La justicia desde las víctimas

Levántate, toma tu camilla y camina. Juan 5,6

Si preguntan en una iglesia  a los que vamos a misa  a cualquier cristiano, qué es lo que mejor define el ser cristianos, pocos acudirán a la justicia como indicativo de nuestra vida cristiana, y creo, que es lo que más  la debe definir, porque es  uno de los aspectos que más le preocupó a Jesús.  Santa Teresa de Jesús  decía que “la perfección  está en el amor práctico de Justicia y Verdad”3M (2,10). Jesús pasó su tiempo aliviando el sufrimiento y denunciando la injusticia. Jesús fue su modelo de vida

La historia siempre ha ensalzado a los héroes, es una constante, en la historia de Jesús  se levanta y se ensalza a las víctimas, son las preferidas de Jesús. Ese es el gran cambio que introduce Jesús. Elevar a las víctimas, la justicia desde las víctimas.  Esta experiencia de curación que narra este evangelio  trata de la justicia. ¿Y nos atañe a nosotros esto que ocurría entonces? ¿Está en nuestras manos todo lo que supuso el paso de Jesús por la historia? Sí, porque es una forma de situarse, de mirar y leer el mundo, y hoy como ayer las víctimas están a la intemperie. Es una actitud, una virtud, que se gesta en el corazón de Dios, y se hace experiencia en nuestras relaciones; para aprenderla, tenemos que frecuentar ese corazón de Dios, y la vida de los seres humanos. El evangelio es un buen camino. Seguimos con el pasaje del paralítico

Este pasaje  se desarrolla, ya lo vimos en el capítulo anterior, con el telón de fondo de que los judíos celebraban su fiesta, y claramente Jesús que iba a la fiesta, a su templo, se desvió y  se paró  ante un enfermo que estaba postrado! Levántate!, le dice Jesús a este hombre, después de haber escuchado de su voz lo que le pasaba.  Creo que no era solamente el enfermo lo que estaba en la camilla, estaba también  una concepción de la vida y de la religión, del tiempo de Jesús. 38 años postrado no es un dato que solo contenga el paso de los días. El dolor el sufrimiento en este evangelio es visto aquí como parte de un desorden  y Jesús se dirige  a equilibrar situaciones profundamente desequilibradas. Garantiza la máxima apertura  al menesteroso Esa generosidad con la que lo enfrenta, reproduce la condición original del Creador.  Ese levántate es poner de pie toda la exclusión, de una vida de prejuicios que dividía a los grupos humanos unos contra otros. Y lo sigue haciendo. Esa negación de la dignidad que es un aspecto de la exclusión, es común hoy  a tantas exclusiones, por citar alguna, la sexual, la laboral, el color de la piel, la enfermedad mental, los inmigrantes, los de otra religión, y por antonomasia los pobres. Pero ¡Levántate¡ no sólo era una palabra al paralitico, era un grito a la sociedad de entonces, que nos alcanza hoy. Era una palabra también dirigida a la conciencia de la élite judía en su injusto sistema de exclusión. No estaba planteando Jesús tanto que perdieran  privilegios, estaba planteando algo más difícil: Elevar a los que ellos despreciaban. Hoy esto es bien difícil de digerir, y es una situación real que estamos viviendo y está influyendo negativamente en las relaciones dentro de nuestra sociedad. La aporofobia no es nueva, aunque el concepto si lo sea. Ellos, los judíos del tiempo de Jesús atribuían a los enfermos una identidad de pecadores  y de proscritos, antes de como posibles víctimas, y al apartarlos fuera de la ciudad estaban revelando de manera tajante  la indiferencia de toda su sociedad por el sufrimiento ajeno. Por lo que cabe preguntarnos hoy por el lugar que ocupa en nuestras vidas el dolor ajeno. Dependiendo de su respuesta sabremos cuan de verdad somos discípulos y seguidores de Jesús.  Existía una construcción social que relacionaba la enfermedad con el pecado y con la maldición de Dios, con la consecuente deslegitimación y exclusión moral y les convertían a los enfermos, en pobres y miserables. Estas marginaciones y la atribución simbólica  que se hace, producen miedo y el miedo odio. Jesús en su paso por la historia  no toleró ninguna representación deshumanizadora de la vida, ni real ni simbólica. Se dirigió al corazón de la injusticia! LEVANTATE!

. ¡Levántate!: la autoridad frente al autoritarismo y la injusticia. El amor de Jesús y la justicia de Dios como fuerza de esa nueva vida, de esa relación. El amor a los desamparados, a los que reciben la animosidad de los otros, y el esfuerzo decidido por  su rehabilitación! En este tiempo  de la COVID19 se abre un campo importante para vivir la justicia y trabajar por ella. También para discernir dónde estamos situados ¿Qué quiero la justicia de Jesús o la mía? ¿Mis  palabras  y mis actos son justas o crean y alimentan espacios de injusticia?  ¿Busco justicia o sólo descargo mi rencor?

Toma tu camilla y camina! El dinamismo del amor del Padre al Hijo que Jesús sintió, es el dinamismo que Jesús quiso hacer crecer en la Historia ¡levántate! ¡VIVE! Postrado no se puede vivir; levántate, abandona la resignación, la deserción de la vida, deja de esperar a alguien que te lleve a la piscina, cambia de esperanza, yo soy la esperanza. Este es el reino nuevo que anuncio. Se acabó esa alteridad  construida  sobre el dominio de fuerte  sobre el débil. Elevó Jesús a los que ellos despreciaban. Este es el talón de Aquiles de nuestros días  y se refleja en nuestra sociedad en muchos niveles. Que  quien yo desprecio, margino, se coloque a mi altura, eso resulta intolerable, o muy difícil de llevar .El desafío de Jesús  fue impresionante !cómo lo hemos descafeinado!

El carácter de experiencia que tendrá la relación con Jesús va a distinguir la fe de la creencia.  Jesús con sus palabras quiere darle  al paralítico  una nueva posibilidad de vida. Una esperanza .Jesús, actúa sobre toda la vida imprimiendo  una nueva lectura en ella, un espíritu  nuevo, un nuevo dinamismo interior. Pero también un nuevo dinamismo exterior: elevar a los despreciados. No sirve sólo la caridad, la ayuda, hay que sacarlos del pozo.

Dice el evangelio  que era sábado, nos sólo infringe  y trasgrede una norma judía (la norma de no trabajar en sábado) curando  en sábado, y relacionándose con un impuro, sino que  le pide  a este varón que la trasgreda él también: toma tu camilla. Parece que para Jesús  esa norma no emana de la justicia de Dios, e ilumina a su vez  con este milagro  el mal que genera esos desequilibrios: una vida de podredumbre. Jesús realiza un acto de libertad con respecto a la ley, al mismo tiempo que le devuelve al enfermo la posibilidad de ser libre. La ley la  interpreta para el bien de los seres humanos y con ello da la pauta para los que quieren seguirle, para los que vamos con él

! Camina! La salud es lo que le permite caminar con libertad a este varón. Jesús revela una experiencia de Dios, pero no de un Dios cualquiera, sino un Dios que llama a la libertad. Repite Jesús en este milagro el Misterio de la Encarnación. La actividad divina impacta en el ser finito y frágil que encarna este hombre y transforma su naturaleza, lo siente de forma inmediata, dice el evangelio que  echó andar; igualmente en cada uno de nosotros se entrega y se dona en nuestra fragilidad…Desde la necesidad Jesús le abre el camino de la libertad, le devuelve lo que le pertenece, que eso es la justicia. No se puede vivir la fe sin libertad y no es un concepto,  es la experiencia de Dios, no es una abstracción, es una experiencia que necesita espacio y horizonte, que la iglesia cierra con su clericalismo. Me sorprende  como Jesús en este evangelio cambia profundamente  la manera de posicionarse ante el mundo, la manera de entenderlo y la manera de leerlo. La fe se vive  en la experiencia de la vida  no en la Ley. Levántate toma tu camilla y anda… No puede haber fe en Cristo sin persona,  y por ello,  sin conciencia, sin deseo, sin libertad, sin pensamiento. No podemos ser seguidores de Jesús y no actuar y revolvernos contra la miseria planificada. Hoy es muy difícil vivir la fe,  dentro de la iglesia encorsetada de normas de ritos de leyes, con olvidos importantes. Verdaderamente difícil

Los detalles del evangelio iluminando el contexto, posiblemente  tienen la función de dar claridad y mayor relieve al cambio que pedía Jesús  y el Reino de Dios que anunciaba. Son las víctimas las protagonistas y beneficiarias de la historia de Jesús, cuentan para Dios. Ese es el reino de Dios y su justicia. La justicia de Jesús, reducir su propio poder  para hacerle existir al otro. Es decir  para que haya justicia, poco poder. Lo contrario que ocurre en la estructura clerical de la iglesia. Lo contrario que planea la iglesia en su relación con la sociedad. ¿Y los que vamos  a misa? Justicia? ¡Eso no es cosa nuestra, eso es política! ¿Nos suena?. Pues para Santa Teresa  es la perfección espiritual

¡Levántate, Toma tu camilla y camina! estás en tu derecho, es de justicia que formes parte de la sociedad y se te respete  La compasión de Jesús destapa  la injusticia, porque era una compasión lúcida y profética,  que desenmascara también  todas las hipocresías y llena la vida de esperanza. La compasión por la fragilidad humana siempre está ligada al amor. Pensamos que debería estar asegurado todo eso, pero no lo está en nuestra actitud con los sufrientes de nuestra sociedad. Dejamos mucho que desear. ¡Toma tu camilla! Hay formas de ayudar que despersonalizan a la gente, se “ponen tanto en su lugar” que les quitan el sitio. “había  entre todos ellos un hombre que llevaba 38 años…” La mirada de Jesús es larga, profunda y fértil. Personifica Jesús la relación con la persona desgraciada. Camina, camina, ocúpate de tu vida y empieza a escuchar a los demás. El enfermo tiene que ser también un buen escuchador. Para tener buena salud hay que tener buen oído, buen oído para la vida, como lo tenía Jesús. En el reino de Dios que anunciaba Jesús, hay que afinar el oído. Y para escuchar el evangelio,  hace falta quitarnos la funda que las distintas ideologías de nuestra religión, y prejuicios de nuestra iglesia  han ido poniendo en nuestras vidas .También las sucesivas vendas que nos hemos puesto nosotros.

Jesús acoge y rectifica la violencia que nos hacemos entre los seres humanos y la que nos podemos hacer a nosotros mismos. La justicia es el corazón de la caridad .Es muy fácil identificar la caridad con una buena obra  y con frecuencia hacemos muchas buenas obras profundamente hirientes. El criterio para saber si buscamos la gloria de Dios Jesús en Juan 7,18, “el que es veraz y no procede con injusticia”

Coge tu camilla y camina, asume las consecuencias de tu fe. Te traigo el Dios del corazón, el Dios del acontecer humano. No te mereces un  dios arbitrario. Camina, despierta tu inacción, tu acomodo, tu costumbre, tu pereza, tu desidia, deja tu superstición, coge tu camilla, toma de tu mano  todo lo que ha atado. Jesús con esta orden no sólo transgredía el sábado, estaba transgrediendo todo un sistema cultural y religioso precisamente  el día que celebraban su fiesta los judíos. Es una condena de los prejuicios y los estigmas. Jesús cura con la palabra y esa palabra es fuerza y anuncio, tiene unida la fragilidad de la carne a la fuerza divina. Ese espíritu de la justicia no es más que el fruto supremo del amor, que hace de la compasión un móvil más poderoso para la acción, que la grandeza y la heroicidad. Las víctimas son el hilo conductor de la historia humana para Jesús. No hay caridad sin justicia. No hay compasión sin justicia, ni respeto. Dónde no hay respeto no hay amor. El respeto es lo opuesto a la fuerza. Nuestro Dios no es el Dios de la fuerza, es el Dios de la vida. Una hermosa y  gran vida. El Dios del amor. Un amor que pertenece al tiempo y a la eternidad. Un amor que une el cielo y la tierra. Jesús es un gran modelo para los hombres y mujeres de hoy  y su vida un camino para la plenitud humana, donde se podía mirar hoy nuestra sociedad creyente y no creyente. Lo creo de todo corazón. Hoy, tan huérfanos de justicia como entonces, la justicia desde las víctimas que practicó Jesús es un gran modelo y aliciente. El deseo de justicia y la necesidad de ella es una de las aspiraciones más grandes del corazón

El evangelio es el documento  vital más grande sobre el respeto, y las esperanzas de los seres humanos, sobre la justicia, sobre la libertad y el amor. Por ello es una narración, una historia  que interpela hoy e ilumina nuestra vida, y por ser  la vida de Jesús  y palabra de Dios, nos alcanza su semilla

No cabe una lectura apresurada  ni una banal y una vacía explicación dentro de esquemas que tienen poco que ver con la vida misma y con el evangelio.

 

Nota: Se puede consultar el evangelio está escrito en este apartado

 

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