Despeinando mi plegaria
No quiero que mis ojos se enturbien
por el manto de amapolas sofocadas
que galopa por el mundo
y dibuja la amargura
con las rosas en fuga,
y los lirios que no acuden a la cita.
No quiero que mis ojos se enturbien
por lo que perdí y nunca tuve.
Tampoco por el velo falso
de contentarme por lo «bueno que tenemos»,
porque lo fundamental se está perdiendo.
Se pierden los místicos bancales
y las parvas de luz,
y los abrazos tendidos y tiernos
y los niños en los arrabales del miedo.
Con ello se está ahogando la vida.
Galopan caballos desbocados,
la vida camina a puntapiés,
consumiendo sin descanso,
consumiéndonos nosotros.
Unos cuantos se disputan el festín.
La luna llora la sangre que no vemos,
y en jolgorio volvemos
a la parva del dinero,
que no tiene piedad,
que corre sin misericordia,
y se lleva los sentidos,
y desmantela el sentido
en la parva del poder.
Y también el muy sagrado.
No quiero rezar a este señor
que nos ordena
comprar y callar,
y nos deja sin comer.
No quiero que mis ojos
se entretengan añorando,
Porque lo fundamental
no ha sido
y cuando ha sido,
ha sido bien dolido y oscurecido.
No quiero mantos, velos, tacones, relicarios,
candelabros, floreros y delantales.
Delantal. Tal vez sí
Memoria de mujer, memoria de Dios.
Quiero rosas, aromas
muchas rosas.
Quiero los colores que se cruzan,
los colores sospechosos
que también tejen.
Quiero flores.
Las retamas floreciendo
Salpicadas por las jaras,
fieles siempre.
El despertar del jilguero,
El ruiseñor y la rosa
Los trinos del zorzal, la zarzamora,
El pelotazo de un niño.
Amapolas, como velas encendidas
Las piedras recorriendo el río.
Y el sol colándose por los dogmas,
cercando el dolor de sus rastrojos
y rompiendo sus pucheros.
Quiero doblar esta esquina,
dejar atrás la calle sin asfalto,
sin estrellas, sin huellas florecidas.
con las bombillas exangües
y relojes sin manillas.
Y el reuma de la noche.
Quiero doblar esa esquina
de las calles desoladas
como una alondra ligera
que trae luz de la mañana.
Dejar pupitres resecos
y las tintas de carcoma
y escribir
una página en blanco
con el jugo del granado
oír los arrullos de mi rio entre los sotos,
y cantando al unísono
las espigas muy granadas,
la claridad dibujada
de cántico espiritual.
Quiero arrancar la página del rencor y el odio
que el mundo anda leyendo
y se lleva el florido azul del cielo.
¡¡ que se rompan todos los velos
y se abran todos los ojos!!
Y escribamos de nuevo
una bella pradera
llena de música y luz,
de amor repleta
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