¿Qué hacía y cómo llegó el libro de Christine de Pizzan “La ciudad de las damas” en la Corte de la Reina que llaman La Católica?

 

Le vino de mano de su madre Isabel de Portugal que lo mandó traducir para ella y para su prima Doña María de Aragón, la reina de Castilla que entró de lleno en los debates sobre las mujeres en defensa de las mismas. Es de suponer que Isabel I lo heredara de su madre.

 

¿Qué interés tenía el libro para Isabel de Portugal, Reina de Castilla y madre de la Reina Católica? Desde principios de 1400 se venía discutiendo en Europa sobre  el valor de la mujer, unos denostándolas, y otros, a favor  de ellas. Se conoce este movimiento que podemos llamar cultural, como  “querella de las mujeres”  Christine de Pizzan, filósofa, escritora, poeta, francesa de procedencia italiana, es la primera mujer que entra en la querella  escribiendo un libro, formulando con claridad  el proyecto de igualdad entre los dos sexos, recogiendo todas las difamaciones que se hacían al sexo femenino, calumnias, menosprecio y maltratos que se desde los clásicos  en la filosofía, en la literatura en la teología y en los sermones del clero; y desmontaría una por una  todas ellas en su libro “la ciudad de las damas” que escribió siguiendo el hilo discursivo  pero en otra dirección,  de lo que era el libro de las Agustín;: “La ciudad de Dios”. Era hija de un médico  humanista  que fue muy importante  en la corte francesa  de Carlos V de Valois. Su padre  la ayudó a cultivar su interés por la cultura y el pensamiento, que luego seguiría  el mismo camino su esposo, quien siempre admiró y apoyó el profundo conocimiento de su mujer. Su padre era un célebre anatomista y por ello conocía el cuerpo de la mujer y el cuerpo del varón, quien aseguraba que era exactamente igual el varón que la mujer salvo en sus órganos sexuales y reproductores, contradiciendo así, la teoría de Aristóteles en la que se han apoyado filósofos y teólogos hasta entonces, que sostenía que la mujer era inferior al hombre y estaba infradotada orgánicamente. Entonces Christine se preguntó, si en esto se ha equivócalo Aristóteles, ¿no se ha podido equivocar en más cosas?  Si en esto se ha equivocado  Aristóteles y en las otras cosas ¿no estarán equivocados los filósofos y teólogos que le citan y que sucesivamente se citan unos a otros?

 

El hecho por el que Christine empezó a escribir, es porque se quedó viuda muy pronto, a los 26 años y con cinco hijos. Perdida la protección de la Corte por la muerte de su padre y al morir el marido tuvo que hacer frente a innumerables  deudas, y le dijo al administrador que lo iba a pagar escribiendo libros. Y escandalizado el administrador, le dijo: ¡Si sois una mujer!. A lo que contestó ello: “Eso, ya lo sé”.

 

Ella escribe reafirmándose en la experiencia de su propio cuerpo, de su propia subjetividad. No somos menores, ni menos, decía; y se propuso contrarrestar el discurso misógino que sostenía la autoridad masculina inmerso en un patriarcado… con un poder coactivo sobre las mujeres que les impedía llevar a cabo actividades que se entendían exclusivas de los varones;  entre ellas, escribir, publicar, pensar, conocer  y estudiar. Por lo que la ciudad de las damas fue todo un desafío al poder  masculino imperante. Ella explica cómo se dio cuenta de la situación  opresiva que vivía como mujer, y al fin y al cabo ella era una  privilegiada  en su formación. Su libro plantea un tema  de dimensión universal como es la condición femenina, que la interpela ante los varones y frente a aquellos que la difaman. Afirma y reafirma la autoridad femenina invitando a las mujeres a examinar la propia experiencia personal, haciendo frente a las calumnias del docto discurso varonil  y clerical.

 

Se inspira mucho  a la hora de emprender este proyecto, en el episodio en el que Jesús en el templo, hace frente a los doctores  de la ley y sacerdotes judíos, a la casta sacerdotal judía, y ello la motiva muchísimo  para afirmarse en el proyecto que concibe. Llega a decir que se siente como Cristo echando a los doctores del templo.

 

No acepta el genérico hombre   como mujer y varón, habla siempre de los dos, mujeres y hombres. Ya vemos  que tiene muchos siglos el antecedente de nombrar al hombre y a la mujer siempre que se refiera  a los dos: no es una ocurrencia de algunas, hoy día.

 

Es la primera escritora en afirmar  la importancia del orden social, que es preferible, decía ella, al primitivismo salvaje del orden natural que defendía Bocaccio, que además retrató al mundo  de una forma muy pesimista; se refería a él como “el desventurado valle de miserias”  No tenemos que esforzarnos mucho para enhebrar con ello las resonancias piadosas y teológicas que tiene esta forma de mirar el mundo en toda la tradición cristiana hasta nuestros días. Y de cómo influye el pesimismo personal  de un individuo misógino en sus seguidores y en su ámbito, que muchas de sus citas, aún se escuchan hoy-posiblemente sin saber que son de Bocaccio- en algunos sermones, como entonces ya se hacía hasta la saciedad. A mí desde luego me ha sorprendido. En contraposición ella exclamaba; “la vida es un gozo perpetuo”. ¿Optimista? Creo que no. Era su experiencia de vivir. Construyó sus propias verdades basadas en la experiencia personal y lo reivindica como fuente de saber más segura. Me llama la atención que cien años después Santa Teresa de Jesús reivindique esta forma de conocerse. Decía: “Yo sólo hablaré de mi experiencia”. Ambas reivindican  el valor de la experiencia como fuente de conocimiento y de saber. Christine  reivindica la autoridad de la voz femenina. En plena cultura de la denostación del cuerpo de la mujer, Christine promueve y eleva el cuerpo femenino. En su tiempo la mujer era proclamada como “putífera”, es decir, portadora de hedor y putrefacción; “puta” viene de este concepto. Ella, a estas calumnias contraponía los textos de Salomón:

“Una mujer completa ¿Quién encontrará?

Es más valiosa que las perlas..

Abre su boca con sabiduría,

Lección de amor hay en su lengua”

Su texto supone pensar la condición femenina a partir del propio cuerpo de la mujer, concebidas como un ente en sí, y no como un ente por defecto, como ocurría en la jerga eclesiástica. “La mujer es mala por naturaleza, siempre se inclina al vicio” decía Bocaccio y repetían  en los púlpitos, y Christine decía de ellos, que eran: “predicadores oficiales altivos y vanidosos que hacen chistes misóginos y difaman a las mujeres desde los púlpitos”

El papa Honorio III decía: “las mujeres no deben hablar, llevan el estigma de Eva en sus labios” Prohibió a las abadesas subirse a los púlpitos .Hoy seguimos las mujeres sin tener autoridad en la Iglesia, nuestra palabra no vale nada dentro de ella. Sólo la que pronuncian los varones y clérigos.  Se lamentaba Christine que “no hubiera ni un solo texto escrito o hablado que no acabara despreciando o acusando a las mujeres” y había leído mucho, y exhaustivamente. Se  sorprendía así misma y decía: “Como el brotar de una fuente venían sobre mi, todos los tópicos sobre las mujeres; llegué a la conclusión de que Dios había creado un ser abyecto. No dejaba de sorprenderme que tan gran Obrero haya podido consentir en hacer una obra tan abominable, pero luego pensaba, ¿Cómo iba a ser posible que te equivocaras?” Añadía  “las mujeres han sufrido mucho dejando en las manos de Dios todos sus derechos” y que era hora de luchar por ellas, y expresa que hay que  “Quitar las manos de los clérigos de una causa tan justa”  Una de las cosas que se repetían, y ella no admitía: “a las mujeres no les importa que el hombre las viole, aunque protesten, pue sus palabras solo son palabras de mujer” “No admito, decía Christine que a las mujeres les cause placer esa vejación”. Hasta donde está enraizada esta manera de denostar a las mujeres, pisotear y menoscabar su vida y sus derechos y de darle al varón preferencia y poder, para violarlas, que hoy en nuestro país se debate esto en forma de la ley de sólo si dice sí, es sí. Y que se necesita para las relaciones sexuales el consentimiento explícito de la mujer.  Pues muchísimos políticos, personas, jueces, lo rechazan, y en sentencias se llega a señalar que la mujer disfruta con ello ¿No es hora ya de romper con esa infamia, de a las mujeres nos gusta que  nos violen? Ni que decir tiene,  la aberración que supone negar todas estas evidencias y plantear políticas en contra de la igualdad y se la deslegitime.

 

En su diálogo con Justicia una de las tres damas que la enseñan a Christine a construir la ciudad, le dice Justicia: “Soy hija predilecta de Dios, de cuya esencia procedo”. Se lo decía para animarla a que siguiera iluminando y discerniendo todas las difamaciones e injurias que habían caído sobre las mujeres. Y Christine  le contestaba: “¿cómo voy yo a encontrar  en este débil cuerpo de mujer la fuerza para tan alta tarea? Pero rápidamente pensaba  que para Dios nada hay imposible; y Justicia la decía “la ignorancia no sirve de excusas en el campo de las letras, que será el lugar donde será fundada la ciudad de las damas: Coge la azada de tu inteligencia y cava hondo”. Me puse a cavar  en el foso interrogando con la azada de la inteligencia; y le decía a Justicia: “Me habéis dado a entender que ellos, los varones, los filósofos, los clérigos se equivocan”, pero ¿cuál es el motivo? ¿Es la naturaleza que les empuja al odio? ¿Cómo puede ser que sean tan ingratos que odien y denosten y difamen a quien les da la vida? Continúa así el libro sobre toda la infamia que ha caído sobre las mujeres.

 

Yo me pregunto ¿Qué la motivaría a la madre de Isabel I de Castilla a traducir el libro? ¿Qué experiencia la conectó con ella? ¿Qué le llamaría más la atención del libro, de la publicación, de que decidiera ganarse la vida la autora escribiendo, del contenido, de la propia Christine de Pizzan? ¿La afirmación del orden social? ¿La compasión y la generosidad que resalta la autora como virtudes políticas en una gobernante? ¿El valor de la experiencia y del cuerpo de la mujer en la construcción del conocimiento? ¿El discernimiento político que aparece como virtud en las mujeres que pone como modelos de gobernantes? ¿La autoridad de la voz femenina? ¿La autoridad de la mujer que se labra con su inteligencia? ¿La teologización de los prejuicios? ¿ asumir la vida como un gozo perpetuo y no como un valle de lágrimas? Sin duda, mucho la tuvo que motivar este libro, que sólo he esbozado  en su comienzo, para tenerlo regalarlo, y dárselo a su hija. Un libro por otra parte donde queda patente el inmenso conocimiento sobre los clásicos, la Biblia y el Nuevo Testamento y de medicina que tenía la inefable Christine de Pizzan.

Ya veremos en otra entrega el papel que jugó Isabel I en la querella de las mujeres, y que fue un papel importante (aunque la historia oficial lo haya obviado), discutiendo y contrarrestando las nociones tradicionales  acerca de la capacidad de las mujeres para decidir sobre su cuerpo, sobre cómo vestir, sobre la vida, la capacidad de escribir y pensar por sí mismas y sobre todo el papel teológico de las mujeres y la autoridad en la iglesia. Nombrar el mundo en sus propios términos sin depender de la mediación masculina. Ya lo veremos.

Nota: Cada vez que he escrito la palabra “una gobernante” el ordenador me lo corrige como  error, y en su lugar me pone “Un gobernante” Creo que no necesita comentarios.

5 comentarios
  1. Pepe García-Lomas Taboada
    Pepe García-Lomas Taboada Dice:

    Magnífica entrada y mi enhorabuena por esta interesantísima iniciativa. Ya va siendo hora de conocer y visibilizar la historia que la cultura ha patriarcal tratado siempre de silenciar. Gracias y ánimo !!!

    Responder
  2. Jordi Riera Bas
    Jordi Riera Bas Dice:

    Nota: Cada vez que he escrito la palabra “una gobernante” el ordenador me lo corrige como error, y en su lugar me pone “Un gobernante” Creo que no necesita comentarios.

    Sí, uno solo: que los móbiles ni los ordenadores son inteligentes…
    Jordi
    Paso el artículo a Mima

    Responder

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *