Lo espiritual no es patrimonio de privilegiados

                                                                                  ¿ Quien de los  jefes o fariseos ha creído en Él” Jn 7,48 [i]

 ¿Podía haber sido la espiritualidad cristiana distinta  si no se hubiera hecho patrimonio de célibes, vírgenes y consagradas? ¿Cómo hubiera sido si se hubiera desarrollado con la experiencia de casados y de  solteros, si se les hubiera dado autoridad para pensar la fe sin tutela? En Trento se acordó que ”el matrimonio es inferior a la vida consagrada” (y la mujer es inferior al hombre porque es menos inteligente y presenta una minusvalía moral). Los solteros y solteras no existen para la iglesia. No admite en su doctrina y vida sacramental más que dos tipos de vida, la reproductiva y la consagrada célibe y virgen. Y a cada una le corresponde un estatus dentro de ella, emanando su autoridad de los célibes y las élites religiosas. Nuestro problema de casados y solteros es  ¿Cómo cantaremos la canción del Señor en tierra extraña?

 

Aún estaba fresco el grito de Jesús en la fiesta de las chozas en el templo interrumpiendo la liturgia “Quien tenga sed que acuda a mí a beber”, Jn 7,38. Ante tal desacato las élites religiosas enviaron a los guardias a prenderlo. Pero los guardias no lo hicieron

“Sólo le siguen esa maldita gente que no conoce la Ley” Jn 8,49. Así reprochaban los fariseos y sumos sacerdotes a los guardias el haberse quedado a escuchar a Jesús. Así desautorizaban y menospreciaban las razones  y la experiencia de los guardias que exclamaban: ”Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre” Jn 7,46.  Pero los  sumos sacerdotes les recordaron quién tenía  la autoridad, diciéndoles “¿Quién de los jefes o fariseos  ha creído en Él”. Jn 7,49. En este evangelio se concentra la intransigencia, y la intolerancia, que culminan en el odio que mata a Jesús.

En estos dos versículos están resumidos el elitismo y clasismo de los líderes religiosos judíos y el desprecio por el pueblo llano y a los seguidores de Jesús. Un elitismo evaluativo, segregador. Un punto de vista superior.

Nuestros líderes religiosos comparten la creencia de su superioridad  desde Trento y, es una creencia que ellos dan por sentado, que es por designio divino. Una  conciencia de su superioridad, un modo prejuicial de ver la religión, de ver la vida religiosa y explicar a Dios que Jesús combatió profundamente.

Jesús hablaba desde el encuentro intimo con Dios. Por eso su Palabra era tan impactante. Todo movimiento elitista es exclusivista, excluyente; tiene el problema que crea ceguera sobre su conducta, tendiendo a no ver sus abusos de poder y agrandar los  problemas de los demás. Como cualquier  movimiento opresor disuelve la capacidad del oprimido de saber que lo está. Por lo que los laicos venimos aceptando todo sin rechistar. Tenemos un gran problema.

”La vida consagrada es la belleza de Dios y su Reino en el mundo” Ha dicho un obispo en la Semana de la vida consagrada. Un postulado que rezuma clasismo y conciencia de élite. Un culto para su ego.

Nosotros, casados y solteros ¿Qué somos? ¿Una belleza en cuarto menguante? ¿La imagen de un Reino con menos oportunidades? El modelo mental que esconde esa afirmación es antievangélico. Una vanagloria elitista que necesariamente se estructura en desigualdad y como todas las estructuras desiguales, injusta, y  elaboran un gran conjunto de prejuicios; no pocos terminan en doctrina desde la que se otorgan prerrogativas, privilegios, que cristalizan en subordinación de los otros y no pocas veces en abuso; comparten la creencia de su supremacía espiritual y moral. Nada más lejos del evangelio. Un modelo prejuicioso  porque se ultravalora una forma de vida, un estatus. No es propio de un padre o una madre categorizar a sus hijos y tratarlos según la categoría que ostentan, Jesús no lo hizo.

Ellos y ellas, el estamento religioso, se  presentan y se describen a sí mismos como los que renuncian al mundo por el Reino. Nosotros los solteros y casados nos quedamos en el mundo, que es el imperio del pecado. Theilar de Chardin prefería otra visión de ser del mundo y no la de huir del mundo: ”yo prefiero la visión que acentúa todos los aspectos más constructivos de todos los seres creados”. Es irreconocible el Dios de Jesús desde el lenguaje del poder, y del estatus.

Siempre que se mantienen las desigualdades es para disfrutar privilegios del tipo que sean. Cuando te eriges en una posición de supremacía, de facto, a los otros los sitúas fuera de la órbita “de la belleza de Dios y de su Reino”. Las palabras del Obispo no hacen más que rezumar los postulados del Concilio de Trento. El lenguaje no es sólo modular palabras, y crear sentido, crea también realidades. Ellos son incapaces de ver la realidad  que crean sus palabras y cómo naufragamos en ella. ¿O sí lo ven, y lo afirman? El poder es capaz de velar su dinámica  perversa. Estoy segura que muchísimas mujeres consagradas y célibes no comparten lo que ha dicho el Obispo.

¿Qué somos para la Iglesia las personas cristianas, casadas y solteras, fuera de palabras “hermosas”?

La mentalidad clerical es como la clase social, se hace genética y gobierna la vida, la propia y la de los demás. De esa mentalidad elitista e incorpórea  se define el matrimonio cristiano, que se concibe en función “de la reproducción”, y no con valor en sí mismo; por eso priman la fidelidad  sobre el amor, que  convierten en un deber en pro de mantener la familia unida y asegurar la reproducción. Es tan “demencial” que en una familia que el padre sea un maltratador, un destructor de vida, se  pueda llamar familia cristiana y tratarla como tal, si aguanta la mujer y no rompen los vínculos entre ellos; si no se divorcian; al maltratador si se confiesa le perdonan los pecados…..y a otra paliza. Pueden acceder ellos y sus hijos a todos los sacramentos, mientras se le niegan al divorciado honesto, amoroso, y a su prole que ha rehecho su vida.

” ¿También tú eres galileo? Estudia y veras que de Galilea no salen profetas” Jn 7,52 le dicen a Nicodemo en este pasaje cuando intentaba echar un capote a Jesús y a los guardias. El prejuicio hace de nuevo su aparición. Todo prejuicio lleva inherente al mismo: un desprecio. El prejuicio de lugar, creer que la procedencia determina la vida, como el estatus, el desprecio con el que se mira el matrimonio.  “Es inferior a la vida consagrada”  crea una mentalidad. Comparten el prejuicio de su superioridad y por ello de su autoridad. ¿Quién de los jefes o fariseos ha creído en Él?Jn 7,48 . El discurso clasista.

Jesús les acusaba de hipocresía y de una fe sin corazón que condenaba prejuiciosamente a hombres y mujeres a vivir excluidos. Una fe excluyente, así lo expresaban “Sólo le siguen esa maldita gente que no conoce la LeyJn7,49  En nuestro caso de laicos, una fe y una espiritualidad subalterna. Una belleza de Dios “venida a menos”. La gracia de Dios tasada según el estado de vida. “La vida consagrada es la belleza de Dios y de su Reino en el mundo”  ¿Qué es Dios en nosotros según ellos y nosotros para ellos? Se esconden los obispos tras las palabras y su báculo mitrado, están perdidos en su mirada clasista, con un lenguaje que niega la legitimidad del otro. Un lenguaje al margen de la experiencia del evangelio. Es imposible cambiar en la Iglesia si no cambia su estructura. Para cambiar algo hay que cambiar el modo de pensarlo ¿estarán dispuestos?

Los prejuicios igual que los complejos son las barricadas que atascan nuestro camino espiritual y nuestro encuentro con Dios y sobre todo el encuentro entre los seres humanos y todos los actores dentro de la iglesia. No pocos se convierten en doctrina, en la iglesia se respira a través de  ellos.

Hay un prejuicio real en la iglesia que penaliza el estado laical y a las mujeres, todo lo que evoca desde Trento que se ha hecho Ley en la iglesia. Las Leyes no son inocentes. Las leyes surgen de una mentalidad y la produce al mismo tiempo. Leyes que nada tiene que ver con la justicia, menos con el evangelio. Dios encarnado no es un vacío, nos grita desde la injusticia, y estas prácticas  son injustas.

Nos han enseñado a dividir el amor profano y el amor a Dios poniendo en más alta estima el amor del célibe por encima del amor de casados y  solteros, por lo que se nos otorga una inferioridad en la relación con Dios, tomando el prejuicio de que la vida de los célibes y vírgenes es más santa y superior que la vida del matrimonio,  y la elegida por Dios para mostrarse y mostrar “su belleza”. En todas las preces se pide por las vocaciones a la vida consagrada, nunca por la vocación del matrimonio.   Se atribuye la calidad del amor según un estatus de vida. La entrega es más refinada, con un reconocimiento sacral para quien decide seguir a Jesús con los votos de castidad pobreza y obediencia (mal llamados consejos evangélicos, Jesús  jamás dio estos consejos)  que quien decide  seguir a Jesús dando vida, amando, abrazando a otro ser humano,  trayendo hijos al mundo, trayendo vida a la vida, o simplemente amando a la vida que Dios nos ha dado. Amando con el cuerpo, son estilos de vida distintos pero no amores, ni vidas de distinta calidad.

Los laicos nos hemos acostumbrado a los ordinarios allanamientos de la dignidad que nos producen y hemos asumido la subalternidad como si de un mandato de Dios se tratara. Los prejuicios sobre el matrimonio han cristalizado en torno al modelo para la vida consagrada y célibe, consagrando la virginidad de las mujeres como modelo de perfección y santidad. Ahí están las mujeres en plena guerra de Ucrania dando a luz, trayendo la vida en medio de la muerte ¿son menos santas?

La demanda de igualdad en la iglesia no sólo entre hombres y mujeres, sino también entre laicos y el resto, está ligada a su credibilidad.

“Cuanta más amplia sea nuestra percepción de la realidad, más eficaz y libre será nuestra vida” decía S:Weil.  No habló Jesús de consejos especiales para la vida consagrada… Él no se retiró del mundo, no lo hizo. Pidió seguirle, pero de una determinada manera. Sin Privilegios. “El primero, que sea el último”. Profundamente lejos de la estructura clerical, sacral de la iglesia actual, de su doctrina. Todo lo que se convierte en causa de opresión no se configura en el amor de Dios.

¿Por qué aguantamos? Dice María Zambrano “No te das cuenta de que eres esclavo hasta que no se acerca  la libertad” Los  prejuicios te entrenan a pasar corriendo por la vida verdadera sin prestar atención  y, quienes viven desde ellos se hacen sordos a sus dinamismos; nosotros también tenemos prejuicios, y  tienen el poder de confundirnos  y hacernos dejar nuestra experiencia propia, en no pocas ocasiones porque hemos aprendido que lo nuestro no importa; en otras, porque nos puede resultar más cómodo. Es bueno descubrir los  filtros con los que miramos la vida y la experiencia religiosa y porqué aguantamos y se aguanta esta injusticia dentro de la iglesia. ¿Nos da miedo la libertad? Es tiempo de liberar la experiencia de Dios delegada. Lo espiritual no es patrimonio de unos privilegiados .Todos los conflictos requieren dialogo, dialogo sincero entre las partes, en la Iglesia también. Con el Sínodo en la Iglesia es un buen momento.

Quienes vieron la señal mistérica de Jesús, la novedad, y la trasmitieron, no fueron  los notables, fueron los guardias, los más bajos del escalafón, ellos tuvieron esa experiencia y pudieron exclamar “Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre” Jn 7,46 Tal vez hombres que buscaban una experiencia religiosa dónde no se vieran disminuidos, ni rechazados, deseando liberar sus ansias de Dios.

El clero, la vida consagrada se entienden y explican a sí mismos como “sacados del mundo por Dios” y viven en pobreza consagrada renunciando al mundo.  Están muy engañados por más que lo repitan. En estos momentos históricos, postpandémicos  y de guerra, los que tienen asegurados en España una casa y un hogar son ellos y la clases altas. Así no es nada extraño el intercambio de valores  con las clases altas y se declaren como valores cristianos los valores de la burguesía. El cardenal Newman, declarado Santo por la iglesia católica, ha escrito mucho sobre esto. (Hay una excepción, las monjas contemplativas  mayores que pasan también enormes necesidades).

Renuncian, dicen, a formar una familia por amor a Jesús. Sin cargas familiares tienen casa, trabajo fijo, teléfono, agua calefacción, luz, coche,  ordenador, vestidos, dinero en el banco, libros,  comida, universidad en cualquier parte del mundo. Hoy son los únicos  que tienen la vida segura. Y JESÚS  dijo cuando le preguntaron dónde vivía: “El hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza.”  Hay una disonancia cognitiva importante en quienes percibimos  todo esto, no sólo en la sociedad “descreída”, produce confusión, descredito, y desafecto. ¿No les hace pensar ante el despliegue de posesiones y poder cuál es la realidad de su voto de pobreza y su seguimiento de Jesús y cuál es la imagen que recibimos de estas incongruencias el resto del mundo?

Desde el Concilio de Trento  ha surgido un rosario de prejuicios que ha teñido la doctrina de la iglesia. Hay una discriminación laical, nacida del prejuicio de la superioridad moral de la vida consagrada, de la pecaminosidad del cuerpo, y  que  sus  conocimientos son  superiores. No faltan “consagradas” algunas se llaman “Vírgenes”, otras son contemplativas, que se ponen de moda con su videos en Instagram hablándonos del matrimonio  y la familia. Personas que han renunciado a formar una familia nos digan cómo tiene que ser la nuestra, extraña. ¿Cómo es posible que tengan tanta osadía? ¿Esto se entiende? ¿No les parece poca humillación  que  se presenten como personas que abandonan esta vida “inferior” e “insuficiente” para amar a Dios, que nos tienen que decir y proponer un modelo de amor, un modelo de pareja, de familia? Yo les invito a conocer las familias que atiende mi hija Pediatra en un barrio de Madrid. Que vean el margen de maniobra que tienen como familias. !Cómo pueden ser tan superficiales! Renunciar a formar una familia no es hoy ningún sacrificio,  ninguna heroicidad, es una opción que muchos jóvenes están tomando porque no pueden pagar un alquiler y a la vez sostener con dignidad la vida de sus hijos y, se les llama egoístas. El matrimonio no depende sólo de opciones personales y morales. Es muy pertinente ante tanta osadía lo que  Decía la mística M. Dêlbrel “Es preciso preguntarnos ¿si aceptaríamos nosotros lo que les proponemos a otros, si estuviéramos en las mismas dificultades?  Los prejuicios producen profundos sesgos mentales en los análisis de la situación y toma de decisiones, por tanto en la comprensión de la realidad, en la experiencia de la propia vida, y en su forma de iluminarla. El prejuicio puede gobernar nuestra vida, desde luego gobierna en buena parte la vida de la iglesia.

¿Cómo pretende la iglesia tener un impacto cultural en la sociedad si muchísimos de los que vivimos en ella, no tenemos palabra dentro de ella, y los que están fuera están demonizados?

Nuestra espiritualidad, la de los laicos, ha nacido y se ha desarrollado a la sombra de estos prejuicios convertidos en enseñanzas de la iglesia, y nunca se ha dado la posibilidad de buscar otra sabiduría espiritual porque ellos la han creado para nosotros.

¿Amar a Dios exclusivamente o que cada latido de nuestra vida sea el amor de Dios? El amor en exclusividad está dentro del imaginario machista.  Una forma de percepción de la vida por el varón con un  simbólico posesivo y exclusivo se ha trasladado al imaginario de la relación con Dios. Una mujer casada, en la vida hubiera concebido la exclusividad como modelo simbólico de amor a Dios, porque el amor de una mujer por su naturaleza de mujer y madre nunca puede ser exclusivo. Su amor es de muchos y para muchos. Con el mismo amor que amas a los tuyos, amas a Dios.

Mi pregunta para las élites es ¿Cómo cantaremos la canción del Señor en tierra extraña? ¿Cómo tocaremos el arpa, dónde no nos han dejado tocar nunca?

Urge buscar caminos nuevos y un lenguaje nuevo para poder vivir nuestra fe en la iglesia y reparar la humillación de hacernos vivir a los laicos y (sobre todo a las mujeres) en una inferioridad moral y espiritual; esos caminos pasan por un cambio estructural y doctrinal, no un lavado de cara; es muy difícil, S. Weil decía “El  prestigio es fácil que sea el apego más fuerte para las élites y el más difícil de renunciar y el más difícil de ver que es el motor de sus vidas”

“Urge una renovación del lenguaje en el que se dice el Misterio de Dios hecho experiencia humana, el gozo secreto del espíritu que consiste en restablecer las semejanzas jugando con las diferencias”. Decía Lebreton, monje asesinado en Argelia, proclamado Mártir de la intolerancia  junto a sus compañeros por el Papa Francisco

Dios se construye una casa en María, en los sin nombre ni linaje, ella no era de ninguna estirpe religiosa. Los laicos somos los sin nombre  en la iglesia. (Laicos son los que no pertenecen al orden religioso) La  espiritualidad del evangelio puede ser el camino, una espiritualidad de la encarnación tomando como símbolo el embarazo de María, es el símbolo más claro de lo que es la espera y la esperanza. Esa espiritualidad nos obliga a encontrar conceptos y símbolos más acordes con nuestras vidas, las vidas de todos, caminos espirituales con otros acentos, respetuosos con la vida de todos, de los que nos hemos “quedado en el mundo” para que con nuestra vida la espiritualidad realmente sea universal

!Hágase en mi¡ Esto exige disposición, la disposición no es un estado de vida, si no del corazón.

“Sí, Jesús tiene necesidad de penetrar nuestra carne para poderse llamar de veras Resucitado Viviente” decía  Lebreton desde el Tibhirine. El símbolo del embarazo, de la maternidad  de la Madre de Dios que tanto penetró este monje tan humano y tan divino,  estos  versos con los que acabo son de él:

“¿Adónde iremos, Señor? Tu palabra aquí nos da la vida Eterna

Tu palabra nos hace vivir por siempre

Tu palabra en nosotros para los demás, y en ellos, para nosotros.

¡Hágase en mí!”

Ilustración: «Ángel de paz para Ucrania»  de Olesya Hudyma (Ucraniana, nacida en 1980)  XI, 2020. Óleo sobre lienzo. 70 x 50 cm. Que sirva esto como un homenaje a todas las víctimas de la guerra  y mi recuerdo y solidaridad

 

 

 

 

 

 

 

 

[i]  Cuando los guardias volvieron , los sumos sacerdotes y lo fariseos les preguntaron:

¿Por qué no lo han traído?

Ellos contestaron:

– Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre.

Replicaron los fariseos:

– ¿También  vosotros estáis embaucados? Quien de los jefes o de los fariseos ha creído en él? Sólo esa maldita gente, que no conoce la ley.

Nicodemo, uno de ellos, que había acudido a Jesús en otra ocasión, les dijo:

– ¿Acaso nuestra ley condena a alguien sin haberlo oído antes y haber comprobado lo que ha hecho?

Le contestaron:-¿también tú eres galileo? Estudia y verás que de Gallea no salen profetas.

  • (y cada uno se marchó por su lado)[i]

 

 

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