Tocarte quiero.
Déjame
Que te toque, Señor,
Aunque no te hayas ido al Padre.
Déjame
Sentir tu mirada
Con el roce de mis dedos,
De bálsamos vienen llenos
Con un montón de perfumes,
Creía que estabas muerto.
Señor, tocarte quiero.
Tocar los ojos
Que dieron luz a los ciegos,
La luz del mundo encendió.
La aurora quedó alumbrada con ellos.
Déjame,
Sentir tus ojos,
Acariciar tu mirada.
Herida dejaste
La rosa roja
En la noche.
Mi luz se apaga si no te siento.
Sólo puedo hacer versos menudos
Correr sin rosas.
Se duerme mi primavera
Si no te veo
Fuente de los ojos vivos.
Déjame tocar la luz del mundo,
Del amor,
Ojos divinos.
Encarnación de la luz
Luz encarnada.
Señor, tocarte quiero,
Déjame que te toque, Señor,
Aunque no te hayas ido al Padre.
Déjame tocar tu boca
Porque anunció la Palabra,
Melodía universal
En un jardín infinito.
Maternidad de Dios,
Eterna feminidad
¡Verbo encarnado!
¡Vida¡ No te vayas al cielo,
Que mi cielo sólo existe en tu palabra.
Sonoro grito de luz.
Que has cambiado de sitio el corazón.
Déjame,
Tocar tus labios,
Que dieron voz al silencio,
Y pronunciaron la vida
En aquel hombre
Con su palabra en el viento;
Mudo de voz,
Sonoro de sentimientos.
Abrió el corazón a ti,
Y le tocaste su lengua
Y le diste la Palabra
Y el pulmón del corazón,
Entró con ella.
Y tu gloria proclamó
Y cantó tus maravillas.
Déjame Dios tu palabra
Para vivir con los hombres
Y también con las mujeres.
Déjame en ella,
Dulce paisaje sonoro
Que palpita la ternura,
Y se teje tu alianza.
Corre en mi sangre con ella
Llega ya a mi corazón.
En ti hallé al que ama mi alma
Tú que moras en los huertos, los collados,
Entre perfumes y frutos
En las delicias de amor:
¡Que me toque tu palabra¡
Dulce poema de vida.
De manantial perfumado
Versos sagrados.
No apartes tus labios de mi lengua,
Que proclame a gritos tus bondades.
Que no lata de mi corazón silencio,
Ni en palabras vacías se derrame
La luz del corazón llevo por vida,
Ese es mi amparo
Déjame tocar tu boca.
Para ello hasta ti he llegado.
Déjame tocar ¡OH Dios! tus labios
Y pegarme a tu verdad.
Déjame tocar tu voz,
Voz que susurra en el alma
Y que se escucha en la calle,
Como rosas en plegaria.
Pronúnciame en tu palabra,
Hecha de pan y de luz,
Y del Misterio sembrada
¡No te vayas al cielo!
Quédate entre nosotros
Que es muy fuerte tu palabra
y que te anuncien las rosas.
En primavera de voz.
Déjame tocarte ¡Oh! Dios
Y que nos toque tu alma.
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