qué consecuencias tiene, y a buscar nuestro sitio en la Iglesia que sí le tenemos y se nos niega, a sentarnos en su mesa.
Para quien crea que STJ es de otro mundo se equivoca y que andaba por las nubes, se equivoca mucho más; y que su espiritualidad era intimista y evasiva, creo yo, que también se equivocan. Ella era muy realista, muy práctica y muy humana. Todo, menos “modosita”. Ella, la Santa andariega recorrió muchos caminos, comió y mal durmió en muchas posadas, pasó hambre y enfermó en muchos pueblos, se relacionó con mucha gente, y desafió a bastantes clérigos que intentaban impedirla ser como era ”Quería dar voces para decirles que engañados están” V.20-25 exclamaba la santa ante su impotencia con ellos. STJ es el encuentro con Dios, la oración, la soledad, la interioridad; pero también, la vida cotidiana, los caminos y la gente. Por eso ha dejado profundas huellas. Ella es el cuerpo habitado por Dios y por el mundo. Dejó el perfume de su Amado en todos los caminos que recorrió. Ella es una mística de ojos abiertos. No en vano se pasó muchas horas a los pies del Maestro. Escuchaba a Dios en el silencio de su alma pero como hemos visto, también, le escuchaba en la vida que gritaba. Por todo lo dicho, STJ, su obra, su vida, nos puede iluminar e interpelar hoy, porque no sólo fue una maestra de oración, llegó mucho más lejos en su pasión por Dios, recorriendo el camino del evangelio. Es una esperanza hoy, un camino de luz, porque puso el foco en los senderos de la vida; porque no huyó del mundo, de la historia que corría en sus días, sino, porque estuvo en ella, transformándola y, en ella vive la experiencia de Dios más apasionante contada por mujer, como bien queda reflejado en el libro de sus Fundaciones .El legado de Teresa es legado de amor a Dios, a la vida y a los seres humanos. «No podéis amar a Dios sino amáis a vuestras hermanas» repetía. Pero sobre todo, es un legado de reivindicación femenina del lugar en la iglesia querido por Jesús para las mujeres. “Cristo prefería a las mujeres son mejor aprovechadas que los hombres” decía en Vida 40,8.Ella era del mundo y lo sigue siendo, porque dejó su corazón y su verdad en todos los puntos de la vastísima tierra que recorrió
” Mirad que el Señor convida a todos” repetía
Ella es un gran convite, también para los no creyentes. Felicidades a toda la Familia Carmelitana en su fiesta.
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(*) Maribel Serrano. Doctora en Medicina. Directora de la revista “A tu salud”.
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