El poder de la mirada frente al poder del dinero

“Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y 2 peces. ¿Qué es esto para tantos?” Juan 6,9

Del evangelio de Juan: “Jesús da de comer a cinco mil” [i]

 

 

Saber ver la fertilidad de lo insignificante frente al dominio y el abuso de poder y desarrollar la justicia, es una constante en las enseñanzas de Jesús en el Evangelio. Cuando nos agobia la vida y nos confronta con la impotencia, la pregunta es qué hacer con la realidad que tenemos, que es algo de lo que debió pensar Andrés cuando escuchó lo que le planteaba Jesús a Felipe. “¿Dónde compraremos pan para todos esos?” pasamos muy deprisa por la vida y nos perdemos su esencia, nos hemos acostumbrado a vivir con muy poca realidad y nos pasa casi todo inadvertido, igualmente pasa con el evangelio, se hace una lectura casi al trote y no pasa de ser una  colección de anécdotas como mucho citas más o menos ingeniosas que utilizamos y lo mismo valen para un roto que para un descosido !Qué error!

La vida está llena de de posibilidades esperando que descanse nuestra mirada en ella y lo mismo el evangelio. Es cuestión de constancia, cuando miramos algo por  mucho tiempo, y volvemos sobre ello, su esencia se vuelve visible. En este evangelio se nos invita a ver más allá del velo de las apariencias. A una mirada larga y profunda, a una mirada despierta. Las apariencias enredan y te enredan en la maraña de tus emociones, muchas veces engañan, también tus mezquindades enredan la mirada.  Quien es capaz de atravesar la realidad con su mirada cuando mira, ve la realidad de las cosas y las personas como son en su esencia, todas llenas de posibilidad y gracia; así le debió ocurrir a Andrés  cuando se encontró con  el muchacho de este evangelio. Jesús  había manifestado su deseo de dar de comer a los que le seguían. Felipe se había situado, desentendiéndose  del deseo de Jesús, con la excusa de que no había suficiente dinero. Pero Andrés vio a un niño (posibilidad y futuro) y exclamó: ”aquí hay un chico que tiene 5 panes y 2 peces”, pero enseguida se apoderó de él la conciencia de que no nos llega, “¿Qué es eso para tantos?” dijo, pensando que no había suficiente. No es real lo que pedía Jesús, parece que no es real lo que pedimos y esperamos. Andrés posiblemente también con estupor ante el deseo de Jesús e incredulidad porque nuestra mentalidad es muy estrecha, muy “corta de vista”. La mentalidad de contables, que lleva a la impotencia, y con la mirada dirigida por un solo camino, el dinero su  poder y dinamismo. Jesús sin embargo, no contó lo que tenían, sino,  cuántos había con hambre, cuántos había con necesidad. Eran cinco mil hombres, dice el evangelio.

Este evangelio nos muestra el esfuerzo permanente de Jesús de separarse de lecturas unívocas de la realidad, impuestas por el mecanismo de la fuerza social cultural y religiosa, y pide a sus discípulos un esfuerzo por leer la vida  de otra manera, esto es, un esfuerzo por atender, rompiendo nuestros esquemas mentales, poner la atención para llegar a la esencia de la vida. Mirada larga que atraviese todos los muros mentales, mirada profunda que ilumine nuestro interior y derribe los muros de nuestro corazón. Era el pan, su escasez y el hambre lo que se traían entre manos  aparentemente. Pero era más profundo  lo que estaba ocurriendo allí. Dice el evangelio que Jesús les preguntó para probarles. Lo que pregunta es una provocación, es algo que les tiene que dejar sorprendidos, sin palabras a sus discípulos. Jesús desafía en este milagro nuestro universo mental, nuestro universo religioso. No quiere imponer su forma de ver, sino que quiere que veamos nosotros, redescubramos la realidad, nos dice que hay más formas de ver la realidad, que no es unívoca, que salgamos del molde, quiere que nos asombremos. Jesús provoca para que dejemos de mirar de una forma rutinaria las cosas, las personas, y la fe.  Ahora que vivimos momentos de escasez de certezas y seguridades fruto de esta pandemia, ahora que queremos volver al consumismo y más de lo mismo, es una oportunidad de cambiar los ojos por unos nuevos, con una nueva sensibilidad, y ser capaces de ver un mundo lleno de milagros. La pandemia ha puesto en evidencia muchas cosas que no hemos visto porque no hemos mirado o porque no hemos sabido ver, o creíamos que deberíamos mirar para otro lado. El  caso es que nuestro problema es de la vista. Ahora que preocupa tanto y con razón la evangelización M. Delbrêl decía “El asunto no es tanto dar testimonio de Jesús  cuanto ver las huellas de él en la vida” Qué difícil es verlo si no sabemos mirar. La mirada es muy importante, A veces tiene más importancia que el lenguaje con palabras. Andrés vio 5 panes ,y Jesús vio pan para 5000. Igual en la vida real, un profesor un padre o una madre ven con cariño y esperanza a sus hijos  o alumnas, como consecuencia, el niño o la niña desarrollarán sus máximas posibilidades.  La mirada crea futuro, mirar es amar. La mirada se manifiesta en todo: lo que creo ser, lo que creo del otro, lo que creo de la vida, la mirada se expresa también en todo lo que somos y hacemos, en todo lo que aprendemos, por ello aprender a mirar es tan importante. La mirada de alguien es quizá lo que mejor define  a ese alguien. En este evangelio Jesús avisa de que las cosas no son como parecen y que si quieres ver su grandeza has de cambiar tu forma de mirar, tú forma de ver. Jesús introduce en nosotros una mirada inaugural para la cual el mundo siempre es algo nuevo. Una mirada sin prejuicio ni preconcepciones, por eso fue posible que hubiera pan para todos. Si estamos de verdad junto a él  Vemos los muros mentales que nos hemos construido. Hay quien prefiere aferrarse al significado más obvio y establecido de las cosas, sin embargo  este evangelio invita saltar por encima de la superficialidad con esperanza y hacerse cargo de la realidad que tenemos ,señalando un futuro  de convivencia y amistad entre los seres humanos, entendiendo el bien propio y el ajeno como bien común.

En la vida nos autoimponemos una mirada reduccionista y simple “¿qué es eso para tantos?”, o una mirada confundida en la maraña de las emociones y enredada en las mentiras que sostenemos. Esta pandemia se ha convertido en un hervidero de muerte y mentira, en el hilo conductor de las relaciones para sumergirnos en la ignorancia, otro  velo de la visión, mucho más denso es una catarata mental que nos impide mirar la vida con fecundidad y hacer proyectos de futuro. El único tratamiento de la catarata es cirugía, extirparla. Tal vez Andrés tenía esperanza de que Jesús fuera capaz de atravesar la realidad con su mirada, y que del pan y los peces hiciera una explosión de vida: el milagro de compartir y comer todos y que sobraran doce cestos. ¿Podemos aspirar a esta explosión de generosidad, sensatez y comunión que se produjo en este milagro? ”Dio de comer a 5000”  ¿Podemos aspirar a estas relaciones generosas y solidarías y también con la naturaleza? ¿Podemos alcanzar esa unidad con nosotros mismos y con el mundo que es la que nos da la plenitud?  ¿La armonización con el mundo circundante es posible? ¿Podemos aspirar, vislumbrar esa presencia universal de Dios?

El niño en este evangelio no solo trae el pan, trae la mirada inocente, invitación para percibir la significatividad de las formas, y descubrir a través de ellas sus redes relacionales ocultas a primera vista ,que nos hace perder pie y nos mete en la trascendencia, mirando como mira un niño. S Weil decía “que cada vez que se presta atención se destruye ya un poco el mal que hay en uno mismo”. La atención mueve las entrañas, el peligro es la mentalidad inamovible y el refugio en abstracciones, teorías. Prestar atención es descubrir desde qué referencias reales vemos e interpretamos la vida, prestar atención es dejar que la vida se manifieste ante nosotros y nos diga lo que quiera. María Zambrano invitaba para mejor vivir a ”Prestar atención a tus experiencias”. Y añadía “A Dios sólo se le encuentra en la realidad. -Y seguía-: Voy siendo en virtud de lo que veo y padezco no de lo que razono y pienso”.

Oímos que dicen lo difícil que es evangelizar hoy  y se afanan buscando métodos recursos ;  yo recuerdo unos versos de Neruda que enseñan mucho para el caso

“ El amor lo aprendí de un solo beso,

Y no puedo enseñar a nadie nada

Si no lo que he vivido:

Cuanto tuve en común con otros hombres y mujeres

Cuanto luché con ellos

Cuanto expresé de todos en mi canto

He aprendido la Vida de la vida”.

El niño es el toque de atención de Jesús para introducir en la experiencia humana una esperanza, una benevolencia, un futuro. Jesús trae futuro y nos enseña el camino. Nos está alertando  sobre la sabiduría de los pequeños, y de los pequeños signos. Invita a experimentar ese deseo creativo de Dios sobre nosotros.

Desarrollar una ética que proporcione un sentido a la existencia en común  es uno de los aprendizajes más claros de este pasaje. La experiencia cristiana es la participación de la realidad de Cristo. Una nueva sociedad es fruto de una nueva forma de mirar la vida que concitara unas relaciones cordiales. El papa Francisco llama a “unirse para celebrar el tiempo de la creación” Una invitación a reconocernos como punto de referencia en el mundo, sabiendo qué le podemos aportar y conociendo su profundo valor.

Tal vez los doce cestos que sobraron y que Jesús mandó recoger hagan también alusión al maltrato que damos a los bienes que tenemos y a la agresión a la naturaleza con nuestros desperdicios y con nuestras sobras, no sabiendo cumplir el mandato de Dios de que todos los bienes de la naturaleza son para todos los hombres y mujeres. Dice Francisco “NO se puede servir a Dios y al dinero. “Así como el mandato de no matarás  pone un límite claro  para asegurar el valor de la vida, hoy tenemos que decir No a una economía de la exclusión  y de la iniquidad. No, a un dinero que gobierna en lugar de servir, no, a la nueva idolatría del dinero” Esto es mirar con perspectiva y mirar con otros ojos la vida, y lo dice en su encíclica “La alegría del evangelio” para los que no saben cómo evangelizar hoy, en esta encíclica tienen una mina para aprender.

Jesús tomando el pan y los peces de las manos del niño y bendiciéndolo, restablece el vínculo entre lo sensible y lo no sensible, entre lo que deviene y lo que perdura. Consagra una nueva forma de mirar y una forma de hacer y de ser

Se había tratado de imponer en el curso de este acontecer que narramos el realismo calculador de Felipe.  Andrés sin embargo responde con la simplicidad, la ingenuidad  y el deseo de dar respuesta a la propuesta de Jesús. Se toma en serio el dar de comer a aquellos hombres en ese momento.  Intenta buscar salidas, y reconoce la impotencia, tal vez con una  disposición como nosotros ahora, en el trascurso de esta pandemia, con una esperanza descolorida queriendo dibujar un cerco de seguridad; pero en medio, se alza la generosidad del niño, su disponibilidad a repartir  su comida, como tantas personas creyentes y no creyentes están haciendo hoy en el mundo. Frente al poder del dinero se levanta el poder de la generosidad y la acción propositiva  como ocurrió con Andrés, aunque aun andaba con la mirada perdida. “¿Qué es eso para tantos?” La insignificancia para Andrés y lo suficiente para Jesús. De la insignificancia brota el pan para todos, de mi insignificancia también. No hay nada desechable para Dios. En su incredulidad se fían los discípulos de Jesús, y  con el niño sin nombre protagonista invisible, fue con lo que  Jesús hizo fértil y fecunda la escasez !El Milagro! No va del poder de Jesús, va del poder de lo insignificante en los ojos de Dios, del poder de lo que desechan los hombres como el niño de este evangelio que ni siquiera le dan nombre.

Hoy seguimos oponiendo la voluntad de poder y de dominio, la voluntad de exclusión, a esta comunión humana y de la naturaleza, a esta fraternidad que crea Jesús en este milagro. Jesús se aleja absolutamente de voluntad de poder y de dominio, confía en las facultades de la comunidad y se fija en el niño que llevaba pan y peces, lo toma de su mano y lo hace grande. Vivimos pensando como Felipe que la única salida  es estar en la realidad tangible, contante y sonante, la que se cuenta con dinero y poder siguiendo su estela y sus postulados.  Pero esa realidad que nos venden, no es tan tangible como nos hacen ver. Vivimos en un mundo donde conocemos muy poco sobre aquello que usamos, defendemos, o criticamos. Un mundo de apariencia, prejuicios propaganda y engaño y desde ese universo de desconocimiento, de comportamiento miope es muy fácil dejarse engañar. Lo nuclear  de este evangelio nos comunica que de la comunidad puede emerger la posibilidad de vida para todos, sólo hay que  separar la mirada del dinero y buscar otro poder que no aplaste y no destruya. S.Weil lo explicó divinamente: el camino, el conocimiento, la ciencia desde los crucificados que busca el bien y la justicia no el poder y la fuerza. Sólo hace falta darse cuenta como hizo Andrés,  vislumbrar la posibilidad de otro camino. Proposición con más actualidad que nunca. Estamos a tiempo para hacerlo socialmente, y en la iglesia, otro camino, nuevo, no lo de siempre con un poco de maquillaje. Ella buscadora incansable de la verdad, la belleza y el bien que lo entendía como un compromiso solidario  por la justicia con los oprimidos. Hoy los oprimidos somos los que vivimos y sufrimos esta desgracia de la pandemia. Durante nuestra pandemia nos han hecho preguntarnos continuamente, nos han puesto ante la disyuntiva de la Salud o el dinero, y en aras del dinero se han sacrificado muchas vidas. Este  evangelio de Jesús nos dice que no hay disyuntiva, que sólo hay que apostar por la vida , la generosidad y  la lucidez, que si lo hacemos sobrarán doce cestos.

Pone Jesús un límite a la dinámica económica y monetaria, rechaza el dinero como solución, opta por los cinco panes de cebada y los dos peces. Pone Jesús fin a la mirada unilateral de la fuerza y el poder representado en los 200 denarios, no a la aceptación de la injusticia, sino a la atención lúcida de la desdicha, que pasa por romper con las ataduras  que constituyen nuestras razones de vivir  y nos atrapan y constriñen ,ya sean posesiones materiales  o morales. “Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes y dos peces, dice Andrés.” Un chico que no habla; otra habla por él. Para él tiene de sobra, para todos, insuficiente. La renuncia a lo que posee, su disponibilidad, su generosidad será el milagro.

Amar  a Dios  no es cultivar un sentimiento, ni hacer acto de contrición, es la adhesión de la voluntad al bien; de la inteligencia a la verdad del alma ,y a la paz que dan y el bien y la verdad. Jesús El Maestro prepara a sus discípulos para “la gracia” de lo que va a ocurrir, una gracia que en nuestra actualidad  implica  una relación renovada con las cosas de “este mundo” y que nos exige una encarnadura distinta.

La visión posibiitadora de Andrés, su mirada atenta a la vida que le rodeaba, contribuyó al milagro. S.Weil, mística contemporánea de Stein  confió como nadie lo ha hecho, en esta capacidad casi subversiva de lo pequeño, con tan gran poder transformador. Puesto en la balanza del corazón humano en la vida social,  es capaz de invertir  las relaciones de fuerzas dominantes como ocurrió en este pasaje del evangelio. Andrés prestó atención a lo que decía Jesús con mirada generosa y se obró el milagro.

Jesús nos confronta sobre todo con la superficialidad y banalidad que hay dentro de todos, la mirada alicorta que está como un reducto que se niega a ser liberada. Guardamos dentro de nosotros el egoísmo como un tesoro, como si fuera el último reducto de nuestra seguridad, como si fuera nuestra defensa y lo disfrazamos de impotencia, este evangelio hace una llamada al discernimiento; la ignorancia es el velo de la visión, conocer lo que la oscurece ,acerca a la luz de su propia verdad  ¿Qué hacer con la realidad que tenemos? ¿Dónde estoy situada en esta desgracia de la pandemia? Jesús pregunta para sacudir conciencias y salir de la superficialidad en la que estamos instalados y que impide discernir y ver lo que verdaderamente vale la pena vivir.

A ciegas no se pude ir a la vida pero a Dios si podemos llegar a tientas.

¡Cuántas cosas nos tragamos que parecen inocentes e inofensivas como hacemos con la comida! Es hora de comer, no de tragar, es hora de nutrirse, no de sobrealimentarse de banalidad ,ceguera y miedo, es hora de detener el progreso ilimitado que sólo crea dinero. Es hora de mirar de otra manera. Vivimos en un mundo donde conocemos muy poco sobre aquellos que usamos, defendemos o criticamos, un mundo de apariencias prejuicios  y engaños. Descubrir las cosa como son realmente, es profundamente transformador.

«Mandó Jesús que se sentaran todos los presentes» La unidad de la creación  mediante la fraternidad universal con todas las creaturas, amándolas y respetándolas, como dice  el papa Francisco en Fratelli Tutti, respeto a todas las formas de vida si creemos en Jesús ya que él se apartó de todos los caminos de opresión y de dominio. La mirada cura, la mirada, la forma de  mirar crea futuro.

Ante los límites y resistencias de la realidad aunque la realidad les negara  los hechos y sus apreciaciones los discípulos se pusieron con Jesús del lado de los seres humanos. Se situaron como presencia acompañante que tal vez es lo que podamos hacer nosotros ante los límites de la realidad que no nos deja caminos. Pero como ellos realicemos una nueva presencia que comprometa unas  nuevas relaciones. En su incredulidad los apóstoles se fiaron de Jesús. Saber buscar otros caminos cuando fracasan los que hemos transitado, aprendamos a dejar de caminar entre binarios y polaridades. El camino es la posibilidad abierta a lo que vaya surgiendo en la vida. El amor es una forma de libertad, o tal vez la libertad misma. Tal vez el miedo a la libertad es un camino que haya que despejar. A veces el amor está herido y creemos que es porque se es egoísta y falto de generosidad, pero está herido porque su libertad es precaria. Y se necesita mucho amor y libertad para responder a la pregunta que ¿Qué hacemos con la nueva realidad que tenemos, que no es solo social sino también  religiosa y espiritual?

El milagro de este evangelio es el amor, es el compartir y el repartir lo que asegura la vida, es saber ver lo que otros no ven. No puede haber supervivencia sin relaciones justas y respetuosas, sin cuidados como la misma naturaleza expresa. Quien ve de verdad, quien es capaz de atravesar los límites chatos de la realidad con su mirada, cuando mira ve la realidad de las cosas y las personas como son, con una gran potencialidad humana. Urge traspasar la materialidad para ver en su esencia la vida: todo está dentro, el bien y la bondad de la comunidad humana y la naturaleza. Sólo tenemos que saber hacerlo grande. No se trata de empoderar lo pequeño sino de descubrir su poder. Las enseñanzas de Jesús, su experiencia son la alternativa al orden injusto.

Dice Galeano ”Mucha gente pequeña, haciendo cosas pequeñas pueden  cambiar el mundo”. “Entonces Jesús tomó el pan y los peces de las manos del niño, lo bendijo y dio a todos de comer”

Sólo nos cabe la gratitud por tanto recibido. Mirar en profundidad, mirar adentro para escuchar el canto que sale del alma, de nuestro interior, que nos convoca sin cesar  a mirar el mundo, la vida toda con gratitud.

 

 

 

[i] Juan 6,1-15

Da de comer a cinco mil

                                                                                                                   

Después de esto pasó Jesús a la otra orilla del lago de Galilea –el Tiberiades-. Le seguía un gran gentío, pues veían las señales  que hacía con los enfermos. Jesús se retiró a un monte y allí se sentó con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Alzando la vista  y viendo el gentío que acudía a él, Jesús dice a Felipe: -¿Dónde compraremos pan parta que coman éstos? –lo decía para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer-,

Felipe le contestó:

-Doscientos denarios de pan  no bastarían para que a cada uno le tocase un pedazo.

-Uno de los discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dice:

– Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes y dos pescados; pero ¿qué es esto para tantos?

-Jesús le dijo:

-Haced que la gente se siente.

Había hierba abundante en el lugar. Se sentaron. Los varones eran cinco mil. Entonces Jesús tomó  los panes, dio gracias a Dios y los repartió a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados: dándoles todo lo que quisieron. Cuando quedaron satisfechos, dice Jesús a los discípulos:

– Recoged las sobras para que no se desaproveche nada.

Las recogieron y, con  los trozos de los cinco panes de cebada que habían sobrado a los comensales, llenaron doce cestas. Cuando  la gente vio la señal que había hecho, dijeron:

-Éste es el profeta que había de venir al mundo.

Jesús, conociendo que pensaban venir para llevárselo y proclamarlo rey, se retiró de nuevo al monte, él solo.

 

 

 

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