Nuestra verdad o vivir con una máscara la vida que no somos [i]

                                    ¿Acaso nuestra Ley permite condenar a un hombre sin escucharlo antes?  Juan 7,51  del  evangelio  “actitud de los dirigentes”.

Nicodemo en este evangelio no se supo separar del grupo de poder y presión de los fariseos, hacer valer su propia experiencia de Jesús, que la había tenido La necesidad de construir un ser propio individualizado es tan fuerte como la necesidad de permanecer para siempre en la fusión del estado de identidad con otros. Esto es una lucha que siempre arrastramos en la vida social y en la iglesia.  Por esta necesidad traicionamos muchas veces nuestra conciencia y lo que somos, como posiblemente ocurrió en este pasaje con Nicodemo. Nicodemo pertenecía a la élite judía de los fariseos, era un notable y, se encontró con la disyuntiva de contar que era un seguidor de Jesús o callarlo, como hizo. ¿Por qué? Renunciamos a la libertad interior de ser uno mismo  por quedar bien. El fuerte deseo de que te acepten en un grupo, o pertenecer a él, es una necesidad interior de la vida para desarrollarnos en seguridad; tener lazos con tu comunidad, es un factor de equilibrio;  también crear vínculos, que no mecanismos de fusión y disolución de tu ser  en tu comunidad, amistades…

Leyendo este pasaje y contemplando la actitud de Nicodemo, me llevó a reflexionar sobre la fuerza que pueden ejercer determinados grupos, instituciones  o personas en nuestra vida,  de forma que nos dificultan individualizarnos, ser personas, y  dejamos de ser quienes somos buscando el abrigo de la mayoría o la tranquilidad de dejarse llevar. Renunciamos con ello a nuestro propio ser y  construimos un yo falso. El yo falso con el que construimos nuestra existencia cuando nos entregamos al grupo, o institución porque nos fundimos en ella; es un gran problema porque con ello la verdad del mundo y de nuestro propio ser  la tienen otros. En esta evidencia radica nuestra infelicidad porque sólo otros te pueden ayudar, renunciando a tu propio ser. Sufre además de carga espiritual de no aparecer como la persona que es realmente y de desconocerse por completo. Y nos presentamos con una máscara. ”Cuanto más firme eche raíces la máscara, tanto más avanza la ceguera para las verdades, las fuentes del propio ser”. Harendt. “Una ceguera para las condiciones y consecuencias de nuestras propias acciones”, dice S. Weil.

Nicodemo, no creo que  pretendiera fundirse en los intereses de los fariseos, parecía un hombre honesto, amante de la ley, pero no supo separarse de ellos, de la actitud prepotente y de privilegio elitista de ser fariseos. “¿Acaso nuestra Ley permite condenar a un hombre sin escucharlo antes? Jn7, 51 Fue lo que dijo cuando escuchó a los fariseos decir a los guardias “¿también vosotros estáis embaucados ” Jn 7,47. Jesús no era un embaucador, y Nicodemo lo sabía. Podía haber dicho lo que le diferenciaba de ellos, él le conocía, pero ser uno mismo es una tarea ardua y compleja.  Asentar el poder en otros u otras en vez de ti o en tu propia experiencia, es un error, que pagas caro porque te vuelves un títere de ellos.

Dentro de la iglesia es fácil vivir esta absorción por el grupo de pertenencia y anularte tú, bien por el miedo a perder tus privilegios, el calor del grupo, por indiferencia, o porque simplemente no te planteas nada. Hoy hay muchas personas así en la iglesia y en la sociedad: viven sin que nada las interpele. Para dar fruto es preciso salir del orden injusto decía Jesús a sus discípulos. Y Orden injusto también es la máscara, la falsedad y la mentira.

El yo evoluciona en la adolescencia, adquiere nuevas cualidades, una nueva claridad, un principio organizador a través del cual mantenemos los límites de quiénes somos, y quiénes no somos; algo muy importante para relacionarnos de forma madura en todo lo que impone la vida. En el proceso de nuestra vida cristiana se tienen que dar también estas etapas para poder madurar la experiencia religiosa, pero este crecimiento no se contempla en la iglesia, y  quien lo intenta, encuentra una enorme dificultad para espigarse por los límites que pone la propia iglesia al crecimiento personal y a la autonomía. Nos hacen de alguna manera, masa. Ello nos impide ser levadura en el mundo.

¿Quién soy yo en la Iglesia? ¿Qué dice la iglesia masculina  de quién soy yo, mujer?  No es muy difícil saberlo, pero saberlo y entenderlo, es un recorrido que nos toca hacer si pretendemos madurar nuestra fe en ella. Nos tenemos que desidentificar de  la voz masculina “sacralizada” que nos nombra y encontrar nuestro lugar y nuestra propia voz, cosa que  debe de ocurrir también con los propios varones para madurar.

La iglesia puede infantilizar mucho, y de alguna manera, facilita que gente inmadura permanezca en ella, gente sin ninguna aspiración a cambiar, incapaz de tomar sin permiso ninguna decisión. Los cultos  para adultos inmaduros pueden reemplazar la seguridad de la familia. Perpetuar en la infancia la experiencia religiosa no es infrecuente. Utilizar la religión para tu deseo de no madurar, tampoco. Es muy difícil crecer, porque tienes que partir de tu propia casa; la religión puede ser un gran refugio, o una coartada para no madurar.

Me pregunto: ¿Por qué gente de “principios”, estatus de “honorabilidad” se despeña en la corrupción o en la mentira, el rencor y falsedad en el primer envite de la vida?

Trato de averiguar por qué los que conocieron a Jesús y le siguieron le negaron después; y negaron su propia experiencia; dice el texto evangélico que al final” Cada uno se fue por su lado” Jn7,53. La cobardía no lo explica, los guardias habían hecho ya lo más difícil, lo más importante: Desobedecer y no detener a Jesús, dejándole seguir su vida y sus enseñanzas, es decir, dándole su apoyo. S. Weil señala que”hay vínculos invisibles que te atan a las élites opresivas, y que te hacen repetir sus conductas, aún en contra nuestra”. Todo el modelado social y religioso ejercido en la contracción de la libertad de las personas, te convierten en un fiel admirador de quienes te oprimen. Este dato me preocupa mucho porque separarte de la opinión mayoritaria de la iglesia  en estos tiempos de corrupción y mal, por el clericalismo, carrerismo y otras cosas va a ser un asunto difícil, y la iglesia necesita oír voces que no estén atenazadas por sus moldes, necesita sacar a la luz  todo lo que ha contribuido al oscurecimiento y corrupción imperante en la Iglesia.

Se nos invita a  ser testigos del amor de Dios, en nuestras vidas, pero sólo podemos ser testigos, si tenemos experiencia. Ser testigo es experiencia, no repetir palabras. En la iglesia falta mucha experiencia propia y  experiencia de Dios.

¿Cuánta falta de libertad estamos dispuestos a asumir para continuar dentro de la iglesia?  ¿Puedo liberarme yo vestida con los mismos trajes que me han hecho otros, y a veces, qué otros? Son preguntas importantes porque de ello depende mi calidad de creyente, la calidad de la convivencia, la calidad de la fraternidad, y un principio de responsabilidad  personal  que es lo que nos hace maduros.

 

¿Por qué personas de principios que parecen honorables se corrompen con tanta facilidad en la primera oportunidad?

Estoy perpleja contemplando lo que ocurre en el Vaticano estos días de la muerte de Benedicto XVI; los  destinos de la iglesia están regidos por varones que deciden sobre nuestra antropología, nuestra fe; varones que “lloran porque el Papa les saca de vivir en un palacio y les envía a otro que le gusta menos” Esto Gänswein, el que fuera secretario de Benedicto y Prefecto del Vaticano lo cuenta en sus memorias escritas en el caldo oscuro de su rencor y despecho, con apariencia de verdad y honorabilidad para ocultar su verdadera ambición que ha sido frustrada.  La filósofa y mística S. Weil habla del “manto de la imaginación que nos ponemos, para desplazar la conciencia de la vida y de la realidad”. En el caso de Nicodemo, ante su falta de coraje e integridad,  puso la pantalla de la Ley, intentando reforzar una apariencia de hombre justo, que le desbarataron en un momento sus compañeros del Sanedrín “¿ También TÚ eres galileo? Estudia y verás que no ha salido un profeta nunca de Galilea” Jn 7,52. Fueron implacables con él.

En el mantenimiento de principios, de formas de creer, en no pocas ocasiones lo que se busca es el afecto y el reconocimiento  de los demás. Lo más frecuente, lo que pretendemos es: Quedar bien. Nicodemo fue a ver a Jesús de noche, es decir, en oscuridad, y como tal, en oscuridad siguió viviendo ¿Tenía miedo a perder sus privilegios de grupo como miembro del Sanedrín? No se atrevió a decir que él le conocía, que no sólo “le seguían esa maldita gente ignorante”Jn7,48 porque él no  era ignorante. No se atrevió a ser él mismo. ¿Le pesaba mucho todo lo que era, lo que había construido en su vida? ¿Se sentía muy seguro en ello y no quiso arriesgar?, o tal vez ¿la máscara elitista que llevaba  le  cegaba  para las fuentes de su verdad?  Este creo yo que es el agujero negro de personas con principios y creencias aparentemente sólidas;  los pierden en la primera oportunidad,  o, tal vez, nunca los tuvieron, sino que  fueron  un trampantojo,  un disfraz para medrar.

Este evangelio me enseña que detrás de la cobardía, la infidelidad,  hay unas profundas dependencias  y ataduras, una profunda necesidad de quedar bien y ser importante para otros,  te lleva a realizar actos aparentemente inofensivos pero con consecuencias muy graves. A Jesús terminaron matándolo. Si algo hizo Jesús no fue precisamente tratar de quedar bien. Rompió todos los tópicos y expectativas de la mentalidad y la gente de su pueblo ¡Cuánto cuesta mantener un criterio propio en un grupo, en una institución, mantenerlo y defenderlo! Contemplemos como le tratan al Papa Francisco

Aprendes a hacer siempre lo que se espera de ti, no lo que tú quieres, deseas, o ves necesario, te pones la máscara y te acostumbras a   llevarla.

En la iglesia no podemos tener voz propia; bueno, nos dejan hablar, pero no nos hacen caso. El Sínodo que se ha celebrado en  muchas diócesis muy a remolque,  dónde han salido temas y experiencias  que nos importan, la jerarquía se niega a abordarlo. El Cardenal Pell  recientemente fallecido tenía una página Web con nombre falso en la que se desacredita la necesidad del Sínodo, y  se refiere a él como “pesadilla tóxica”, escribiendo Pell cosas intolerables contra el Papa Francisco y el pueblo de Dios embozado en nombre falso, según informa la prensa. Sin entrar en el tema de la pederastia que le afecta, y mucho ¿Tenemos que seguir las enseñanzas de la iglesia sobre la moral sexual, la diversidad sexual, la mujer, el ser iglesia, que han salido de hombres como éste, por el mero hecho de su autoritas cardenalicia? ¿Seguir lo que diga y decida esta gente cuya lucha está en mantener sus privilegios,  y silenciar al pueblo de Dios? Doy gracias a Dios por el Papa Francisco que proclama como nadie el amor de Dios, el amor como la voluntad de padecer en nombre de los inocentes humillados; y pongo mi esperanza en Jesús del que creo que Francisco, si es un fiel testigo.

En presencia de Dios se ensancha el alma  y  se abren paso  nuevas experiencia  y las dilata “como ríos sonorosos” tomando un símil   de San Juan de la Cruz ¿Qué es lo que suena en el corazón de estos jerarcas  aludidos?  Omella, presidente de la Conferencia episcopal española, dijo sobre el sacerdocio de las mujeres: ”está cerrada esa posibilidad y zanjada la cuestión“.  Siguiendo con símbolos de San Juan de la Cruz “El silbo de los aires amorosos” no suena en la Iglesia para las mujeres ni para otras realidades humanas. Enseguida el poder aplasta todo potencial  de cambiar. Me hacen recordar una enseñanza de S. Weil: ”Dónde el pensamiento no tiene lugar, no hay justicia ni prudencia“, ¿no cabe otro camino que recorrer en la iglesia que el dictado por ellos que  nos otorgan a las mujeres una identidad menguada impidiendo que se exprese en ella el ser mujer completa?. Conciben a la mujer como persona necesitada de tutela ¿Esto es honesto? ¿Cómo se conjuga con la palabra fraternidad, que tanto tienen en la boca?

Si “Dios espera dentro de nosotros” como dice Charles Péguy  y “la esperanza y la fe se tejen en la espera” como decía mi profesor Laín Entralgo, no pueden mantenernos al margen. La iglesia tiene que ver como espera Dios en el corazón de las mujeres, no nos pueden ofrecer una esperanza con las posibilidades amputadas en una esperanza tasada. “Una existencia absolutamente no violenta, sólo podrá lograrse si no hay diferencias de poder en las relaciones“. Decía la mística de la caridad S. Weil. Me pregunto: ¿Cómo puedo yo anclar mi experiencia en la iglesia con unas enseñanzas de  piedra? ¿Cómo estas enseñanzas, doctrinas,  me pueden ayudar a vivir la vida con lucidez, verdad y libertad y compromiso con el Reino en la vida de cada día? ¿En qué radica en la iglesia, para la mujer y las personas en su diversidad, una existencia con sentido?

No somos iglesia si no la tejemos, no sólo con nuestras manos, también con nuestra voz y nuestros ojos. También estamos llamadas  a tejer  las enseñanzas, las  decisiones y opciones sobre la marcha de la iglesia, siendo personas también en los espacios vedados, prohibidos por ellos, robados a nosotras y a los laicos. Poder decir, es una actitud moral. La verdad del mundo y de nuestro propio ser, la tienen ellos, los jerarcas, estos que van por los platós “llorando sus penas y agravios”. Ellos nos definen y nos leen la realidad. Esto es terrible, porque sólo podemos ser lo que quieren ellos. Cuando se afirman nuestros obispos y cardenales contra la integridad salvífica y celebrativa de la mujer, la discriminación de la mujer, interpela la aceptación pasiva de la injusticia dentro de la Iglesia; el sexismo, el racismo y la xenofobia son una negación de la creación de Dios. Tienen la impertinencia de apelar a la voluntad de Dios para mantenernos en una situación inferior, con una identidad menguada“Cuando Dios quiere mostrar su voluntad, Dios evita a las personas que pertenecen al mundo religioso, refractarias y hostiles a cualquier novedad que venga a perturbar sus seguridades. Escoge a otra persona sin ningún otro título, salvo el de pertenecer a la humanidad” decía Alberto Maggie, teólogo. Si calla el potencial profético de las mujeres y los laicos, se quedan sin vigías. Si se calla el cantor, calla la vida. ¿Cómo puede pensar en algo o  en alguien que no sea él mismo quien llora porque le cambian de palacio como hace el arzobispo Gänswein? ¿Cómo puedo construirme en la verdad que proclaman con su autoritas quienes se embozan en el anonimato para decir lo que piensan  y morir matando como el Cardenal Pell que ha ostentado cargos tan importantes en la iglesia y ha tomado en ellas tantas decisiones? Ellos, los guardianes de la teología  y la verdad de la iglesia ¿Cómo van a entender los problemas de la gente o los de la propia iglesia este tipo de personas? !Ciegos!,  como decía S Weil, profundamente ciegos, que pretenden imponer su ”visión” de la iglesia y de la fe; “Una ceguera para las condiciones y consecuencias de sus propias acciones” que dice S. Weil.

Los prejuicios que se generan en espacios de desigualdad -la iglesia lo es en grado sumo- producen segregación, construyen instituciones excluyentes, y personas que también lo son, cargando de estigmas la vida y haciendo de sus prejuicios, doctrina. Jesús invitaba a una comunión, que no es negación de la diversidad ni unidad de criterios. La iglesia sólo admite una respiración: la sumisa y sometida, que debilita el alma y la institución profundamente; ello tiene también como consecuencia el florecimiento en ella de grandes narcisismos  y narcisistas despechados.

Hemos aprendido a reaccionar ante las posturas violentas que son objetivas,  pero no ante las violencias sutiles,  aterciopeladas, subterráneas, aparentemente indoloras pero  que te va dañando por dentro y, lo estamos pagando. Esta segregación dentro de la iglesia produce monstruos y se prodigan por los platós de TV libando su rencor y su rabia. Si estuviéramos las mujeres no crecerían en la iglesia personas que lloran porque les cambia de palacio, llorarían por el sufrimiento del mundo, ni personas de mirada torva que se embozan en  un seudónimo para proclamar otra doctrina de la iglesia  y hacer un semillero de oposición al Papa ¿Cómo hemos llegado hasta aquí, con la estructura de una iglesia y unas formas que niegan el evangelio? hablar de ello y erradicarlo es una responsabilidad evangélica.

Se ha fabricado un Dios desde prejuicios, intereses, ambiciones  y formas culturales; han echado un manto sobre el misterio de Dios. El modelo mental que nos hagamos, nos determina a recorrer un camino que nos puede acercar a Dios o alejarnos del Misterio. En la iglesia se ha  sustituido  la “experiencia de Dios” por la “cultura patriarcal misógina” en general, y los narcisismos y ambiciones personales en particular , como acabamos de ver en los platós de Tv y en la prensa; la experiencia, que es la fuente de la vida se queda fuera. Hay un montón de barreras y prejuicios  hechas por los varones en los dogmas de la teología, y ahora que hemos conocido cómo se rompen sus costuras e intimidades, a lo que se dedican,  producen mucho dolor, perplejidad en quienes queremos seguir a Jesús. Creo que el verdadero creyente será un buscador de la verdad, no un guardián de la Ley, de las normas, de los dogmas. En la Iglesia urge encontrar el espacio en el que entenderse, en el que entendernos. Tal vez sea ocasión el Sínodo para hacer un corpus de fraternidad con hechos, no sólo con ideas.

 

Para no engañarnos es bueno también preguntarse  ¿Qué deseo para mí de las élites opresivas? ¿Qué añoro de ellas? ¿Qué me hace renunciar a mis puntos de vista y asumir el criterio del que oprime, aplasta cualquier iniciativa, cualquier brote verde? parece que a Nicodemo, algo de esto le pasó. Renunció al principio de Justicia que había formulado y quería buscar, y se perdió en la vorágine de su grupo fariseo. Nos puede  jugar una mala pasada un deseo de ser como ellos, alejándonos del camino de la madurez y la honestidad. Es muy importante conocerlo.

El miedo al rechazo es profundamente perturbador ¿pero quién eres tú, qué te has creído?  Pero también el miedo a perder privilegios “¿También  eres tú Galileo? Lee y veras, que de Galilea no sale ningún profeta”  Jn7,52 El miedo a ser excluido y perder relevancia es muy grande.

¿Qué mantiene la confianza de Jesús en las personas, esa perseverancia, ese no renunciar a su proyecto y a seguir amando hasta su asesinato en la cruz? Me admiran profundamente estas actitudes de Jesús. No dejó de creer en las gentes, y no contemporizó con nadie. Nosotros con frecuencia ponemos nuestra valía y la valía de nuestra voz, en función de que otros la reconozcan y, nos hacemos esclavos  de la necesidad que ello conlleva,  el afecto de los otros, por lo que pasamos a depender de sus estados de ánimo, y esto es muy perturbador. O lo que es peor, poner la valía personal y todo el sentido de tu vida en el estatus que ostentas, porque con un poco de viento en contra, enseguida te rompes.

¿Por qué mataron a Jesús hombres y mujeres que le habían amado y seguido?

El que está sometido es muy manipulable. Por ello debemos quebrar en la iglesia el eje de la sumisión y el sometimiento, por eso y porque es de justicia y es una necesidad evangélica Descubrir tu vinculo interior que te tiene unida a los que desprecian tu experiencia, no aprecian tu vida; desenmascararlo, será un buen camino, un camino muy necesario a seguir. El compromiso no es aséptico, no está libre de “infecciones”, es una lección que nos deja el “pinchazo” de Nicodemo, también  el de Gänsguei, Pell y tantos otros. Benedicto XVI cuando renunció al papado dijo que » estaba rodeado de lobos”. Con estas palabras estamos legitimados a preguntarnos si nos podemos dejar guiar por lobos. Tenemos que alzar muestra voz

 

Ser fiel a ti misma es un buen camino para despejar engaños, para romper las dinámicas violentas que nos someten, que en realidad nos engañan. Entrar en la propia verdad es el camino que se abre para despejar engaños. No entres en el molde; el molde no es tuyo, la realidad, sí. Para conocer nuestra verdad hemos de entrar en contacto con ella. A veces se tiene miedo a la singularidad de la experiencia, de la opinión, y no se la hace valer. Hemos aprendido a hacernos sordos a la vida, a no escuchar.

El ego y la vanidad encubren una gran necesidad de afecto, de reconocimiento; es más tolerable la vanidad, que reconocer que dependes de la necesidad de que te quieran. Esto pone en peligro “los principios” con frecuencia, porque su influencia es invisible. Descubrir esto, conocerlo, es liberarte. Cuanta más verdad somos, más cerca de Dios estamos.

“TÚ Señor eres lámpara para mi camino y luz para mis pasos”.

Tener punto de vista propio requiere un esfuerzo y un proceso personal; sobre todo, un conocimiento de uno mismo. Es muy duro como decía A. Harendt: “Estar reivindicándose continuamente a sí misma”  No todo el mundo está dispuesto a ello. Desindividuarse es un proceso arduo pero necesario, librarse de la tiranía del inmovilismo, del quedar bien, también Liberarse de los narcisistas mucho más, y de los que se esconden y camuflan su persona para hablar, también En la iglesia nos hemos acostumbrado a callar como virtud, a vivir sin tener opinión ni derechos y como consecuencia, no hay espacio para ello. No perdamos más tiempo para crearlo.

Hoy cuenta mucho la capacidad de no desertar, de no ceder al desánimo, la obstinación de seguir caminando, de seguir buscando cuando todo parece inútil e imposible. Seguir amando cómo nos enseñó Jesús

Whitman decía “Me celebro y canto a mí mismo”. Que podamos sentir y expresar esto, aun cuando nos aplastan. Descubrir y gozar de tus propias fuerzas. Estar de pie por tus propios medios, pero sabiendo que bajo nuestra cuerda floja no hay red.

Bienaventurados los que conocen su verdadera necesidad porque Dios es de ellos y ellos de Dios”. Theilar de Chardin

 

 

 

[i] Cuando los guardias volvieron, los sumos sacerdotes y lo fariseos les preguntaron:

 

¿Por qué no lo han traído?

 

Ellos contestaron:

 

– Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre.

 

Replicaron los fariseos:

 

– ¿También vosotros estáis embaucados? ¿Quién   de los jefes o de los fariseos ha creído en él? Sólo esa maldita gente, que no conoce la ley.

 

Nicodemo, uno de ellos, que había acudido a Jesús en otra ocasión, les dijo:

 

– ¿Acaso nuestra ley condena a alguien sin haberlo oído antes y haber comprobado lo que ha hecho?

 

Le contestaron: ¿también tú eres galileo? Estudia y verás que de Gallea no salen profetas.

 

(y cada uno se marchó por su lado)

NOTA. La imagen de de Josef Kote. pintor impresionista

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