Lo que no decimos, no se muere, nos mata.
“jamás hombre alguno ha hablado como este hombre” Del evangelio de Juan 7,45 

Cuántos tesoros se han perdido y se perderán mientras los talentos de las mujeres queden enterrados bajo el manto clerical, y patriarcal que las ignora, las silencia, las calla. ¡Cuánta sabiduría y cuanto amor desperdiciado!
“jamás hombre alguno ha hablado como este hombre” Jn 7,46 afirmaron los guardias, que no quisieron apresar a Jesús. Los sumos sacerdotes y los fariseos cayeron sobre ellos diciéndoles que no eran nadie para hablar de la autoridad de Jesús. Ellos tenían la patente. La soberbia de clase. Nosotros dictamos las normas: ¿Quién de los jefes o los fariseos ha creído en Él? Jn7, 49
Se aliaron contra Jesús para matarlo, pero necesitaban colaboradores necesarios para llevarlo a cabo y quién mejor que un pueblo sometido por ellos. “¿También vosotros estáis embaucados? Replicaron los fariseos “Jn 7,47. El insulto y la minusvaloración son formas de generar sumisión y meterte el miedo en el cuerpo para privarte de voz y poderte manipular. La iglesia lo ha ejercido y lo ejerce con las mujeres en particular y con los laicos en general en su acendrado clericalismo soberbio, profundizando la herida de la desigualdad. Destinados ellos, a prodigar admiración y respeto y sobre todo obediencia para crear una servidumbre mental que azota a la iglesia y a la sociedad. Educados en el orgullo de su rango y sacralidad te dicen: Tú eres… te definen, te limitan, te laceran, te dicen quién eres, en vez de ser tú y elegirlo tú. ”Las mujeres no deben hablar, llevan el estigma de Eva en sus labios” Papa Honorio III. Los fuertes no sólo imponen sus leyes, sino también sus ideas; y muchas llenas de prejuicios, la concepción de la mujer como “carne de pecado”, como “manchada por su miseria moral”, incapaz y subalterna: “El único motivo por el que fue creada la mujer fue para la reproducción porque para la compañía el hombre ya tiene otros hombres” S. Agustín. “La razón de la creación de la mujer fue servir como objeto de procreación en beneficio del hombre el cual deberá ser su guía” S. Jerónimo. Misoginia pura y dura Inculcada generación tras generación y tu condición de inferioridad, de objeto reproductivo, como un vientre de alquiler. Realizaron una teologización de sus prejuicios, y sus quimeras. Infiriendo una dependencia, una ingenuidad y una irresponsabilidad que nos hace incapaces de pensar, de discurrir, de discernir, de ser libres, y en ellos desarrollando una prepotencia. Los escritos de los últimos papas van evolucionando, pero si no hacen una condena explícita de lo dicho anteriormente por tantos padres de la Iglesia, todo se queda atrapado y cristalizado en la mentalidad que salió de Trento. Se queda esta infamia como Palabra de Dios, y no olvidemos, que así es mas fácil a los provocadores, obispos incluidos, avivar las pasiones y los odios que renacen con fuerzas ancestrales, basta una chispa. Ya lo dijo Jesús en el evangelio “No se puede echar vino nuevo en odres viejos” Es necesaria una rectificación y condena explícita de esta teología. No cambia nada las cosas bonitas que dicen los papas de las mujeres, hoy se habla todavía desde la iglesia de la familia judeocristiana, y la familia judeocristiana está enucleada en torno al “cabeza de familia” que es el varón y la mujer como vientre. Sostenía Lebreton, mártir de la intolerancia, asesinado como Jesús y por su causa, que “La fe es empezar a hablar con el Verbo: hablar de verdad, hablar claro” Pues empecemos.
Sueño con deshacerme los lazos,
Los anillos
Las cercas
Las redes
Las trampas
Y todos los caminos paralelos.
! Que no quiero! Que no quiero:
Que me arrullen con cuentos” León Felipe
En este proceso iniciado en la Iglesia de una mínima apertura para abordar la situación de la mujer en la misma, cabe preguntarnos: ¿buscamos a la mujer que queremos ser o buscamos a la mujer que quieren ellos? ¿Es la mujer consagrada la que se empodera, o nos empoderamos todas? ¿Buscamos parecernos a ellos?
El clero es la única autoridad que modela la vida en la iglesia a día de hoy, las respuestas a nuestras preguntas o a nuestras iniciativas son muy parecidas a las que dieron en este pasaje a los guardias. Son autoridad exclusiva. Las propias mujeres nos dejamos fluir en su dirección sin mayores problemas en esta situación de subalternidad.
Vivimos una docilidad que no se debe a una esperanza de ser, o de transformarse, sino a una indiferencia profunda, a una abdicación. Digo con Anna Seguí carmelita descalza de Puzol: ”Dentro de la iglesia las mujeres también hemos de gritar:!No es NO!. Como mujer me siento afectada por la discriminación y marginalidad en las que nos sitúan a las mujeres dentro de la iglesia por más que maquillen nuestra pertenencia a ella”.
El que está sometido asume que no tiene derechos, eso es la característica del esclavo! persona sin derechos en la religión de la liberación! Su elitismo crea una mentalidad en los de abajo que produce una autocensura, una autoretracción a cualquier atisbo de apertura.
Aún contando que nos acerquemos a Dios y al evangelio solas, cuando nos miramos en el espejo del mismo, tenemos que discernir si miramos con nuestros ojos o miramos con los ojos que otros nos han puesto. “El evangelio no es un texto que se inscriba solamente en nuestra inteligencia y en nuestra memoria, es el mismo Verbo de Dios que la orienta y desciende a lo más profundo de nosotras mismas para hacerse carne en nosotras” Dice la mística francesa. M. Dêlbrel. Necesita de nuestra disposición libre de prejuicios para escuchar.
Una y otra vez hemos de retomar la vida, una y otra vez la Palabra de Jesús hasta que se haga luz y claridad en nosotras, hasta que se haga vida, hasta que se haga historia de Dios narrada en cada una de nosotras. Una y otras vez, ése es el camino. Una y otra vez Jesús en su vida enfrentó el poder elitista y deploró cualquier supremacía, más la sacral y “encumbró a los pobres y desheredados”, eso somos las mujeres, expulsadas de la herencia de Jesús. ¿Por qué la iglesia no comprende esto?
Por eso lo buscaban para matarle. Había levantado la voz poniéndose en pie en la liturgia más sagrada de los judíos. Dice el evangelio que gritó, gritó a los notables, que así, no. “Quién tenga sed que acuda a mí a beber” Jn 7,37. Si alguien lo hace hoy en una iglesia en España lo meten en la cárcel por herir los sentimientos religiosos. Esto nos puede dar la medida de cómo estaban los ánimos y cómo actuaba realmente Jesús.
“Los esclavos son los que renuncian a afirmar su propio punto de vista sobre el mundo para apuntarse al del otro” dice la mística y filósofa Simone Weil. Esto es lo que hemos hecho las mujeres en la iglesia. Los que minimizan el daño de la marginalidad y la condición servil que la iglesia otorga a las mujeres en todos sus estados, dentro de su doctrina, minimizan un daño profundo a las mujeres, a la propia iglesia, y por extensión a la sociedad, porque sostienen una cultura profundamente machista. Ya santa Teresa quiso librarse de la dependencia de los ojos de los hombres. Enseñó a sus hijas a ver a Dios con sus propios ojos y hacer un camino propio. Ella alzó la voz hasta la saciedad y lo sigue haciendo en la voz de sus hijas: “Mientras no se den estas condiciones de igualdad hay que tener el coraje para desafiar el sistema eclesial, cuando el reclamo es la justicia” sigue diciendo Anna Seguí.
Los que creen que la diferencia entre ser mujer u hombre no cuenta en lo que hace la mente y el espíritu, se equivocan profundamente. La mente no funciona separada del cuerpo, y los cuerpos son distintos. El varón y la mujer tienen fisiología y realidades vitales y espirituales distintas, la mente y el pensamiento se modelan con la experiencia humana que también es distinta. La iglesia ha funcionado con un cerebro hemicefálico por la exclusión de la mujer, por dejarla sin voz, sin vida propia dentro de ella, el resultado es que hoy padece una gran parálisis humana y espiritual. Decía Simone Weil “el cuerpo tiene palabra y es el instrumento de exploración del mundo, es la medida a la cual referir todas las representaciones del mundo”. En la iglesia todas las representaciones se han hecho desde los varones y los célibes, obviando el cuerpo, o penalizando y culpabilizando el cuerpo de las mujeres, constituyendo éstas un mal ontológico. Quien define los temas, los símbolos, los conceptos, condiciona los marcos y siempre gana, y esta ganancia ha supuesto en la iglesia, renunciar a la verdad. Porque a nosotras nos han dejado fuera de juego. Todo nuestro mundo ha quedado ahogado. Lo que se jugaba en este pasaje del evangelio era la oposición y reacción de las autoridades religiosas a que Jesús definiera otros marcos de vida, en los que no habría élites, normas sagradas oprimiendo al pueblo, ni la mitad del género humano sometida a la otra mitad que son los varones, la historia de Jesús es contraria a lo que hace la iglesia.
La encarnación fue la demostración de la capacidad de infinito de la mujer en su finitud. Estamos en un momento -que no admite otro camino- de desarrollar un transcendente experimentado por la mujer en términos propios sin pasar por la mediación masculina. No puede ser que la voz de tantas teólogas y estudiosas, tantas mujeres orantes y contemplativas, tantas mujeres cristianas seguidoras del Jesús vivo, que tanto conmovió a estos guardias, sean aplastadas por la jerarquía clerical de la iglesia. María, la primera receptora de la salvación fue la que inició el camino de la encarnación. Su historia fue una historia de fe y de reverencia a Dios, de disposición a Él y a la vida ordinaria, como demuestra su visita a su prima Isabel. Fue una escuchante atenta del mundo y la transcendencia y por ello prendió en su seno la vida del Espíritu. Yo pienso que tendríamos una espiritualidad más rica y fecunda si hubiéramos abundado en la maternidad de María y su significado, su embarazo, más que en su virginidad. Una maternidad elegida por María, por decisión personal. Dios no impone nada ¡Hágase! En el embarazo se gesta la esperanza de una vida nueva. Ser madre no es una decisión sublime, ni la identidad de la mujer. Ser madre es una opción personal porque amas el destino de dar vida, y es una responsabilidad compleja. Nada que ver con ser el “Ángel del hogar” como pretende mostrarnos el patriarcado, ni el mejor sirviente, como pretende el clericalismo. Produce muchísima vergüenza ver monjas como sirvientas de curas y obispos; vergüenza y dolor no porque sea humillante “servir”, sino por el clasismo, elitismo y la supremacía del clero que refleja. ! Servidos por vírgenes y mujeres consagradas!
Una espiritualidad más rica si se hubiera puesto más el acento en la maternidad que se inició en la anunciación, y se prolongó y se hizo humana y universal en la Cruz. Jesús nos dio una madre humana, no espiritual, y en su cruz extendió su maternidad haciéndola universal. Una madre universal prendida al hilo de cada día. La fuerza de la madre de la primera navidad se ha perdido en los laberintos del celibato y la virginidad de las castas mujeres. La que inició el camino de la encarnación fue una mujer madre.
Simone Weil dice “no poner a otro cualquiera en el lugar de Dios” y en el lugar de Dios se ha puesto una doctrina atroz sobre las mujeres, llena de prejuicios que premia la virginidad y castiga la sexualidad! Qué ceguera produce el elitismo y la prepotencia clasista, cuando todos han nacido de una madre! ¿Qué hubiera ocurrido si se hubiera puesto el acento en una teología de la maternidad humana de María en vez de su virginidad? La virginidad es una condición que todas las culturas machistas y patriarcales aprecian mucho. Creo que una mayor conciencia de lo que significa el Misterio de la Encarnación nos ayudaría a definir mejor nuestro lugar en la iglesia. Eso nos llevaría más fácilmente a un Jesús que está siempre viniendo, cumpliendo su Navidad en cada vida. Llama la atención que los dos misterios mayores de la fe cristiana están ligados a la mujer: La Encarnación del hijo de Dios con María y la Resurrección Jn 20,15 con María Magdalena; ha este hecho la mentalidad patriarcal  ha obviado su relevancia teológica ¿Por qué tanta ceguera intelectual y del corazón, por qué tanto miedo? ¿Por qué seguir buscando entre los muertos al que está vivo?
“Quien tenga sed que acuda a mí a beber” Jn 7,37. Beber de su intimidad el amor de Dios. Un Jesús que nutre como una madre, como sólo una madre puede hacer en la aurora de la vida. De Jesús bebemos una nueva sabiduría, sólo se puede beber de una madre ¿Jesús atravesando los géneros? ¿Quiere expresar la universalidad y que ningún género la identifica? ¿Quiere decir que Dios no puede estar atrapado en un género? No podemos cambiar las cosas sin desafiar el orden de las mismas. Urge despejar el horizonte estorbado por un medidor interesado, y redefinir el lenguaje y el saber, porque medio cerebro de la iglesia no ha estado presente en su relato, ni tampoco medio corazón. Esto se le ha hurtado al cuerpo místico de Cristo.
“El poder de los dominadores no podría sostenerse sin la complicidad interior de los dominados” S. Weil. Así ha sido en la iglesia. Todas las élites se convierten en un poder dominador. Nos toca deconstruir el cuerpo extraño que se ha fabricado desde el simbólico masculino y célibe, quitar el halo de santidad y sabiduría que por el hecho de ser presbíteros les hemos otorgado, para poder discernir hasta dónde nos han modelado. Nosotras somos cómplices de esta situación en la que estamos en la iglesia por nuestro silencio y nuestra falta de discernimiento. Así ocurrió con Nicodemo, que ante el envite de la élite prepotente que dijo “Sólo le sigue esa maldita gente que no conoce la Ley” Jn 7,49 Él, maestro de la Ley, guardó silencio de su íntimo encuentro y conocimiento de Jesús. Un silencio culpable.
Hemos aprendido a relacionarnos dentro de contextos humillantes y hemos terminado por percibir la humillación como algo natural; ello termina por establecer una tolerancia muy alta y al mismo tiempo menoscaba nuestra capacidad de reaccionar. Tenemos que hablar, se nos tiene que escuchar: “El lenguaje nos construye, emergemos a la existencia desde las palabras…….La palabra nos da la posibilidad de libertad”  Octavio Paz.
¿En qué modelo de las enseñanzas de Jesús se han inspirado para crear una casta clerical?
NO es fácil, no sólo porque nos lo impide la misma estructura de la iglesia sino porque también nos lo impedimos nosotras, tenemos que aprender a discernir si queremos tener voz propia. Para desatar la voz y la palabra tienes que desatar primero el corazón. Este vocablo “tener voz propia“ no es más que la aspiración a ser persona.
Un verdadero problema también para ellos, son las personalidades que con ese estatus se desarrollan en este ambiente de masculinidad sagrada, personas inmaduras, no pocas, profundamente narcisistas; esa estructura es un caldo de cultivo para ello, y un peligro para nosotras. Tienen el poder absoluto de hacer y deshacer dentro de los espacios donde operan, en la vida espiritual, en el campo del alma; un estatus del que emerge el abuso de poder, de conciencia, personal y, del cuerpo, en su máxima gravedad (Ahí está la pederastia) Es muy difícil renunciar a ese poder. El Sacramento del Orden, que le da al varón un carácter divinizado, puede “revestir” en no pocos, todas sus patologías mentales y sus inmoralidades y, pueden como así lo hacen, dirigir y aplastar conciencias con sus quimeras. Se acentúa por todo ello dentro de la iglesia la disparidad de la experiencia religiosa, por lo que hay un profundo desequilibrio que facilita la manipulación y el sometimiento. La iglesia no sabe de relaciones de equidad ¿Cómo es que habla tanto de relaciones fraternas? Tener punto de vista propio no es sólo un derecho, es una necesidad fundamental. No puede ser otorgado por nadie, tiene que ser construido por la persona en respuesta a su propia necesidad y en justicia consigo misma. Sólo cada una y cada uno de nosotros puede hacerlo, desmantelando la mentalidad y estructuras que te tienen replegada, bien sean imaginarias o reales. Al mismo tiempo que ellos tiene que desmantelar el poder que les habita. Lo nuestro es una batalla exterior que se libra también en el interior, y tenemos que darla si queremos “Nacer de nuevo”
Siempre la novedad será el santo y seña de Jesús, por tanto de sus seguidores. La Pascua que acabamos de celebrar es la irrupción de la novedad en la vida, lo nunca visto. La postura de los guardias en este pasaje es inequívoca. Quedaron conmovidos, se adhieren a Él con sus actos y sus palabras. La palabra de Jesús despertó la vida en ellos, la necesidad de libertad y voz propia, que estaba cercenada por un sistema excluyente y opresor.
El patriarcalismo clerical es la naturalización de la inferioridad de la mujer. Los congelamientos simbólicos son tan graves que hay que desapuntalarlos con otro lenguaje nuevo, con otra voz. Porque el lenguaje crea espacios de significación y de ello se derivan conductas, y en la iglesia, muy poco evangélicas
Jesús quiso desarmar la sociedad de su tiempo porque era incompatible con la Buena Noticia que traía.
Hay que hacer frente al griterío y vociferación de quienes quieren quebrar la presencia de la mujer fuera de la familia para que no se desarme la sociedad patriarcal. “Contra el silencio y el bullicio no callar, pero no usar banalmente la palabra….”O. Paz. Cuanto más tragas, más desapareces, más te borras. No se trata de legitimar tu voz y tu experiencia, es que tienes legitimidad para hablar y para ser como quieres ser.
Redefinir el lenguaje porque es necesario descentrarse del punto de vista clerical y célibe con el fin de articular en términos propios, inclusivos, el patrimonio religioso y espiritual. Nacer de nuevo sería apropiarse del lenguaje para poder escribir tu propia experiencia y determinar el sentido propio de tu fe, escuchando sin restricciones al Espíritu. El movimiento de Jesús fue profundamente liberador y emancipador.
“No sabemos que estamos castigados, que estamos en la mentira” dice S. Weil. Desactivar la mentira en la iglesia, la mentira de nuestra incapacidad por voluntad de Dios, de la incapacidad de género. Revisar en la iglesia los modelos de santidad para la mujer (“la voluntad de Dios para ella”) porque perjudica gravemente a su salud ¿Cuánta salud cuesta ser buena esposa para la Iglesia con sus mandatos patriarcales?: La virtud de la modestia para la mujer es el recorte de todas las aspiraciones y posibilidad de volar. ¿Hemos oído alguna vez a la iglesia pedir al varón que sea recatado y modosito? Pues ahí está la diferencia que nos separa, que nos humilla y que nos hace manipulables, que realmente no construye una fraternidad. El clericalismo ha hecho de Dios un capital personal, de su propiedad, convirtiendo la fe para los laicos en el cumplimiento de un conjunto de normas, es decir, en un deber vacío de espiritualidad.
“¡Que no quiero!, ¡que no quiero!, ¡que no quiero¡
Que me sellen la boca y los ojos” Canto con León Felipe, porque la fe es una mirada gozosa de la vida.
Hemos aprendido a normalizar los abusos de autoridad, vejaciones e insultos a la inteligencia, que vienen de arriba y al normalizarlos nos hacemos profundamente tolerantes a la injusticia y con ello nos vamos muriendo a la vida.
El proceso es tan perverso que no lo ves. El daño es invisible y es difícil que desaparezca, pero produce mucho dolor, contribuye a hacer de ti un ser prescindible, y a ellos unos abusadores. Las palabras nos protegen y nos construyen y el Sínodo es una oportunidad de crear un espacio en la iglesia de concordia y convivencia.

El evangelio es un recorrido espiritual cuyo camino es Jesús, y es el de los cristianos. No hay otro. Lleva en sí un efecto liberador y nada de lo que vives en él te deja indiferente. Hay tanta indiferencia en la iglesia porque no hay evangelio. Predomina el ansia de poder cuando se reivindica una «cultura cristiana” que en su memoria es patriarcal
No es la cultura la que nos ilumina por muy cristiana que parezca. Es la luz de Dios la que se abre en el camino de la libertad y la igualdad. No hay suelo donde pisar porque “se hace camino al andar”. El orden social de Jesús es bien distinto, si es que podemos hablar así. Decía Lebreton el mártir de la intolerancia “Acojo el evangelio como regalo de mi cumpleaños, luz para mis pasos, el evangelio es como un buen día, una salud de Dios en persona”. Es patrimonio universal. Es una escritura natal, siempre está naciendo
Jesús colmó el anhelo de los soldados y les regaló el fuego y el calor para su corazón: “Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre” Jn 7,46
Es muy importante decir lo que pensamos y vivimos, porque como dice Benedetti lo que no decimos, no se muere, nos mata.
“Quiero, quiero, quiero! Sueño! ¡Sueño!”
“Quien tenga sed….” La sed nos hace soñar despiertos con el agua.
Sueño verme un día volando en el viento cantando palabras nuevas, escuchando al Verbo divino.
”Jamás hombre alguno ha hablado como El»

 

Del evangelio de Juan 7,45 

Cuando los guardias volvieron , los sumos sacerdotes y lo fariseos les preguntaron: ¿Por qué no lo han traído? Ellos contestaron:

– Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre.

Replicaron los fariseos:

– ¿También  vosotros estáis embaucados? Quien de los jefes o de los fariseos ha creído en él? Sólo esa maldita gente, que no conoce la ley.

Nicodemo, uno de ellos, que había acudido a Jesús en otra ocasión, les dijo:

– ¿Acaso nuestra ley condena a alguien sin haberlo oído antes y haber comprobado lo que ha hecho?

Le contestaron:-¿también tú eres galileo? Estudia y verás que de Gallea no salen profetas.

  • (y cada uno se marchó por su lado)[i]

 

https://www.religiondigital.org/opinion/Anna-Segui-Asistente-eclesiasticoy-posibilidad-carmelitas-Civsa-Braz-Carballo_0_2379662033.html

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