La primavera violada

Quemando están el amor 

Que no podrá madurar nunca.

Un dolor que nadie  escuchará.

El silencio del mal

Se cierne sobre nuestras conciencias

Que cierran filas bienintencionadas, anestesiadas y bullangueras,

Mientras las margaritas huyen despavoridas  del campo sembrado de granadas.

Una conciencia bien dormida

Que despierta

para ponerse de hinojos ante las armas,

Que no defienden a nadie

Llenan de oro y diamantes a unos pocos

Y a unos muchos los llena de hambre, hambre, hambre,

Pavor y muerte.

Apagan el grito de rebeldía que es cada flor.

 Mientras la luna reza

Están desollando  los senderos floridos.

Corren las margaritas 

Como lirios caídos al pie de la montaña

De tanto dolor, huelen moradas.

Salvad las flores.

Cuidad el campo,

Que sigan creciendo el cantueso, campanillas y amapolas

Ramilletes de ternura

que brote el pan de la espiga.

Peonias silvestres y  margaritas pisadas por las botas.

Salvad las adolescentes flores aunque sólo sea para seguir respirando

Cuidad las flores.

No la espada y el cuchillo.

Cuidad las flores.

No los tanques y pistolas.

Regad con rosas los pueblos, que no con granadas

Regad con uvas de buen vino, Que no con bombas de racimo

 Regad con espigas trenzadas con  granos de oro y dulzura

Que no con bombas  y gas sarín.

Dejar que recen los pueblo como quieran.

La paz nunca sale de las bombas

Sin primavera  no hay verano con cosecha de uvas

 Sin paz no hay verano de sementera.

¡Bombas para la paz!

¡Qué quimera!

Lloran las flores

Ríe el dinero.

  La margarita corre desnuda 

en los vientos de un universo helado,

Que recortan el sol del futuro.

Huye despavorida

A un mundo sin horizonte,

Repleto de codicias hambriento de poder  y de  dinero.

Huyen de las bombas  a un fango oscuro.

La guerra sólo es muerte, miseria y hambre

Para unos muchos.

 Para unos pocos:

Dinero, mucho dinero,

Monedas para pudrir los campos de la ética,

y arrasar la flor de la vida.

¡Bombas para la paz!

Más armas  para tener encendidas todas las guerras

Mantener la vida incendiada.

Más armas: Más desgracia, más desventura

                      Más margaritas rotas

                       Más claveles violados

                           Más rosas desflorada

                             Más ternura  sin sol

                               Más oscuridad tenebrosa

         Más mentira

          Más lágrimas congeladas.

Parad  la guerra, parad las guerras.

Ninguna flor merece crecer

Con tanta muerte.

Que callen las bombas.

No mandéis más cuchillos

Que perforan margaritas

Violan la primavera.

Recordad:

Los puñales  que mandamos no tienen ojos

se clavarán en nosotros.

Que callen las bombas

Los morteros voceros

Que glosan las hazañas de la guerra.

Que el silencio enmudezca

Rindiendo su respeto.

¡Despertar, conciencias!

Despertad todas las flores

Alzad el canto con los pájaros

Y tirar rosas y abrazos desde el cielo.

No hay vida sin el canto de la Vida

Sin flores en la ladera

No más dinero  para las guerras y  Señores  de la guerra.

Dejar de violar la primavera.

Las margaritas en carne viva

Van perdiendo,

 Sin ellas,

                no hay verano de vendimia.

Ilustración  Óleo de  Gelena Pavlenko , artista ucraniana, sirva con ello de homenaje a todos ellos

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