El camino de Dios tiene cuerpo de mujer

Del cap IV de “Volver a casa con Jesús” 3ª parte  La mujer a la que quiso conocer Jesús

(Del evangelio de La Hemorroisa y la hija de Jairo)-

El sentir de los olvidados de la vida

Santa Teresa decía que era de imaginación flaca. Tenía la maldición de las mujeres, la necesidad de que te confirmen otros, no estar seguras, depender de otros para afirmarte (Quién lo diría en Santa Teresa).  Alguien lo ha denominado como “La indefensión aprendida “ Aprendizaje que tanta dificultad ha supuesto

 

77

 

en el camino del crecimiento de la mujer.  Este evangelio, nos ayuda a  liberarnos de esa maldición de las mujeres: la indefensión aprendida  De lo que se trata, es aprender a ver a través de ti  misma y poner a Cristo como piedra angular de tu vida.

El recibir la novedad de Jesús, tiene que llevar consigo un cambio en la forma de ver y explicar la vida, y en la forma de explicarse a sí mismo. Jesús cambia nuestra vida.  El Teresa de Jesús tiene textos dramáticos sobre la desigualdad e infravaloración de las mujeres  eran su oración, pesándole profundamente esta situación.

Nos sorprende continuamente Jesús en el evangelio, se dirige en su experiencia con una actitud, que incluye la diferencia propia de cualquier sujeto. Jesús rompe el cerco de los pre- juicios , fue una de las acciones más claras del Maestro.

¿Quién me ha tocado? Jesús para la marcha cuando iban a la casa de Jairo y siente a la mujer, exige pausa para procesar lo que ha ocurrido, para conectar, y escuchar su voz. Jesús dio la palabra a aquellos a quienes históricamente se les ha negado el derecho a hablar, a los que no se les nombra, ni se les siente.  También Jesús abre la puerta a los sentidos al contacto y se interesa por la vida que llama “¿quién me ha tocado?” dice Jesús «Estás viendo cómo todos te oprimen y preguntas ¿Quién me ha tocado, responden los apóstoles». ¿Quién va a ser? Se les ignora a los marginados, como en el caso de las mujeres, aquí en este pasaje las representa  la hemorroísa; o se les teme, como al endemoniado en el pasaje anterior. Ellos están en “su lugar” que es el lugar de la soledad, de la incomprensión y del miedo, y sin embargo, los dos, sienten; los dos olvidados de la vida, los innominados, sienten la presencia de Jesús y van a su encuentro.

Jesús le invita a decir “he sido Yo”. Soy una mujer. La verdad nunca tiene que dar miedo. Para recuperar la dignidad, uno ha de pasar por reconocerse. Nombrar la realidad con la palabra y nombrarse es altamente sanador, y éste es un mensaje de Jesús,

 

78

 

también para nosotros. Jesús en sus encuentros señala dónde tiene el ser humano su energía, y dónde no; les impulsa a seguir la corriente de la vida, en vez de esconderse y resistirse a ella, a disolver las barreras interiores que bloquean parte de su realidad, también la nuestra .Hoy arrastramos las consecuencias de estos prejuicios y esta forma de ordenar la vida.

Jesús rompe el silencio del callado dolor. La hemorroísa es la mujer que quebranta el silencio impuesto. Jesús es el que lucha contra lo callado, para hacer viable la posibilidad de nombrar la realidad con la Palabra.

¿Quién me ha tocado?

Ha frecuentado médicos,

Árboles invernizos, Poderes inútiles

Sin que la curen.

Llega el Maestro,

Suena como canto de luz en los oídos,

Como rosa amorosa.

La mujer

Con las manos ávidas,

Florecidas de lejanía con la esperanza izada,

Se va con los ojos florecidos de  vida.

 

Jesús ilumina nuestra verdad

¿Quién me ha tocado?

Es necesario entrar en  el interior de uno mismo, recorrer la vida propia, acceder al conocimiento de sí para entrar en relación con Dios. «¿Cómo te llamas? ¿Quién eres?: legión, dice el de Gerasa». No puede poner orden en su cabeza, tampoco en su corazón,  hay demasiada confusión y no puede integrarse en una persona. No sabe quién es.

Son esferas vitales situadas en el mal; son impuros, mancillados, señalados. Vienen desde profundas soledades y aislamiento.

 

79

 

Dos personas, la hemorroísa y él, que sin saber quiénes son, vienen desde muy lejos a encontrarse con Jesús. Vienen conducidos por su propia oscuridad. Jesús los acoge, los escucha, los cuida, los cura.

Cuando el cuerpo y el espíritu se sienten aplastados ahí tenemos la verdadera noche del dolor.

La incomunicación, el aislamiento, generan el rechazo a los enfermos. Durante muchos años nosotros hemos tenido aislados a los enfermos mentales, a los enfermos neurológicos, a las graves discapacidades, las hemos tenido escondidas. Todavía mantenemos prejuicios contra ellos. Jesús los saca a las calles, los visibiliza, los da voz en su evangelio.

¡Cuánto sufrimiento, Señor! Pero la incomunicación genera prejuicios y rechazo, también, entre etnias, sexos cultura, religiones. Además la incomunicación, el aislamiento oscurecen nuestra verdad, la hacen menos accesible ya que nuestra verdad se encuentra en nuestra experiencia,  por tanto en nuestras relaciones. En el encuentro con Jesús podemos saber quiénes somos realmente, nos ilumina. La sabiduría del evangelio te da una nueva visión del mundo, te enseña a leer el mundo de nuevo. El evangelio nos ayuda a hacernos sensibles a la luz y a la oscuridad que hay en nuestro interior. Nos ayuda abrirnos a la luz de Dios .Jesús nos brinda esa posibilidad.

Jesús visibiliza en su paso por nuestra historia, las consecuencias de este aislamiento e incomunicación, en muchos niveles. Se enfrenta a los patrones discriminatorios de su tiempo y reveló la posibilidad de otro modo de ser, que parte del reconocimiento de si, de cualquier sujeto, reprimido por el sistema, la costumbre, los tabúes… A todos los invita a que se reconozcan como personas dignas. Este pasaje acaba con la inclusión de la mujer en la vida, de la mano del Maestro. Son los valores de Dios, y Jesús es su sembrador. Nos convertiremos, cuando miremos y escuchemos  a las personas como las miraba  y escuchaba Jesús.

Dándole vueltas a este evangelio y a otros pasajes me hacen pensar que Jesús quería que tuviéramos una conciencia viva y una honda intención ética. Para ello no hay que tener miedo a la

 

80

 

verdad que somos, pero tampoco, a tantos otros como excluimos. Creemos en un Dios que se goza en los humanos.

¿Quién me ha tocado? Es una pregunta que nos la hace a todos, no sólo a los acompañantes de Jesús, y ,también a ella. Es como si le dijera a ella, ábrete a tu experiencia escondida, rechazada, y olvidada. Uno aprende a ser quien es escuchando la palabra de los otros también, de los diferentes. No llegamos a ser plenamente humanos si no es en relación. El yo no se estructura en oposición dualista, sino, en relación con el otro. Jesús dedicó su vida a sanar las relaciones, a acoger al otro. Anunciar la realidad de que somos portadores de amor y no de doctrinas o de ideologías.

Sabe Jesús que el precio de la exclusión es muy alto.

Son dos personas, el de Gerasa y la hemorroisa cuyas identidades personales quedan de algún modo definidas por su “tara”. Son identidades quebradas, inacabadas, tan sólo murmuradas. El peso del miedo al diferente es muy grande. No tengas miedo es la recomendación de Jesús.

La hemorroísa pudo ver cómo su propia imagen iba engrandeciéndose en aquellos ojos hasta convertirse en una mujer: la mujer a la que Jesús quiso conocer. Es la primera vez que habla con su propia voz: Yo soy: he sido yo

¡Existo! Ella tenía la identidad que los otros la imponen:¡hemorroísa¡  Jesús le invita a terminar lo que ha iniciado, has roto un tabú, proclámalo, díselo a todos.

¿Quién me ha tocado? Podemos pensar que Jesús primero le está invitando a preguntarse sobre su vida ¿Quién eres? conoce tu verdad, acéptala y ámala; que Él, así lo hace.. Le invita a distanciarse con respecto a todo lo que la domina y constriñe, a todo lo que la ha identificado y que la privaba de su libertad. Esto es nacer de nuevo. Esta petición también nos la hace a quienes queremos seguirle. Pero también  con la pregunta, le da posibilidad a la mujer   de hacerse visible, le da un espacio, le da lo más hermoso que podemos dar a los seres humanos a quienes amamos, el espacio que necesitan para ser , para hablar o para guardar silencio.

No sabemos más de lo que habló con la mujer. Pero bien podía haberle dicho, esto no lo puedes pagar con dinero; estás accediendo a una relación dónde el poder del dinero no tiene lugar; estás accediendo a otra vida, estás pisando los umbrales de la gratuidad de Dios. Tu fuerza está dentro de ti. En adelante, mírate dentro. Sólo en el itinerario hacia la verdad puede el ser humano construir su historia. Sólo nombrándose, la hemorroísa puede comprender algo de la palabra de Jesús y tener experiencia del encuentro con Dios, conectando con su interior ,también nosotros, sólo nos pide sinceridad y honestidad, más que perfección. Sólo nombrándose y pronunciando su dolor , hemorroisa pudo tener acceso a sí misma, y en ese acceso, la alcanzó a Dios. La búsqueda de verdad, de la propia verdad, es ya encuentro con Dios. Saber quiénes somos y ante quién estamos, no se cansaba de repetir Santa Teresa. Pues esta es la oración de la hemorroísa: su Verdad.

 

El cuerpo lugar de anuncio de los valores de Dios

Jesús reconcilia a la mujer consigo misma, a ella le toca apoyarse en su deseo de vivir. ! Vete en paz! Jesús confía y espera   en el ser humano.

El Dios de Jesús es un Dios de Amor que escucha y es sensible al sufrimiento humano. Suscita primero la libertad de la mujer y se pone de su parte. Parece que le dice, Tú deseas vivir tienes derecho a ello como los demás, esto no es una mancha, no es un pecado,. Me recuerda a la mística STJ ese deseo de vivir, esa necesidad que sentía de ser ella misma, esa búsqueda incesante de sí misma porque sabía, que en lo profundo del ser está Dios dando la Vida. Ya le decía Jesús “alma buscarte has en mí y a mí has de buscarme en ti”. Me admira su reivindicación de la mujer frente al desprecio de la misma por parte del varón, hoy en muchos sectores de la sociedad, no se entiende y no se quiere cambiar esta situación, en concreto dentro de la Iglesia. Decía la Santa “Al fin y al cabo este árbol está plantado en las mismas aguas de la vida”  Las mujeres también están incluidas en el banquete de Dios.

Le envía Jesús a la mujer a encontrar su lugar en la sociedad, a una nueva comprensión de sí misma. El cuerpo femenino y su fisiología como significante y no como significado

 

82

Jesús continuamente dignifica el cuerpo. En este pasaje se nos da buena cuenta de la relación entre el cuerpo de la mujer y el mundo y se nos revela que Dios es un Dios de relación. El cuerpo tiene palabra y conocimiento como trama de relación. Saber escuchar el cuerpo como fuente de sabiduría, y  como lugar donde acontece Dios.

El cuerpo, el valor de la corporalidad que se nos olvida, y que ha sido imprescindible para explicar la encarnación también; el cuerpo que ha sido en María comunión con el cielo, y que lo es para todos; porque a todos alcanza la encarnación.

En este evangelio aparece también el cuerpo como trama de acción, el cuerpo  de la hija de Jairo. Ante el cuerpo alzado de la niña lo que pide Jesús es “Dadle de comer”. Se convierte el cuerpo de estas mujeres en lugar de apertura a lo trascendente y de anuncio de la Novedad del Reino. Une Jesús lo trascedente, lo humano, lo espiritual y lo corpóreo.

A la mujer, el maestro le hace hablar para exorcizar sus miedos, romper las cadenas que la mantienen atada a sí misma, al silencio de ser. Jesús la saca del anonimato a la presencia de todos los que le seguían y a la presencia de Dios. Le hace reapropiarse del lenguaje, narrar su historia con un lenguaje nuevo, con un aliento sagrado, para poder vivir en adelante la experiencia salvadora de la fe “Tu fe te ha salvado”. Le invita a recorrer en primera persona el camino de la propia realización. «Vete en paz». Tu cuerpo ya no será un problema parece que le dice.

La mujer siempre ha estado sometida a la mirada ajena, definida y situada desde esa mirada. En tiempos de Santa Teresa no podían las mujeres leer los textos sagrados, por la debilidad mental, que les atribuían los clérigos. «por su minoría de edad» en las que les mantenía la iglesia, ! Cuánto le hizo sufrir esto! y menos mal, que no les hizo caso. Jesús claramente nos invita a mirar con otra luz, la que surge de la relación con El. Lo que hace Jesús en este texto es liberar de la mirada opresiva, despejar el lugar de Dios ocupado por los

83

 

prejuicios y la estigmatización, y permitir que crezca en ella la vida. La dignidad de la mujer, la dignidad de los seres humanos es que Dios ha hecho de cada uno de nosotros su morada, ha puesto su tabernáculo en varones y mujeres.

El amor del Cantar cree en el cuerpo, contempla extasiado el cuerpo del amado y de la amada, lo canta y lo desea.

“Levántate amada mía, hermosa mía ven a mí

Porque ha pasado el invierno, las lluvias han cesado, se han ido. Déjame ver tu figura, déjame escuchar tu voz”.

Ojala se escuche el canto de amor de Dios a las mujeres y trasforme a los duros corazones, que no quieren escuchar.

 

El camino hacia Dios tiene cuerpo de mujer

De la noche tus raíces trepan a mi alma,

Y al exterior regresan

Con musgo de eternidad.

Desnudo tronco soleado,

En la paz edificado

Voy a trepar por dentro,

Para vivir la nada.

 

Nunca te he tocado.

Hoy mis ojos van a ser mis manos.

Subo por tu savia Cedro de la Cruz,

No se ven los anillos del tiempo.

Con fervor te rozo,

y se me antojas mujer,

Fecundo, germinado;

Como mujer que hace saltar al hijo

del fondo de la tierra.

Corazón de tierra.

Corazón de cielo.

Una mujer te recorre por dentro,

 

84

 

La raíz cortada de la tierra,

Sólo Dios es su dueño.

Voy en subida desnudo tronco,

Y me habla el cielo.

Yo quería la nada

Y hay miel y leche,

Un paraíso de granadas lleno.

De tus entrañas emerge la aurora palpitando la belleza,

Desparramando flores,

Desparramando versos

Entre espigas de oro,

Nacidos al abrigo de tu huerta.

 

¡Me asombro!

El camino hacia Dios tiene cuerpo de mujer:

Es fecundo:

Se vacía,

Se llena,

Cual útero germinando vida.

Se derrama en la noche,

Como una madre

Llena de nacimientos y pétalos.

Del cuerpo de la mujer

No puede estar ausente la vida.

Corazón de cielo,

Corazón de tierra.

Un fragmento de mi poesía “El ciprés de San Juan de la Cruz” que el santo plantó en Segovia

 

La libertad crea vida

La libertad es siempre relacional. No puedes vivir al margen, si quieres ser libre. Jesús nos invita a buscar el sentido del mundo a partir de nosotros mismos. En su compañía se puede mirar la vida con sus sombras sin temor; siempre hay sombras; el palpitar del corazón que es el palpitar de la vida es bitonal. La libertad se abre a la capacidad creativa. La libertad de Jesús es una provo-

cación a la nuestra. ¿Seríamos nosotros capaces de actuar, hablar, sin prejuicios y con respeto como lo hizo Él? Honestamente,

¿Cuántas cosas se quedan en el tintero? ¡Y creemos que somos libres! Jesús siempre cura sin violar la libertad humana. Para Jesús la libertad era muy importante, realmente la veía como un proyecto de vida. Recuerdo su frase: “la verdad os hará libres” y  cuando se ofrecía Él como camino de la libertad: “Yo soy la verdad”, dice Jesús. El encuentro con Dios es lugar de sagrada libertad.

Sin libertad no puede haber dignidad. El ser humano afirma su propia realidad con la libertad que es creadora. El desarrollo del yo personal constituye también el desarrollo de la experien- cia de Dios. Cuando afirmas tu yo en libertad, encuentras un modo nuevo de amar a Dios.

Parece que Jesús nos dice con su intervención en este evan- gelio, que las mujeres son plenamente humanas como también, los varones; sólo humanamente se puede recibir a Dios. A esta mujer le saca Jesús de su confinamiento, y le lleva a vivir y ser en medio de la gente; a Jairo, al contrario, le lleva de fuera adentro. Lo lleva desde su vida pública, a recogerse en sí. Los espacios como marca de identidad se borran en este evangelio. El espacio del espíritu es infinito. El espíritu no tiene barreras, apareció en la historia atravesando los muros del cenáculo. No podemos levan- tar barreras nosotros. Ninguna barrera sea del tipo que sea. Recuperar el cuerpo y el tiempo de Dios en el cuerpo de la mujer es lo que dice Jesús en este evangelio. Recuperar su libertad. La libertad que es una cualidad del amor. No hay amor sin libertad.

El cuerpo de la mujer ha hablado, “se secó su fuente” que le producía daño.. También habló el cuerpo de Jesús “He sentido que algo salía de mi”. Sólo donde hay lenguaje hay mundo; nada hay dónde faltan las palabras; tampoco, donde falta el corazón. “Guarda tu corazón, porque de él brota la vida”, dicen los salmos.

Este es el Dios de la vida entendida como gratuidad; el Dios que se da creando en libertad continuamente, el Dios de

 

86

Jesús. Sanados todos por su libertad y su amor. Somos en Él,  Comunión humana. Bendito y alabado seas.

 

La imagen que acompaña es:  Joyful rebelion   People of color. De Kshloh.tumbit.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *