Todos los amores escritos en el pan

Del evangelio “Jesús da de comer a cinco mil”  Nota 1[i]

Cuando nuestra boca no puede pronunciar lo que siente, “traga” para aliviar la tensión emocional: Comemos a veces para callar, callar cosas que no se nos permite sentir o no nos permitimos sentir.  La boca que se cierra y se abre a la comida es la misma boca que quiere hablar. !Comer y decir! Da que pensar. El lenguaje cotidiano está lleno de referencias a esta simbiosis: ¡No me lo puedo tragar!, decimos cuando no creemos algo o cuando rechazamos algo ¡Se me atravesó en la garganta¡ o, a éste se le ha indigestado la noticia…. ¿Es posible que los problemas para alimentarse también tengan relación con los problemas para nombrar los afectos?¿Y si tuviera también relación para vivir nuestros afectos con Dios, para hablar con Él? ¿La comida como analgésico del dolor psicológico? ¿La abstinencia para agradar a Dios? ¿Por qué elige Jesús un banquete como símbolo de Dios?

Es posible que tras los trastornos alimentarios, la anorexia y otros, estén el miedo a crecer, el deseo de mantener el vínculo con la familia y no querer volar, y en su expresión más grave, la violencia interior y la confusión de afectos que se vive ¿Qué “tragamos” cuando comemos o no comemos, o cuando pretendemos encontrarnos con Dios en su evangelio?

Jesús no se “traga” la vida de su tiempo, la vida de la gente, para Él cuenta mucho nuestra historia cualquiera que sea. No la fagocita, como hacemos nosotros con nuestra vida, y la vida de la gente que pasa por nuestro lado sin dejar ninguna huella. A la pregunta que hace Jesús a Felipe ¿Dónde compraremos pan para alimentar a estos?, Felipe le contesta “con doscientos denarios no habría suficiente para comprar pan para todos”. Mas allá de los 200 denarios, (ya hablaré de ellos en otro capítulo), lo que escucha Jesús aquí es como se plantean la vida los apóstoles, y en qué medida les afecta  en su forma de vivir y pensar el seguimiento de Jesús, se descubren los pensamientos y planteamientos de los apóstoles, los siente Jesús  y los percibe en sus búsquedas, viendo con sus respuestas que se quedan muy cortas; con la pregunta  les empuja a que vayan más lejos para que digieran lo que van viviendo; que no se lo traguen. Pregunta Jesús  sobre todo para que se respondan a sí mismos. Sabe que andan lejos, distraídos de lo esencial.  Como los discípulos, nosotros, en las dinámicas de nuestra vida hemos perdido la capacidad de conocer la verdad que somos, la capacidad de comunicarnos con nosotros y comunicar, y es un problema  porque saber entenderse a sí mismo es un buen punto de partida para encontrarse con Dios y con los seres humanos.

Quiere además Jesús que saque los ojos Felipe de los bolsillos;  y  Andrés, el corazón del escepticismo, porque los escépticos van y vienen sin nada, y lo que es peor sin nadie. aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces, pero ¿Qué es eso para tantos?” dice Andrés. Quiere Jesús que pongan los ojos en la vida que trae Él y en los milagros de la vida. Pregunta Jesús para que profundicen en la decisión que han tomado, para que la cuiden. Cuidar el seguimiento de Jesús. Quiere Jesús ser alimento para ellos, y para ello tienen que dejar de tragarse la vida, de engullirla. Tienen que sentirla, tienen que mimarla, tienen que comunicarla, tienen que entenderla porque eso es la relación con Dios, un flujo de relaciones libres en dialogo con el mundo.

Este evangelio moviliza muchos aspectos de los más profundos del ser humano. La necesidad de situarte en la vida con criterio propio, la necesidad de situarte ante Dios desde tu verdad , la necesidad de salir de sí mismo, de lo concreto y de las certezas de la vida para avanzar, para crecer, para madurar, para vivir en plenitud; la necesidad de abrir horizontes  para ir más lejos, como Jesús que “dio de comer a 5000 hombres sin contar mujeres y niños”.

Jesús les pregunta, no quiere discípulos serviles, quiere discípulos que sean conscientes de sí mismos y de la tarea en la que se han embarcado con El. Dice el evangelio que “les preguntó para probarles”. Habían cruzado el mar de Tiberiades, estaban en otra orilla. Quería que ellos comprobasen cuánto les importaba el proyecto de Jesús o si querían seguir vinculados a  la orilla que habían dejado atrás. A Jesús le preocupaba  si le estaban entendiendo, saber si habían decidido crecer y madurar, si aspiraban a más con Jesús, y no eran como los adolescentes que enferman porque se les ha ahogado el deseo, el deseo de ir más lejos, el deseo de vivir, el deseo de libertad, el deseo de amar, y dejan de comer para morir a los afectos o comen desaforadamente para tragarse la ansiedad. Habían emprendido un camino con él, pero necesitaban derribar buena parte de lo que les había construido, una vida prestada de otros, una vida sin espíritu, sin alimento. Eso es lo que quería Jesús que dejaran atrás, y pienso que también nosotros.

Comer tiene que ver con cuidar el cuerpo, con cuidarse, con pensar en los demás, con cuidar la vida. La tergiversación del sentido del cuidado de sí mismo y de los demás está en el conflicto de los adolescentes que enferman y se niegan a crecer, cuidar y cuidarse. Comer, nutrirse, cuidar el cuerpo y cuidarse también está en el centro de la espiritualidad evangélica.

Yo soy hija de la cultura del rechazo del cuerpo que nuestra catolicidad conlleva. El cuerpo era siempre ocasión de pecado, y lo sigue siendo en la mentalidad religiosa y  más si eres mujer, que eres a la vez ocasión del pecado de otro.  Esta deformación y pensamiento perviven en nuestra cultura, y en el pensamiento y mentalidad clerical que permea nuestra vida. un cura en Canarias acaba de hacerlo y con ello minimizando la violencia del hombre y cargando la responsabilidad de esa violencia en la mujer.  Los esfuerzos tímidos que se hacen en la iglesia por reconciliar la experiencia del cuerpo, chocan lentamente con la inercia opaca del poder clerical y el machismo dentro de la propia iglesia. Yo me pregunto ¿Cómo se va a cuidar a un cuerpo que se rechaza, que se vive como malo? No voy a poner ejemplos; todas y todos tenemos un arsenal de ejemplos de la obsesión malsana de cierta iglesia por el cuerpo. De hecho, la mujer es excluida en la iglesia en su corporeidad. Y en la sociedad existe la discriminación por características corporales de las personas, etnia discapacidad…. ¿Cómo se va a amar un cuerpo que desechas? Se nos enseña a vivir disociados, y así se vive muy mal. Sabemos que sólo se puede sentir, escuchar, hablar, amar, con el cuerpo, vivir con el cuerpo ¿Cómo lo vas hacer con un cuerpo que desprecias?

El amor no es una conquista ascética, un esfuerzo, es un cultivo del cuidado de la vida, y para cuidar la vida tienes que cuidar, mimar el cuerpo. La felicidad lo mismo que la plenitud, lo mismo que la libertad, no son una conquista, son una consecuencia de con cuánto amor cuidamos nuestra vida. La vida que cuidó Jesús con tanta determinación ¡Cuánto amor estéril hemos producido con tanta represión! Tenemos partes del cuerpo innombrables en la iglesia. El amor de Dios, no puede ser más incompatible con prohibiciones y condenas. Resulta poco entendible su aversión al sexo raíz de todas las vivencias y de la vida misma, y fuente de nuestras energías. ¿Por qué no pertenecemos a Dios desde ese lugar? decía RilKe. Si algo aborrecieses, Señor, Tú, no lo habrías creado dice el libro de la Sabiduría 11, 94

Por otra parte, el amor se nos ha explicado siempre en términos absolutos, y absolutizadores, incluso el amor de Dios, rechazando toda pequeñez o vulnerabilidad. Por eso nos sentimos muy poco concernidos, porque es inalcanzable. Se nos pone en una situación de una perfección inalcanzable y un perfeccionismo morboso. Los amores absolutos son profundamente infantiles, narcisistas, por tanto inmaduros y enfermos; vanidosos, por tanto vacíos. Quien exige este tipo de amores, amor exclusivo, como modelo de amor a Dios y a los otros, hablan al mundo desde sus quimeras, desde su inmadurez, desde las abstracciones de su pensamiento, pero no del amor, ni de la vida. Un Dios todopoderoso y absoluto, un amor absoluto, son un delirio narcisista. El amor exclusivo es una percepción machista del amor. Es un amor posesivo y de dominio. Nada tiene que ver con la gratuidad del amor. Nada más lejos del verdadero amor y del amor de Dios que simboliza  esta gran comida de este pasaje evangélico, esta fiesta del cuerpo y la corporalidad, dónde el júbilo es la vía de acceso a lo sagrado. Todo pretendido amor exclusivo es excluyente. Nada más lejos del amor de Dios. La aspiración al amor exclusivo, al máximo de amor, crea un continuo sentimiento de incapacidad, de remordimiento y culpabilidad. Es una insatisfacción aprendida, la insatisfacción como forma de vida y esto produce mucha hambre, pero es un hambre que te devora, que te come a ti. El hambre no es sólo un signo de carencia fisiológica, se puede manifestar hambre y tener necesidad de otra cosa, el hambre de amor, por ejemplo. Existe una patología del hambre, también del hambre de Dios. No existe disyuntiva de o con Dios, o con los hombres. No existe la disyuntiva del amor exclusivo o nada. Existe el amor de Dios y el gozo de Dios en los suyos. Existe la Comunión con Dios en la comunión humana. Todos formamos parte del mismo Misterio de la vida. El  papa Francisco acaba de decir el día del Corpus  algo  sobre ello «la iglesia de los puros y perfectos   es una habitación  en la que no hay lugar para nadie»

Negar los cuerpos o despreciarlos es negar y despreciar los sentimientos. Es negar la vida. Es negar a Dios. No pocas absolutizaciones de virtudes, de rechazo del cuerpo total o parcialmente, y muchos ideales de pureza son profundamente neuróticos, cuando no, alimento para la soberbia, la vanidad y el elitismo y la irrealidad. El hambre de afecto que se siente en nuestro cuerpo, es una constante en nuestra vida; negarlo es un problema; más doloroso, si no somos capaces de sentirlo, identificarlo, ni aceptarlo; a veces se atora en la boca, no somos capaces de verbalizarlo, de nombrarlo, ni interpretar su significado y nos enferma, y se oscurece nuestra vida. Los sentimientos cuando emergen dan el color verdadero de nuestro mundo interno. Se sienten con el cuerpo. Es preciso tomar conciencia de ellos, si queremos crecer, avanzar y desarrollar la espiritualidad del evangelio. Sin cuerpo no hay espíritu. Sin cuerpo no podemos entendernos a nosotras mismas, que es lo que pretendía Jesús que hicieran sus discípulos. Somos personas concretas en una totalidad que Dios ama profundamente. Los cuerpos son frágiles y vulnerables, finitos, y nunca serán algo “absolutamente”. La buena salud del espíritu y de la mente, también requiere el aprecio del cuerpo con todos sus vaivenes y pormenores. Este cuerpo, esta fragilidad, fue la que amó Jesús y de ella hizo el milagro de la convivencia humana, compartiendo deseos y necesidad, y el pan del niño: comieron el pan todos juntos. ”Jesús ordenó que se sentaran todos”

 Había yerba abundante en el lugar.  La yerba, sentido de la fecundidad de Dios, de la vida, no de la fuerza y el poder, encuentro súbito entre el ser humano y el lugar, y entre los seres humanos, donde elaboramos nuestros afectos. Dios es un campo fértil. En este evangelio de catarsis, gozo y celebración del cuerpo que vive la vida, la gloria de Dios brilla en un lugar de vida. Es la Pascua de los que comen juntos, de los que se sientan en libertad, no de los que huyen. Juntos, no separados. La tierra, la vida, son la llama más resplandeciente de lo sagrado.

¿Cómo cuidar el cuerpo? ¿Cómo cuidar la vida? Si no escuchamos nuestro cuerpo es difícil establecer vínculos fecundos con otras personas. Si no escuchamos nuestro cuerpo, nuestra vida, es muy difícil escuchar a Dios porque a Dios se le escucha en él. Si no lo escuchamos, si no sentimos, nos quedamos sin luz para alumbrar nuestra interioridad; para crecer y madurar, para decirle a Dios. Todos los movimientos del alma se imprimen en el cuerpo, dejan su huella en él, y el cuerpo se convierte en lugar de apertura  a lo trascendente. ¿Por qué ese rechazo? Negar el cuerpo es negar la vida, y se le niega invisibilizándolo o moralizándolo. Cuando nuestra boca no puede pronunciar lo que sentimos, tragamos para aliviar la tensión emocional. Cuando no podemos nombrar y gozarnos con el cuerpo, negamos el gozo del espíritu. Este evangelio es una fiesta del cuerpo y el gozo del espíritu. La descripción del lugar donde se produce y el deseo de Jesús de que se sientan todos y coman juntos dejan claro la experiencia de fiesta y de Dios que Jesús proyectaba: Un banquete, porque es comida  y es fiesta,  y sobre todo, comunicación gozosa.

El cuerpo es el que sostiene la vida; si el cuerpo enferma, enferma la vida. Pasa lo mismo con el cuerpo social. Pasa lo mismo con la tierra. La enfermedad, como la alimentación y el amor, son los factores más importantes que determinan la vida. A ello dio Jesús prioridad. No hay espiritualidad sin cuerpo, ni transcendencia, ni encarnación. Encarnación, el protagonismo máximo del cuerpo de la mujer por acción de lo divino. ¡Qué injusticia olvidarlo! ¿Por qué marginar a las mujeres de esta manera? Urge salir del mito del mal femenino, como del mito de la maldad del cuerpo. Jesús es amor en el que se perfila otra humanidad, y no cabe ninguna exclusión. Es muy importante preguntarnos con qué símbolos hemos construidos el cuerpo y concretamente el cuerpo femenino para darnos cuenta del destrozo que llevamos dentro. No podemos seguir amarrados en los atavismos de la antropología judía del tiempo de Jesús y la sociedad e su tiempo y que Jesús denostó. Nos tenemos que liberar de ella.

¿Por qué se ha desprestigiado, se ha despreciado tanto el cuerpo en la iglesia y toda manifestación corporal si comulgamos con el cuerpo y el cuerpo de Cristo? El debate de la comunión en la mano o en la boca durante esta  pandemia es fiel reflejo del problema que tiene la iglesia con el cuerpo y en concreto de unas partes sobre otras. Es bueno recordar que se digiere exactamente igual que el resto de alimentos. ¿ Cómo es posible hablar de comulgar sin hablar de nuestro cuerpo; pero también cómo es posible comulgar cuando nos tragamos la vida de los seres humanos sin inmutarnos?. ¿Cómo es posible, si el  cuerpo de Cristo es  mi cuerpo, es el cuerpo de todos y todas? Se han empobrecido profundamente los símbolos y los significados. Transformada la Eucaristía en un cumplimiento, ha perdido todo su fuego y su calor. Ha perdido mayoritariamente su dimensión trascendente, no sólo de presencia de Cristo resucitado, también de presencia de todos los seres humanos reunidos en ella. Penoso el Corpus postpandemia. Exactamente igual que siempre. Sin capacidad de evocar los obispos  su trascendencia en la vida a día de hoy, sin arrojar una luz nueva, porque los tiempos son nuevos para todos, con incapacidad de ver cómo brilla su luz, envueltos ellos en el brillo de la “procesión” y el esplender de las custodias; el día de la exaltación del cuerpo de Cristo, y en Él, todo los cuerpos silenciados. El día del levantamiento de la voz de todos los silenciados y excluidos, eso es el amor fraterno. Todo, como siempre. Se habla de la ausencia de Dios en el mundo actual, se dice que se abandona a Dios, que no importa a la sociedad actual. Lo que yo creo que ocurre es que hay una profunda anorexia de Dios, fruto del “tragar y callar” que se ha impuesto en la iglesia durante siglos.

La Eucaristía es un parto de libertad y comunicación, que es el culmen del desarrollo humano, amar al hombre y a la mujer que pasa al lado de mi vida, a quién está a mi lado, amarse a sí mismo, amar a la naturaleza, ser amados y amadas por Dios. La Eucaristía alimento y palabra; comer y decir.

Los alimentos no sólo se componen de nutrientes sino también de significaciones como ocurre en este evangelio. En este evangelio el pan no sólo alude a la comensalidad y la convivencialidad sino al amor. El amor que es la preocupación activa por la vida y el crecimiento de lo que amamos, el amor que es dar futuro. El amor sin privaciones ni recortes. El amor, que es lo que llevó a Jesús a realizar este milagro. El amor, todo tipo de amores significados en el pan. ¿Por qué iba si no Jesús a querer quedarse en él, sí en el pan y con el pan no se hubieran escrito todos los amores humanos, toda la historia humana?

Todos venimos de la experiencia primera del cuidado; todos tenemos la experiencia primera de recibir el alimento de alguien que goza alimentándonos !La madre!. Así aprendimos hablar.  Así siguen aprendiendo nuestros hijos e hijas prendidos en el pecho de la madre escuchando sus dulces palabras. Una misteriosa relación entre aprender las palabras y alimentarse, las palabras que van a ser tan necesarias para la relación y la convivencia, para nombrar los afectos para vivir el cuerpo que somos, para comunicarnos, para construir el cuerpo social, vivir el cuerpo místico, para no ser mudos de la vida, para no estar mudos en ella, para no estar mudos ante Dios.

Celebramos a medias la memoria de Jesús, de forma muy rácana diría yo. Se comulga en la iglesia pero no tiene ninguna consecuencia en la vida. Pocos se acercan a la comunión haciéndose la pregunta ¿Qué estoy haciendo yo para que sea viable el reparto de bienes, la redistribución de la riqueza en el mundo? Y no me refiero a dar una limosna El alimento y la lengua materna son la vida. Ambos vienen del cuidado materno. El hijo, la hija, aprende a hablar, aprende el lenguaje escuchando a la madre. El lenguaje de Dios es un lenguaje materno porque es el primero que el ser humano escucha, el primero que Jesús escuchó, por tanto es nutritivo, porque como el de la madre es alimento.. Jesús en este milagro introdujo un lenguaje nuevo para los hombres y una lectura de la realidad  nueva, más allá del dinero, y del poder; el lenguaje de la fertilidad , amar y compartir , y cuidarnos. A los discípulos les puso en la situación de cuidar la vida de todos, de cuidar su vida. Cuidar esa chispa que se había encendido en su corazón, cuando habían decidido seguirle.

La Eucaristía es alimento repartido y compartido, es el cuerpo de Cristo. También  de los que llegan a nuestra tierra, si no acogemos sus cuerpos malvivientes, no comulgamos, no lo hacemos si no escuchamos el hambre con Cristo. Si no acogemos a los que no piensan como nosotros, no comulgamos el cuerpo de Cristo; Jesús en sus enseñanzas lo dejó unido todo ello con un mensaje claro, cuidaros entre vosotros, cuidad la vida y la naturaleza, cuidar vuestro cuerpo y yo estaré con vosotros bendiciéndoos. Jesús celebró un banquete  porque así quiso que entendiéramos quién era Dios Padre, y que viviéramos en esa experiencia: una fiesta del cuerpo y el gozo del espíritu para todos los hombres y mujeres. Y eligió el pan porque en el pan están escritos todos los amores y la historia de amor de los seres humanos. . El pan que encarna la verdad y la justicia,  el pan que en este evangelio alimenta el espíritu. Pan para todos.

Me gustaría que con nuestro compromiso de cristianos celebrásemos el pan como en este evangelio. Neruda en estos versos me invita a acercarme con más reverencia y compromiso  a todo lo anunciado por Jesús.

 Haremos pan,/ plantaremos de trigo/ la tierra y los planetas,/ el pan de cada boca,/ de cada hombre/ de cada día/ llegará porque fuimos/ a sembrarlo/ y a hacerlo/ no para un hombre sino/ para todos/ el pan, el pan/ para todos los pueblos/ y con él lo que tiene/ forma y sabor de pan/ repartiremos:/ la tierra,/ la belleza,/ el amor, /todo eso/ tiene sabor de pan,/ forma de pan/  germinación de harina,/ todo/nació para ser compartido,/para ser entregado/,para multiplicarse.

Continuará

 

[i] Juan 6,1-15

Da de comer a cinco mil

 Después de esto pasó Jesús a la otra orilla del lago de Galilea –el Tiberiades-. Le seguía un gran gentío, pues veían las señales que hacía con los enfermos. Jesús se retiró a un monte y allí se sentó con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Alzando la vista  y viendo el gentío que acudía a él, Jesús dice a Felipe: -¿Dónde compraremos pan parta que coman éstos? –lo decía para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer-,

Felipe le contestó:

-Doscientos denarios de pan  no bastarían para que a cada uno le tocase un pedazo.

-Uno de los discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dice:

– Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes y dos pescados; pero ¿qué es esto para tantos?

-Jesús le dijo:

-Haced que la gente se siente.

Había hierba abundante en el lugar. Se sentaron. Los varones eran cinco mil. Entonces Jesús tomó  los panes, dio gracias a Dios y los repartió a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados: dándoles todo lo que quisieron. Cuando quedaron satisfechos, dice Jesús a los discípulos:

– Recoged las sobras para que no se desaproveche nada.

Las recogieron y, con  los trozos de los cinco panes de cebada que habían sobrado a los comensales, llenaron doce cestas. Cuando  la gente vio la señal que había hecho, dijeron:

-Éste es el profeta que había de venir al mundo.

Jesús, conociendo que pensaban venir para llevárselo y proclamarlo rey, se retiró de nuevo al monte, él solo.

 

 

 

1 comentario
  1. Martin Zamora Borobio
    Martin Zamora Borobio Dice:

    Querida Maribel: Me ha hecho mucho bien tu reflexion.He copiado muchas frases que me han llamado la atencion.No me podía imaginar que sacaras tanta agua de este pozo sin fondo que es este texto de la multiplicación y sobre todo que lo relacionas todo con el cuerpo tan denostado por la Iglesia aún ahora.Eso que dices de «Traga y calla» cuánto lo hacemos los cristianos y no te digo nada los curas para tragarnos cosas que nunca entendemos y que tanto ha influido en nuestro complejo de culpabilidad en cuestiones de sexo.Ya sabes que la Moral de Noldin y REgatillo decian que en cuanto al sexo no hay parvedad cde materia o sea que todo es grave.Con esta mentalidad maniquea pura y dura ¿dónde vamos?Imprimes untoque femenino a toda tu reflexión con las imagenes del parto, del amamantar, del cuidado,¿ como lo vamos a cuidar si no lo valoramos?Me gusta mucho como terminas con los versos de Neruda que me imagino que serán del Cántico al amor o algo así.
    Ahora quería decirte que en unonde mis pueblos viene una tal Pilar Ibañez, que es enfermera y dice que te conoce de Segovia y que trabajó en la misma área contigo en una zona que le llaman El Sotillo. Ella ya esta jubilada vive en Madrid pero tiene sus raices en Soria y pasa aqui todo el verano. A ver si la recuerdas.
    Gracias por esa maravilla que realizas con la lectura que haces de los Evangelios que es muy humana y atractiva, nada espiritualoide.Sería bueno que publicaras estos pensamientos tan hermosos en algún libro.
    Un abrazo para los dos.Os recuerdo con cariño.Martín Zamora.

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